Carlos Escobar Armas, consultor en derechos humanos y estado de Derecho, afirma que la Revolución fue un parteaguas entre la tradición liberal y el deseo de hacer cambios políticos y sociales en el país.
Destaca que la conquista más emblemática de la Revolución fue la concreción del Código de Trabajo. “Con esta legis-
lación laboral surgió la necesidad de proteger al trabajador a través del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS)”, expresa.
También señala como avances importantes la autonomía municipal y de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), así como las reformas en materia educativa, quizás, indica, “porque Juan José Arévalo —primer presidente electo de la época revolucionaria— era catedrático y trabajó en educación”.
En cuanto a los logros alcanzados durante el período de Jacobo Árbenz Guzmán, Escobar Armas recuerda el Decreto 900, con el que se intentó una reforma agraria con base en la expropiación de tierras ociosas y el comienzo de la carretera al Atlántico y el puerto Santo Tomás de Castilla.
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Riesgo actual
Los expertos afirman que en la actualidad “los grandes logros de la Revolución están en riesgo”, debido al modelo político vigente y que a siete décadas de la Revolución los conceptos se borran.
El sociólogo Carlos Guzmán Böckler considera que “si se hubiera dejado encaminada la reforma agraria se hubiera creado un sector social que no ttndría que depender de los salarios miserables sino de una economía modesta pero propia.
Amílcar Pop, legislador del partido Winaq, refiere que en torno del Código de Trabajo “se tuvo una regulación laboral importante y de avanzada para la época revolucionaria, pero ahora está amenazada por los nuevos modelos económicos y de relación obrero-patronal”.
“Hoy mismo los factores de poder económico del país, a sabiendas de que el Código es una gran conquista de la Revolución, pretenden hacer que retroceda la legislación laboral, y eso es grave. Hoy más que nunca está en riesgo el Código de Trabajo y las conquistas de los trabajadores”, asegura el congresista.
Artemis Torres, directora de la Escuela de Historia de la Usac, expresa que el modelo de educación que se implementó en la época revolucionaria “lamentablemente se ha desvalorizado ahora por posturas políticas miopes y de sectores sociales que no comprenden que la expresión del arte y humanismo es fundamental”.
“Por ejemplo, han politizado las instituciones y han desvirtuado los procesos que ameritan pensar en la comunidad. Vemos entonces que esos logros se han ido apagando, carreras que se cierran y escuelas de arte que ya no funcionan”, dice Torres.
Frágil autonomía
Escobar Armas señala que otros logros emblemáticos de la Revolución que están en riesgo son el Seguro Social y la autonomía de la Usac.
“Cuando el Ejecutivo, y hablo del caso actual, dispone intervenir el IGSS con el pretexto de que las autoridades estaban haciendo de las suyas, no se respeta la autonomía y entonces se empieza mal”, dice el consultor.
Mientras que en el caso de la autonomía universitaria, Escobar Armas afirma que tampoco se ha respetado. “Algo inusitado en la historia de la
Usac es que en el Consejo Superior Universitario se forme una masa política que sirva para controlar el poder”, expone.
Pop refiere que 70 años después de que “se buscara una justa distribución de la propiedad agraria, ahora persiste y se agudiza la conflictividad por la tierra”.
El diputado asegura: “Ya no es solo el uso de la tierra, sino la utilización de los recursos naturales renovables y no renovables. La conflictividad demuestra la ausencia de políticas de Estado en esa materia. Es urgente entrar a legislar esa materia”.
Torres dice que si no se hubiera truncado la revolución “tuviéramos una Guatemala distinta, con menos violencia, con un grado cultural alto, donde la pobreza sería menos”.
La historiadora agregó que el presente tendría mucha cultura y expectativa hacia lo humano, algo que comparte Escobar Armas, quien agregó que eso repercutiría en una cultura tributaria de la que ahora carece la sociedad.
Sucesos que hicieron historia
Hace 70 años exactos comenzó la sublevación por parte de oficiales jóvenes del Ejército. En principio, sitiaron y bombardearon el Castillo de Matamoros y el de San José con piezas de artillería y tanques.
Los sublevados lograron neutralizar el campo de aviación y el Palacio Nacional. Los primeros civiles en unirse fueron universitarios que llegaron a la Guardia de Honor en la madrugada, mientras que un contingente civil, de obreros, se enfrentó a la Policía en barrios capitalinos.
En las primeras horas del 20 de octubre de 1944, Matamoros elevó la bandera blanca en señal de rendición, y a eso de las 10.30 horas lo hizo el Fuerte de San José. Al caer esas fortificaciones militares, el gobierno del general Federico Ponce Vaides se fue a pique.
Esos hechos propiciaron las primeras elecciones libres y el comienzo de un período de 10 años de modernización del Estado, en beneficio de la clase trabajadora.
El sociólogo Carlos Guzmán Böckler explica que esos sucesos ocurrieron en medio de la gran depresión en EE. UU., la revolución estudiantil en Argentina y los estertores de la Segunda Guerra Mundial, los cuales aportaron elementos para la llegada de la Revolución.
Señala que la gesta revolucionaria encontró eco debido a la existencia de un gobierno totalitario, un estudiantado joven, una clase media sin porvenir económico y jóvenes oficiales del Ejército sin esperanzas de ascensos, lo que causó un malestar generalizado.
Guzmán Böckler agrega que en los 10 años que siguieron a la Revolución “hubo búsqueda de nacionalismo y se abrió la puerta para la participación de partidos políticos y que en las urnas electorales se definiera el futuro del país”.