Un recorrido efectuado por Prensa Libre en esas comunidades constató que las opiniones de los pobladores difieren sobre la culpabilidad de los militares. La población pide castigo o redención para Ríos Montt, pero desconoce a Rodríguez Sánchez.
No pidió morir
Ana Laynez, de la Alcaldía Indígena de Nebaj, pide justicia. “El pueblo Ixil no pidió que lo mataran. Sí hubo genocidio, aunque no lo quieran reconocer, y como Alcaldía Indígena de Nebaj, el municipio más golpeado por el conflicto armado interno, pedimos a los jueces que se aplique la justicia en contra de los enjuiciados y sus seguidores —subalternos—”, resaltó.
Cristina Magdalena Solís Brito, de 24 años, oriunda de Nebaj, considera culpable a Ríos Montt de las masacres que le imputan.
“En 1982 mi mamá caminó por la montaña más de 15 días, luego de la desaparición de su esposo, y lo único que encontraba a su paso eran cadáveres mutilados, y aunque nunca vio a los militares hacer la matanza, debieron ser ellos”, expuso.
Víctimas inocentes
Antonio Cava Cava, originario de Ilom, Chajul, pidió que Ríos Montt sea condenado.
“Sin su aval —de Ríos Montt— el Ejército no hubiera destruido comunidades, y si dicen que era porque buscaban a la guerrilla, hubieran atacado a la gente armada y no ensañarse contra niños que se volvieron víctimas inocentes. Yo tenía 11 años cuando los soldados, frente a mí, mataron a 95 de mi comunidad”, refirió.
Francisco Pérez Cobo, 86, concejal de Nebaj entre 1974 y 1984, recordó que en el gobierno de Ríos Montt aumentaron las masacres en la región.
“Arrasaban con comunidades completas, y cuando los familiares lloraban sobre las cruces de sus muertos, los soldados decían: ‘Esos también son guerrilleros’, y los mataban. Recuerdo que en la administración municipal de don Francisco López Villatoro, ante el Ejército, él acusó de guerrilleros o delincuentes a tres líderes de Nebaj. Una noche los secuestraron y nunca aparecieron”, añadió Pérez.
Ríos Montt nos salvó
Pedro Raymundo Pérez, vecino de la aldea Tzalbal, Nebaj, recordó que en 1982, en Suchabuc, la guerrilla persiguió a mucha gente, entre esta sus padres y hermanos. “Un mi primo, quien estaba entre los rebeldes, nos dijo que su comandante —Legarino— había ordenado nuestra muerte porque les habíamos robado maíz, y eso no fue cierto. Por eso debimos huir y en la comunidad Xajal el Ejército nos protegió”, afirmó.
Agustín Pérez, vecino de Laguna Tzalbal, explicó: “Los guerrilleros emboscaron a los soldados y mataron a 37, y con machete les quitaron los pies, se apropiaron de sus botas y de sus armas. Por eso digo que no es justo que se esté juzgando a exmilitares, porque ellos solo cumplieron con su misión. En todo caso, también deberían perseguir y juzgar a los guerrilleros, quienes saqueaban, robaban y también asesinaban”.