“Dejo la Gana porque la alianza que hizo con Todos no permite espacios para mi gente en Petén. Hasta ahora, quien me ofrece la oportunidad es el Partido Patriota (PP)”, justificó Barquín al anunciar su retiro de aquella agrupación.
No es la primera vez que un político cambia de color de camisola para mantenerse en el cargo de elección popular. Esta estrategia ha sido usada por políticos considerados caciques en sus departamentos, quienes manejan un amplio caudal electoral. Por ejemplo, el presidente del Congreso, Arístides Crespo, y el diputado Baudilio Hichos.
Ambos llegaron al Legislativo en 1991, el primero por el Partido de Avanzada Nacional, y el segundo, por la extinta Unión del Centro Nacional (UCN). Para continuar en el cargo se unieron al Frente Republicano Guatemalteco (FRG), y años después se distanciaron cuando Hichos se trasladó al partido Unión del Cambio Nacional, donde militó hasta el año pasado, cuando se pasó a Libertad Democrática Renovada (Líder), mientras que Crespo optó por el PP.
“Yo me he mantenido por mi trabajo. En Chiquimula han visto a la persona, no al partido; el partido solo es el símbolo por el que votan, lo que manda es lo que yo he hecho”, afirmó Hichos.
Otro que ha usado esa estrategia es Leonel Soto Arango, quien empezó con la Democracia Cristiana Guatemalteca hace 23 años. Ha militado en varias agrupaciones; la última, el Partido Unionista (PU), que se alió con el recién formado Todos, vinculado con el eterno financista de campañas y contratista de medicina, Gustavo Alejos.
Soto Arango también calificó su triunfo de propio. “Los partidos han sido plataformas electorales. Si la gente vota por mí, es porque conoce mi labor como político, como ciudadano, como pastor evangélico y como catedrático y decano universitario”, manifestó.
“Mutación política”
Para el politólogo Renzo Rosal, esa situación ocurre porque en el país ha habido una “mutación política” que ha distorsionado el qué hacer de las autoridades de Estado.
“Los partidos se han convertido en redes de negocios que mantienen el caciquismo a través de una especie de empresas familiares o eternizando cuadros que ayudan a mantener el estatus de los que en verdad tienen el poder económico y político del país”, dijo Rosal.
Agregó que ese fenómeno se concentra en el Congreso, porque allí se aprueban leyes que pueden prolongar o quitar privilegios, se hacen negocios, se da visto bueno al Presupuesto del Estado, se tiene un contacto directo con el Ejecutivo y se pueden cambiar o detener normativas inconvenientes.
Cristhians Castillo, politólogo del Instituto de Análisis e Investigación de los Problemas Nacionales, afirmó que el transfuguismo es la principal estrategia usada, porque “los caciques no dependen del partido, el partido se beneficia de los caciques”.
Agregó que el clientelismo es la principal arma de estos personajes. “Ayudan a la población con obras mínimas, impulsan programas culturales e incluso auxilian económicamente en sepelios u otras actividades”, comentó.
El clientelismo lo usan diputados y alcaldes, quienes han ampliado su poder, integrando a sus familias en el negocio.
Grandes caciques
Un caso evidente es el de la familia Medrano, encabezada por Arnoldo Medrano, quien ha regentado la Municipalidad de Chinautla por cinco períodos consecutivos, pese a haber sido acusado de crear, junto con su familia, una red de oenegés y empresas constructoras que construyeron obras sobrevaloradas, denuncia por la que perdió su inmunidad y enfrenta proceso legal.
Otros que se han consolidado en el ámbito municipal son la familia Rivera, en Mixco, que comenzó con la participación de Abraham Rivera, padre de quien después ocupó la silla edil y ahora una curul en el Congreso, pese a haber sido señalado de otorgar a la empresa Multicobros el control de recaudación en ese municipio a cambio de una comisión.
Los Rivera perdieron la última elección frente al oficialista Otto Pérez Leal, hijo del presidente Otto Pérez Molina, pero buscan regresar en coalición con el partido Todos.
Herencias
Heredar el caudal electoral es otra estrategia. Castillo afirmó que ese mecanismo sirve para extender el círculo de influencia y para perpetuarse en el poder.
Jaime Martínez Lohayza, secretario general de la Gana, usó ese método en Jutiapa con su hijo Carlos, quien logró una curul.
También la intentó sin éxito el alcalde Álvaro Arzú, con su esposa Patricia Escobar.
Otros que sí han tenido éxito son Mario Estrada, quien logró apoyo en Jalapa para que su hijo obtuviera una curul, y Gustavo Medrano, hijo del alcalde de Chinuatla, quien es diputado por el PP.