Guatemala

Carlos Arriola: El hambre se ha convertido en una cuestión política

El médico Carlos Arriola Monasterio, director médico del centro de recuperación Bethania en Jocotán, Chiquimula, se ha dedicado al tratamiento de la desnutrición infantil severa en Guatemala desde hace 25 años. En una entrevista con el diario español El País, explica que la desnutrición se ha normalizado y critica la escasa voluntad política por garantizar el derecho a la alimentación en un país donde el 48% de los niños está desnutrido.

El médico Carlos Arriola en el Centro de Recuperación de Jocotán, Chiquimula (Foto: Pilar Almenar, El País)

El médico Carlos Arriola en el Centro de Recuperación de Jocotán, Chiquimula (Foto: Pilar Almenar, El País)

Guatemala es el país con mayor desnutrición infantil de América Latina y el quinto país del mundo con mayores índices de desnutrición infantil severa. Para Arriola, esta violación del derecho a la alimentación se agrava en el caso de los niños indígenas, en los que la desnutrición alcanza al 80% de ellos, según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) . 

Por el despacho de Arriola han pasado cientos de niños en los últimos años. Todos enfermos por hambre. No ese hambre de no saciarse, sino la de no tener qué echarse a la boca. Arriola guarda el recuerdo de algunos de ellos en dos grandes paneles con fotografías en las que aparecen en diferentes estados de salud, muchos de ellos sonrientes pese al sufrimiento. A algunos cuesta reconocerles tan pequeños en estado casi cadavérico, piel y hueso, junto a la fotografía del día que salieron caminando, delgados, pero vivos.

El centro de recuperación Bethania, en Jocotán, Chiquimula, nació en 1959 y ha rescatado a infinidad de menores de la desnutrición infantil severa. Con el apoyo de organizaciones como Manos Unidas, el doctor Arriola confirma que sólo necesita una medicina para curarles: “No se les da nada especial. Simplemente comen con regularidad”.

De las 23 regiones de Guatemala, 12 presentan alto o muy alto riesgo de desnutrición, según el mapa de vulnerabilidad nutricional 2015 de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan). Para Arriola, la inseguridad alimentaria y las enfermedades que esta provoca es una cuestión política, de normalización de la pobreza y de su aceptación como inevitable. Pero también es una cuestión cultural. “Tenemos ahora una paciente de 15 años con desnutrición crónica. Su problema es que tiene ya el futuro construido. Ella no va a la escuela, porque según su padre “es enferma”. Cuando se recupere, saldrá de aquí. En dos años conocerá a un muchacho como ella y a los 18 será una mamá desnutrida que dará a luz un bebé con bajo peso y seguirá los mismos patrones alimentarios: café con pan y darle lo que haya. Lo entenderá todo como normal, porque su propia vida y la de gran parte de su comunidad ha sido así y no ven más allá”, describe. “Aquí volvemos a otra triste realidad que a los niños se les cuida más por ser varones. Es una violación de un derecho solo por ser niña pero es real”.

“Tenemos claro que no le vamos a resolver la vida a nadie pero sí podemos contribuir a mejorar. No tiene sentido que recuperemos niños y vuelvan a su casa a las mismas condiciones, por eso nuestros programas llevan un enfoque de educación permanente. Durante muchos años trabajamos la alfabetización de mujeres porque es uno de los mayores problemas en la zona. Las cifras oficiales hablan ahora de entre el 36 y el 42% de analfabetismo pero según lo que nosotros vemos el analfabetismo en la región supera el 80%”. ¿Uno de los mayores problemas? La feminización de la pobreza.

Hambre cero, tierra cero

Arriola es integrante de la mesa de gestión comunitaria del riesgo Guatemala. En el 2012, en el blog de esa entidad, publicó una dura crítica al gobierno de turno “Hambre cero, tierra cero” en el que critica las políticas para combatir la desnutrición donde describe un panorama desolador, sin estructura para atacar el fondo del problema.
 
“No se puede hablar de Hambre Cero, cuando la tierra está también a cero, cuando no se toman medidas estructurales que demuestren por lo menos la intencionalidad de atacar el problema de manera frontal y no abordarlo por las ramas donde sea la misma publicidad la que enmascara la forma de enfrentar un flagelo silencioso que hoy grita la muerte de niños y niñas inocentes, donde su único desmérito fue nacer en este país.

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