Toribia, dentro de un féretro de madera, quedó al centro, Jessica de 15 años, quedó a su derecha y Karen de 14, a la izquierda. Las tres quedaron juntas, tal como vivieron… y murieron.
El sepelio fue después de ser veladas en la aldea Laguna de Bermeja, Santa Catarina Pinula, de donde eran originarias y donde radicaban las víctimas.
Luto en El Pajón
Unos cien vecinos acompañaron el cortejo; pese a que tuvieron que caminar unos cuatro kilómetros de veredas bastante inclinadas, desde la aldea donde fueron veladas, hasta el cementerio El Tabacal.
“Las manos de quienes hicieron esto, que Dios las bendiga; de mí no esperen nada. Yo no espero saber nada, Diosito ya lo sabe, y si Él lo sabe, yo no necesito saber nada”, expresó Lima antes del entierro.
Lima se queda a cargo de dos niños de 6 y 12 años de edad. Aún está perturbado, sabe que quiere hacerse cargo de sus hijos menores, pero aún no sabe cómo, pues su trabajo le exige salir a los departamentos.
Mientras las dos hijas mayores de Toribia, de 19 y 20 años, ya tienen una vida propia, por lo que continuarán en sus hogares.
Este hombre, quien se mostraba fuerte durante el velatorio y mientras caminaban hacia el cementerio, no pudo resistir el llanto mientras veía como caía la tierra sobre los féretros.
“Jessica quería ser arquitecta, siempre estaba secreteándose con su mamá, era su mano derecha, por eso la dejamos de ese lado de su madre”, expresó.
Karen en cambio –dijo-, era más apegada a él, por eso la dejó del lado izquierdo de la madre. “Karencita quería ser secretaria bilingüe, me dijo que aunque no mucho le gustaba estudiar, iba a ser todo lo posible por continuar”, recordó.
También Marcelino Arsenio, padre de Toribia y abuelo de las adolescentes, lamentaba la pérdida; mientras apretaba su sombrero en la mano, no paraba de llorar.