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Migración: una historia de guerra, pobreza y desastres

Los guatemaltecos buscan mejores oportunidades en EE. UU. desde hace siete décadas.

La migración no se detiene desde Guatemala, los habitantes buscan mejores oportunidades de vida desde hace siete décadas. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

La migración no se detiene desde Guatemala, los habitantes buscan mejores oportunidades de vida desde hace siete décadas. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

La pobreza, la violencia y la desigualdad parecen características intrínsecas de Guatemala, así como la migración de sus ciudadanos al extranjero, de la cual se tienen registros desde los años cincuenta, pero que se incrementó exponencialmente en las primeras décadas del siglo XXI.

A esto se suma una seguidilla de desastres naturales como sequías, tormentas tropicales, erupciones volcánicas y terremotos que han afectado fuertemente al país, el décimo  del mundo más vulnerable a los efectos del cambio climático.

Pero antes de que  otro país se empezara a ver como una oportunidad de vida, ya ocurría una migración interna que comenzó a darse de las áreas rurales a las ciudades, que comenzaban a concentrar el desarrollo.

Desde la Revolución de 1944, con la abolición de los mecanismos de trabajo forzado, la población comenzó a migrar a la ciudad de Guatemala, a las cabeceras departamentales y a las fincas de la Costa Sur y del norte del país, detalla el Perfil Migratorio de Guatemala 2012 de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Este proceso se acentuó en los años siguientes con la modernización e industrialización de los años sesenta, que produjo una demanda de la fuerza laboral en la capital guatemalteca.

Pero en ese ínterin, en Estados Unidos crecía también la demanda de mano de obra, producto del crecimiento de su economía debido al nuevo posicionamiento mundial de ese país, una vez concluida la Segunda Guerra Mundial.

El mismo documento de la OIM detalla que “la emigración aumenta a partir de la década de los 50 cuando los pioneros migrantes guatemaltecos configuraron las primeras redes sociales que fueron determinantes en los procesos migratorios subsiguientes”.

Una caravana de migrantes en la ruta al Atlántico. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Esta migración se vio influenciada por la modernización de la infraestructura de las comunicaciones, terrestres y aéreas, la ampliación de la instalación de líneas telefónicas y la presencia de empresas de capital estadounidense.

Asimismo, entre los factores que impulsaron en ese momento la migración estaban la relativa libertad que había para viajar, la posibilidad de estudiar en EE. UU., pero, ante todo, la demanda de fuerza de trabajo en ciertos servicios y la consecuente oferta salarial que se ofrecía.

De esa forma, a inicios de los sesenta vivían en EE. UU. cerca de cinco mil 400 guatemaltecos, según el informe Estadísticas Históricas del Censo de Población nacida en Estados Unidos: 1850 al 2000, de la Oficina Nacional del Censo de ese país.

Si se toma en cuenta que la población de Guatemala en esos años era de unos 5.3 millones, significa que la tasa de migración apenas era de 0.10 por ciento.

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Una guerra, un terremoto y más migración

La década de 1960 en Guatemala también se caracterizó por el comienzo del conflicto armado interno que finalizó 36 años después y  dejó como saldo más de 200 mil muertos y 45 mil desaparecidos, de acuerdo con reportes.

La agudización de este conflicto en los  ochenta se convertiría en otro momento clave de la migración al exterior, aunque no solo a EE. UU. La OIM también cita a México, Canadá, España, Costa Rica, Honduras y El Salvador como otros destinos de guatemaltecos exiliados, refugiados y desplazados.

El terremoto del 4 de febrero de 1976 se considera uno de los detonantes de la migración. (Foto Prensa Libre. Hemeroteca PL)

Pero unos años antes, en 1976, el terremoto del 4 de febrero  se convirtió en otro detonante de la migración.

Sus efectos se contaron no solo por el saldo fatal de 23 mil muertos y 76 mil heridos, sino también por las tres millones 750 mil personas que fueron damnificadas y el millón de viviendas que quedaron destruidas.

La OIM destaca que este siniestro “elevó la frecuencia e intensidad de las corrientes migratorias guatemaltecas hacia Estados Unidos”. En esa década el porcentaje de connacionales que radicaban en aquel país se había incrementado y la Oficina del Censo ya registraba  17 mil 356.

No obstante, la migración se incrementó al final de los setenta y  durante los primeros años de la siguiente, los más cruentos del conflicto armado. Se calcula que de 1981 a 1983 el conflicto empujó el desplazamiento de un millón y medio de personas.

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El estudio Migración transnacional entre Jacaltenango y Júpiter, Florida, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), refiere que en esta década la posibilidad de establecerse en EE. UU. “emergió como consecuencia de la guerra interna”, puesto que al llegar a aquel país “los jacaltecos solicitaban el estatus de refugiados o asilo, debido al contexto de terror que se vivió en Guatemala”.

El estudio señala que los pobladores de Jacaltenango que migraron durante los ochenta y hasta 1996, año en que se firmó el Acuerdo de Paz Firme y Duradera, lograron radicarse de manera regular y obtuvieron la residencia y algunos la ciudadanía estadounidense.

Aunque el análisis solo hace referencia a dicho municipio de Huehuetenango, fácilmente podría extrapolarse a muchas regiones del país  donde el conflicto armado interno fue intenso.

La guerra interna dejó como saldo más de 200 mil muertos y 45 mil desaparecidos, según el informe Guatemala memoria del silencio lo que impulsó fuertemente la migración. En la imagen, mujeres mayas participan en una marcha para exigir justicia. (Foto Prensa Libre. EFE)

En Huehuetenango, Quiché, Alta Verapaz y Chimaltenango se concentró el 84 por ciento de las masacres en comunidades, de acuerdo con el informe Guatemala, Memoria del Silencio, elaborado por la Comisión para el Esclarecimiento Histórico.

Además, dicha comisión registró que el 83 por ciento de las víctimas del conflicto armado interno eran indígenas.

En la actualidad, al menos los primeros tres departamentos son de donde salen más migrantes, si se toman como referencia los reportes de connacionales que son deportados, que elabora el Instituto Guatemalteco de Migración.

En la década de los ochenta la Oficina del Censo de EE. UU. registraba un aumento del 263 por ciento de guatemaltecos que ya radicaban en ese país, poco más de 63 mil.

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También por esos años, miles lograron regularizar su estatus migratorio cuando EE. UU.  aprobó la Ley de Reforma y Control de la Inmigración (Irca, en inglés), durante el gobierno de Ronald Reagan.

Coyotaje

La migración a EE. UU. continuó en aumento y con cierta “libertad” hasta 1996, cuando se firmó el Acuerdo de Paz Firme y Duradera. A partir de este acontecimiento ya no fue posible solicitar asilo o refugio en ese país, cita Flacso en su estudio sobre Jacaltenango.

“La Firma de los Acuerdos Paz es un parteaguas en los mecanismos utilizados para migrar. A partir de ese momento los jacaltecos que migraron lo hicieron de forma irregular y aumentó la migración”, indica el informe.

La firma de los Acuerdos de Paz representaron el cese del fuego, pero no cambiaron las condiciones de pobreza y exclusión de la mayoría de los guatemaltecos. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL

De esa cuenta, comienzan a establecerse las redes de trata de personas o de coyotaje que desde entonces se han convertido en mafias transnacionales que manejan sumas exorbitantes de dinero sucio.

Un reporte del 2017 de la organización Global Financial Integrity, con sede en Washington, D. C., calculaba que las ganancias de los traficantes de personas en el mundo podrían llegar a  US$150 mil millones al año. De ese monto, solo en América Latina y el Caribe el negocio mueve unos US$11 mil 900 millones.

En el caso de Guatemala, Flacso, en su estudio, cita testimonios de guatemaltecos que explican que el costo del viaje a EE. UU. pasó de Q10 mil, a finales de la década de 1990, a Q35 mil para el 2007.

En  2012, un viaje para un adulto solo se cotizaba  en cerca de Q42 mil y en Q25 mil adicionales con un menor de edad, porque la travesía con un niño termina en la frontera. En cambio, viajar solo implica más trabajos y riesgos, puesto que se debe eludir a las autoridades migratorias de EE. UU.

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Es de hacer notar que desde el 2004, debido al empeoramiento de las condiciones socioeconómicas, se impulsaron nuevas oleadas de migrantes que empiezan a incluir a niños y núcleos familiares, según la monografía Aproximación a la Migración Internacional Guatemalteca, de Úrsula Roldán, Sindy Hernández y Lisbeth Gramajo.

Flacso detalla que después de la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, el Ejército dejó de controlar a la población en diversos territorios y “la ausencia de control permitió e incentivó una mayor movilidad dentro y fuera del territorio nacional”, porque disminuyó el temor de las personas a ser perseguidas.

Los féretros de 16 migrantes guatemaltecos asesinados en México a manos del crimen organizado el día que llegaron a la Fuerza Aérea de Guatemala. El negocio del coyotaje se ha deshumanizado con el pasar de los años. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

A partir de entonces, el negocio del coyotaje se vio alimentado porque el fin del conflicto armado interno no representó mejores condiciones de vida para los guatemaltecos.

Flacso puntualiza que el aumento exponencial de la migración se debió, entre otras razones, a “la disminución del estado de bienestar en cuanto al acceso a vivienda, salud y educación”. Esto se combinó con el crecimiento económico de la década de 1990 en EE. UU., que requería mano de obra en sectores como la construcción, agricultura y servicios.

Para esa década la población guatemalteca en aquel país superaba las 225 mil  personas, un incremento de 258 por ciento más que la  anterior, según cifras de la Oficina del Censo de EE. UU.

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Se encarece

Con el aumento de la migración se endurecieron los controles fronterizos en EE. UU., en especial después de los ataques del 11 de septiembre del 2001, mencionan Roldán, Hernández y Gramajo. Las políticas migratorias comenzaron a verse como un asunto de seguridad nacional.

En la medida  que los controles fronterizos fueron mucho más estrictos, así aumentó el precio  que exigían los coyotes a los migrantes. Ya para 2015 era de Q65 mil, porque en el negocio ya se habían introducido estructuras del narcotráfico que cobran una cuota por permitir el cruce fronterizo o el tránsito por sus territorios.

En los últimos años el negocio  del tráfico de personas no solo se extiende a una red internacional, sino que además ha cooptado a funcionarios de gobierno. En ese sentido, se recuerda que México detuvo a 12 agentes del Instituto Nacional de Inmigración por su presunta participación, el 22 de enero pasado, en la ejecución de 19 migrantes en Tamaulipas, entre ellos 16 guatemaltecos.

Miles de personas son deportadas a Guatemala cada año. (Foto Prensa Libre: EFE)

Esa actividad ilícita también se ha deshumanizado a causa de la creciente demanda que existe en los países centroamericanos por las condiciones de pobreza y pobreza extrema que persisten. No son pocos los casos en que los migrantes son secuestrados y las bandas criminales  exigen dinero a los familiares en EE. UU. bajo amenazas de matar a sus seres queridos.

Según  reportes de prensa, el costo de un viaje puede superar los Q150 mil. Muchas personas, para pagarlo, se endeudan y dan como garantía sus inmuebles, que muchas veces, al ser deportadas,  terminan perdiendo.

Sin embargo, pese al incremento de los riesgos y del costo de viajar a EE. UU., en los primeros años del 2000 la migración continuó con un ritmo vertiginoso. Los indicadores sociales empeoraron a raíz de fenómenos naturales que dejaron miles de millones de quetzales en pérdidas como las tormentas tropicales Mitch —1998—,  Stan —2005— y Agata —2010—.

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Con estos desastres, la población guatemalteca en EE. UU. llegó en el  2000 a 372 mil.

En la década  recién pasada los indicadores de Guatemala no mostraron mejoría. Uno de cada dos niños sufre desnutrición crónica, porque el 59 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza y el 23.4 por ciento en pobreza extrema, según datos del Instituto Nacional de Estadística.

Además, cada año más de 7.4 millones de guatemaltecos pasan problemas para conseguir alimentos, de acuerdo con  la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Por su parte, la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014 expone que el 67 por ciento de la población trabajaba en el sector informal, excluida de los beneficios de la legislación laboral y sin certeza de ingresos estables.

Millones de guatemaltecos continúan sumidos en la pobreza y pobreza extrema. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

A ello se suman los desastres naturales que no han dejado de azotar al país, como la sequía del 2014, dos terremotos —noviembre 2012 y julio 2014—, la erupción del volcán de Fuego —junio del 2018— y sucesivas tormentas  tropicales que han profundizado la pobreza, como Eta e Iota en noviembre pasado.

Todo esto disparó aún más la migración. En el 2017, según el censo más reciente de EE. UU., 1.4 millones de guatemaltecos residían en aquel país, y año tras año la cifra  crece, al punto de que después de la colonia mexicana, la guatemalteca es la más numerosa.

A la espera de un dato oficial más reciente, el Ministerio de Relaciones Exteriores estima que tres millones de connacionales se encuentran en EE. UU., lo que daría una tasa de migración del 18%.

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El futuro

La dinámica migratoria ha ido cambiando con los años. Como se mencionó antes, los coyotes pasaron de ser guías a formar parte de bandas transnacionales de tráfico de personas. En octubre del 2018 surgió la primera caravana de migrantes que desde Honduras pretendía ingresar a EE. UU. y que movilizó a unas cuatro mil personas.

Analistas consideran que esta modalidad se relaciona con las condiciones de extrema pobreza, ya que quienes viajan en estas caravanas no cuentan ni siquiera con una propiedad para pedir un préstamo y costear el viaje. Sin embargo, también están ligadas a la sensación de protección que puede causar viajar en grupo.

Los gobiernos, por su parte, han señalado motivaciones políticas en estas movilizaciones.

Desde octubre del 2018 se han conformado una docena de caravanas que han partido no solo de Honduras, sino también desde El Salvador y a las cuales, sin duda, se les han unido muchos guatemaltecos. Pero estas han sido duramente reprimidas por los gobiernos de EE. UU. y México, y también por el de Guatemala.

Destrozos causados en la aldea Camput por las tormentas Eta e Iota. Los desastres naturales han sido parte de la historia del país y también factores que impulsan migración. (Foto Prensa Libre: Juan Diego González)

La migración está íntimamente ligada a lo que ocurra en EE. UU. En Guatemala las personas están dispuestas a seguir migrando, por lo cual las bandas de coyotaje usan cualquier noticia que surja en relación con el tema para engañar a sus potenciales “clientes”.

Así, cuando  Donald Trump salió electo se les dijo que debían aprovechar los meses anteriores a su toma de posesión para viajar, y ahora que triunfó el demócrata Joe Biden les están diciendo  que serán fácilmente admitidos, lo cual ha causado una migración desbordante que está a punto de convertirse en crisis humanitaria.

El gobierno de Biden se inclina más por el combate a la corrupción y el fortalecimiento del estado de Derecho en el Triángulo Norte de Centroamérica para reducir la migración, y designó a la vicepresidenta Kamala Harris —quien anunció su próxima visita al país y a México— para que encabece los esfuerzos, y nombró al diplomático Ricardo Zúñiga como encargado de implementar las estrategias.

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Pero lo cierto es que los propios funcionarios han adelantado que la lucha no será fácil y que los resultados tomarán años.

No hay esperanzas

Al explicar el porqué de la explosiva migración después de la firma de los sucesivos Acuerdos de Paz, Marcel Arévalo, investigador y coordinador del programa Pobreza y Migración, de Flacso, planteó que estos tenían una agenda operativa y otra de desarrollo. La primera se cumplió con los  de cese el fuego, el desarme de la guerrilla y su incorporación a la legalidad.

Sin embargo, apunta, la “ambiciosa” agenda socioeconómica que contemplaban esos acuerdos nunca mostró avances y “las expectativas de los beneficios sociales se fueron derrumbando paulatinamente”, lo que dio lugar a lo que a su juicio es el motor de la migración: los problemas económicos y sociales que cada vez empeoran más.

La llegada de Joe Biden al poder causó una ola migratoria en los primeros meses del 2021. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL

“La gente no tiene oportunidades de trabajo y la informalidad es muy elevada. Por ejemplo,  se van a trabajar a México a ganar menos de lo que ganarían en Guatemala, pero aquí no tienen ni siquiera esos ingresos. Entonces, no hay un estímulo para residir en el país”, subraya Arévalo.

El investigador añade que la situación en Guatemala es “muy deprimente” para sectores como la juventud, que busca oportunidades de estudio pero no las encuentra.

Un panorama con tanta incertidumbre causa desesperanza. “Por ejemplo, en cuanto a corrupción, a cómo está Guatemala en comparación con otros países. Aunque la gente no sea docta en la materia, lo asimilan y lo procesan de alguna manera”, remarca.

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Oferta y demanda

El antropólogo y catedrático universitario Julio Valdez opina que la migración se incrementa en momentos de crisis humanitaria y social, pero que los flujos masivos desde los años ochenta hasta nuestros días  se han visto alimentados por la oferta y demanda de mano de obra.

La administración Biden ha dado gran importancia a la migración desde el Triángulo Norte, prueba de ello es que la vicepresidenta Kamala Harris está a cargo de la estrategia para reducir los flujos. (Foto Prensa Libre: EFE)

A eso se  añade que “el empleo es precario y poco remunerado” y que la economía guatemalteca “sigue siendo muy básica” y enfocada en la producción de materias primas.

En los noventa, otro factor que detonó la migración, según Valdez, fueron las políticas de ajuste económico del Estado que terminaron por disminuir su tamaño. De esa forma se vendieron empresas estatales y se cerraron muchas dependencias que daban subsidios a campesinos, por lo que muchos se quedaron sin empleo y sin medios.

Sin embargo, sostiene que la migración irregular se mantendrá siempre que haya empleos en EE. UU. que lo requieran, y personas en Guatemala que necesiten trabajar.

“La dependencia de la mano de obra ilegal es como la dependencia de la droga, nosotros tenemos el producto, ellos lo consumen. Mientras sigan consumiendo, nosotros seguiremos exportando -trabajadores, y mientras el salario por hora en EE. UU. sea de US$8 o US$10, y aquí  de Q2 mil 800 al mes, el flujo continuará”, enfatizó.

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