Hubo una gran sacudida por la elección de los magistrados y todos coincidieron en que es necesario un cambio, y esta fue la última elección que se hace bajo este sistema.
¿Cuáles fueron los casos más sobresalientes?
Están los relacionados con la guerra interna, que unos dicen que hubo genocidio y otros, que no. Además, juicios de narcotráfico, interesantes con la presión que ejercieron gobiernos extranjeros con los cuales ellos buscan protegerse a través de defensas en Guatemala.
También hubo muchos casos de sentencias contra pandilleros, lo cual reflejó que hay jueces valientes y otros cuestionables.
Los casos que más suenan en el ambiente fueron aquellos que no se llevaron a los tribunales.
¿A qué procesos se refiere?
Hablo de casos de corrupción en el aparato estatal como robo de vacunas y medicamentos, granadas y otros de fondo. Nos preguntamos: ¿dónde están estos juicios de corrupción?, y esos son los procesos que la población quiere escuchar.
Valga la ironía que los casos más sonados este año de corrupción brillaron por su ausencia. Todo el mundo dice que hay corrupción, pero cuesta determinar las pruebas.
Hay mucha queja de la ciudadanía sobre estos procesos y la pregunta es dónde están los culpables, que emplearon y mal usaron los recursos del Estado en beneficio propio.
¿Dónde está el fallo?
El engranaje que está fallando es en la Contraloría, y casos de resonancia no hay. Si la Contraloría presentara las suficientes pruebas al Ministerio Público, y este a los juzgados, avanzarían los casos en los tribunales. Si no se presentan las pruebas no se puede condenar, y es una cadena que si es débil no se esperan los resultados.
Los casos no solo son de corrupción, sino de cuánta comisión, ventaja al círculo de poder se benefician y no hay cambio de voluntad política, donde es el caldo de cultivo y se generan estas situaciones desagradables.
¿Cómo evalúa la elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia?
El proceso está colapsado, corrupto y, un poco fea la palabra, apesta. Hay que cambiarlo. La causa se presta para las selecciones a dedo, por compromisos políticos, intereses y compadrazgos. Hay abogados muy buenos que no hicieron lobby porque sabían que el proceso ya estaba arreglado.
Había magistrados muy buenos que debían ser electos y muchos postulantes para magistrados de sala que debieron ser tomados en cuenta y no fueron seleccionados.
¿Cuál es la propuesta para cambiar la elección?
Debe ser por pasos, y aunque se cambie el sistema no va a dar jueces independientes todavía porque estamos a años de llegar a ese estadio. Lo que sí va a garantizar es jueces con ponderación, es decir que no sean jueces a dedo, pero no que sean totalmente independientes.
Todo el sistema es un engranaje y los jueces están en un microclima de compadrazgos, presiones, estímulos, corrupción, y los que son independientes son héroes. Si se cambia el sistema se quitará un peso de encima, que es la selección política a dedo.
¿Por qué dice que es la última elección con ese mecanismo?
Primero, porque todos los sectores fueron unánimes y dieron un mensaje de basta y ya no más. Va a haber más presiones. En la primera semana de octubre hubo mucha presión para anular la elección y fue un paso positivo.
Este grupo tenía la agenda de mejorar el sistema, pero en dos partes: una, en cancelar esta elección, promover una reforma, o hacer una nueva con los mismos elementos de juego no tenía razón de ser.
Yo no quiero creer que la agenda principal de estos grupos era cancelar por cancelar para crear caos y anarquía y así prolongar indefinidamente el período de la Corte Suprema y se estaba creando un anticipo de golpe de Estado técnico.
Entiendo que la agenda de estos grupos no haya sido buscar eso, sino para lograr esas reformas de cambio. Espero que en enero, con la fuerza de esos grupos que traían impresionante, de la mano de otros sectores académicos, profesionales y jueces, empiecen las propuestas. Si no se hace nada ahora, en cuatro años no nos quejemos.
¿Por qué se cuestiona que es una Corte ligada al Gobierno?
Si no se tiene buena relación con el Gobierno no se queda, y el pecado de los magistrados es tener conexiones políticas, porque hay facturas pendientes y hay que ser agradecidos.
¿Qué retos tiene esta magistratura en la CSJ?
Cambios en la elección del sistema de magistrados, fomento de la carrera judicial, promover una estructura más intensa entre jueces de Paz, de Instancia y magistrados; promover indicadores de medición de rendimiento.
¿Cómo interpreta el proceso por genocidio contra Efraín Ríos Montt?
Está muy saturado de contaminación por una guerra ideológica, aunque la parte bélica ya finalizó, pero las corrientes que impulsaron a cada facción ahí están presentes y estamos haciendo la guerra, pero ahora con diferentes medios. Cualquiera de estos juicios tiene su connotación automática: los que están del lado de cada sector.
¿Cuál cree que será el final de este caso?
Si hay pruebas de que él participó en algo, que lleven esas pruebas y que se debatan en ese proceso, y no se debe perder de vista la validez de la amnistía.
Porque si hay amnistía estamos haciendo leyes de plastilina y mejor no las hagamos, pero si hay amnistía, que se determine primero eso.
Lo otro es que exista un balance de las dos partes. Es decir, si hubo excesos, atrocidades y masacres de un lado, se entiende que también se debe investigar qué hay del otro lado.
Nuestra justicia es un camión viejo y destartalado que apenas puede llevar la carga de los enormes asesinatos y otros delitos que se cometen cada año, y estamos retrocediendo a casos que se cometieron hace 30 años. Y está bien, sigamos, pero es más efectivo tratar casos recientes y estamos perdiendo mucho esfuerzo en desenterrar el pasado y hay mucha distracción en ese historial.
Lo pendiente
Fortalecer la carrera judicial, para que jueces formados en la CSJ tengan el derecho prioritario de ocupar esas plazas.
Las elecciones del 2015 generarán una batalla de recursos de amparo, pero, según Fernández, la CSJ solo será una estación de paso porque las decisiones se concentrarán en la CC.
Considera que el Tribunal Supremo Electoral no tiene suficiente poder coercitivo, porque todas sus resoluciones serán apelables, por lo cual anticipa un año difícil.
Sobre el papel de la Cicig, Fernández calificó su accionar de pasivo.
Manifestó que la comunidad internacional sigue presionando para que la Cicig se mantenga, mientras algunos funcionarios se oponen para que haya menos cuestionamientos.
La mora judicial en lo coactivo administrativo y penal es una tarea pendiente en el Organismo Judicial.
El Pacto Colectivo en el OJ es una bomba de tiempo.
“El proceso de elección de magistrados de la Corte Suprema de Justicia hay que cambiarlo, y el proceso se presta para elecciones a dedo, por compromisos políticos, intereses, compadrazgos y por hacer lobby”. Luis Fernández Molina, exmagistrado