La carta va dirigida a los presidentes Alejandro Giammattei, de Guatemala, y de México, Manuel López Obrador, y a los cancilleres Pedro Brolo, de Guatemala, y Marco Ebrard, de México.
Se trata de la red Clamor (Consejo Latinoamericano para los Migrantes, Refugiados y Víctimas de Trata), obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que tienen como misión acoger, proteger, promover e integrar los migrantes, refugiados y víctimas de trata.
Los religiosos lamentaron la muerte de 19 personas en Camargo, Tamaulipas, México, aparentemente migrantes víctimas del grupo criminal Cartel del Noreste. “Estamos muy preocupados por la situación de todas las personas migrantes que cruzan por el territorio nacional mexicano, ya que la política migratoria y su actual gestión hasta ahora, no impide que las personas migrantes y refugiadas queden a expensas del crimen organizado en su intento de atravesar el territorio mexicano, cuando por razones de pobreza y persecución buscan salir de sus países de origen y salvaguardar su vida y la de sus familias”, expresan.
“Durante su trayecto -añaden- necesitarían una mayor protección de parte de los Estados de los países por los cuales transitan”.
La red plantea cinco acciones que pueden echar a andar los gobiernos de ambos países para proteger a los deudos y aplicar justicia:
- Que se preserve el cuidado de las familias de las víctimas. Sus nombres han sido publicados y eso las expone a posibles represalias de los traficantes de personas.
- Se preserve y cuide la custodia y el trato a los cuerpos o restos encontrados.
- Procedan a judicializar el caso y llegar a la verdad y a la aplicación de la justicia.
- Modifiquen la política migratoria y la gestión como se ha manejado, se dé un trato de mayor protección para los migrantes y no se le exponga a la violencia existente en varios puntos de las rutas migratorias.
- Exigimos justicia transicional en este caso y para miles de migrantes a los que les han sido violados sus derechos humanos.
A falta de una identificación oficial, Comitancillo, San Marcos, da por muertos en esa masacre a 11 de sus hijos, jóvenes de entre 16 y 40 años que salieron en grupo en busca del sueño americano, pero que fueron interceptados y asesinados en el norte de México, ya cerca de la frontera con Estados Unidos, pero a la vez un terreno disputado por carteles de narcotraficantes.