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El plan de desarrollo económico impulsado por EE. UU. (que no firmó Guatemala), qué beneficios representaría y por qué no se ha adherido el país

Doce naciones se han adherido al proyecto creado a partir de la Cumbre de las Américas del año pasado, que se vio envuelta en polémica por la incomparecencia de varios líderes de la región.

El presidente de EE. UU., Joe Biden, impulsa la Alianza para la Prosperidad Económica de América Latina, que no está abierta para regímenes corruptos o autoritarios. (Foto Prensa Libre: AFP)

El presidente de EE. UU., Joe Biden, impulsa la Alianza para la Prosperidad Económica de América Latina, que no está abierta para regímenes corruptos o autoritarios. (Foto Prensa Libre: AFP)

El plan Alianza para la Prosperidad Económica de América Latina (Apep, en inglés) vio la luz por primera vez el pasado 27 de enero, cuando un grupo de 12 naciones firmó la declaración conjunta que sienta las bases de este proyecto, apadrinado por EE. UU., cuyo fin es fortalecer las economías de los países latinoamericanos.

El plan, como se pinta en la declaración inicial, sería una gran oportunidad económica para los países, puesto que habla de la eliminación de las trabas aduaneras para facilitar las exportaciones, el mejoramiento de cuestiones logísticas, así como mejorar y alinear los sistemas de reglamentación de las naciones involucradas.

Además, busca reducir la brecha digital, capacitar a la mano de obra, revitalizar las instituciones económicas financieras, hacer crecer las pequeñas y medianas empresas y desarrollar las cadenas de suministros.

Juntos nos proponemos acelerar el crecimiento económico de la región en aras de eliminar la pobreza, reducir la desigualdad y garantizar que los beneficios de este crecimiento se difundan ampliamente”, se lee en la declaración.

El subsecretario de Estado para el Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente de EE. UU., José Fernández, explicó que el objetivo primario del plan será “buscar la manera de mejorar la competitividad regional”.

Expuso que en muchas ocasiones empresas que quieren exportar a EE. UU. fabrican un producto en tres o cuatro países y en alguna frontera suelen toparse con sistemas aduaneros que no funcionan, lo que le resta competitividad a la región.

En contraparte, afirmó que, hoy en día, a muchas grandes empresas les gustaría establecer plantas de semiconductores en países latinoamericanos, pero estos no cuentan con la mano de obra calificada o la materia prima de estos artículos se estanca por trabas aduaneras.

Nació en la polémica

El anuncio del Apep lo hizo por primera vez el presidente de EE. UU., Joe Biden, durante la Novena Cumbre de las Américas que tuvo lugar en junio del año pasado en Los Ángeles, California, evento que estuvo precedido por la polémica ya que varios presidentes latinoamericanos se negaron a asistir porque no se invitó a los mandatarios de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

El presidente de Guatemala Alejandro Giammattei fue uno de los que no acudió a la cita. Antes de que lo invitaran dijo en aquella ocasión: “Yo mandé a decir que no voy a ir”. De esta forma se sumó a los gobernantes de México, Honduras, Bolivia y El Salvador, que declinaron asistir.

El enfrentamiento de Guatemala con Washington ya venía desde tiempo atrás. En diciembre, no fue invitado a la Cumbre por la Democracia, luego de haber recibido una serie de señalamientos de EE. UU. que considera, se han producido una serie de acciones que han debilitado el Estado de Derecho.

Normas y propósitos

Hasta el momento se desconoce por qué un buen grupo de países no firmó la declaración del Apep. En el caso de Guatemala, la Cancillería explico que “es potestad de EE. UU. invitar a quien desee” y que el país ya es parte de varios grupos relacionados al tema migratorio.

No pueden estar todos los países en todo. Siempre hemos dicho que los problemas migratorios en la región no se pueden tratar de manera trasversal así que nos alegra ver que EE. UU. está trabajando en ideas para resolver las distintas problemáticas que se tienen”, refirió la oficina de Comunicación.

“Los problemas migratorios de Chile, Colombia o Panamá no son los nuestros”, concluyó la Cancillería, al parecer no muy informada de que el propósito del Plan no es estrictamente migratorio.

No obstante, para ser parte del Apep, según la declaración inicial, los países deben procurar fortalecer sus democracias y el Estado de Derecho, así como reducir la corrupción, temas muy espinosos en la relación de EE. UU. con los países del Triángulo Norte de Centroamérica.

Fernández afirmó que la principal queja de los inversionistas cuando se habla de iniciar operaciones en Latinoamérica es que no lo hacen “porque hay problemas de Estado de Derecho y porque no confiamos en los tribunales”. En tal sentido, agregó, el Plan busca “crear reglas de conducta que mejoren la estabilidad en los países”.

El subsecretario dejó abierta la posibilidad de que más naciones se adhieran al Apep, aunque remarcó en que el Plan es para las naciones que compartan la visión “de un hemisferio más próspero y democrático”, aunque reconoció, “va a haber países que no cumplan con eso”. 

Plan similar

La crisis migratoria de 2014 que se desató en la frontera sur de EE. UU. por la masiva llegada de menores de edad no acompañados dio pie a la creación del Plan Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica (PAPTN), que buscaba promover el desarrollo de ciertos municipios priorizados para reducir la migración.

El presidente Giammattei se ha enfrentado durante su gestión con la administración Biden, el año pasado declinó asistir a la Cumbre de las Américas, donde se anunció el plan económico que, de momento, deja fuera a Guatemala. (Foto Prensa Libre: EFE)

No obstante, a pesar de que se invirtieron más de Q18 mil millones del 2016 al 2018 —según registros del Ministerio de Finanzas—, el plan fracasó. Los números muestran que, en aquel año la alarma se produjo tras el arribo de 17 mil menores no acompañados; el año pasado, esta cifra casi llegó a 60 mil.

Una atracción

Williams Álvarez, internacionalista y profesor universitario, expuso que un plan de esa naturaleza representaría atractivas ventajas en término de crecimiento económico y acceso a mercados, por lo cual, considera que está diseñado para que las élites económicas de los países no incluidos aspiren a resolver los problemas internos.

“Es algo similar a la Unión Europea. Si se quieren los beneficios de pertenecer a ella —los países— se tienen que comportar bajo los lineamientos de la Unión”, explicó. La premisa es que, al consolidarse la iniciativa los beneficios serán tan obvios que todos querrán pertenecer.

Es como un relanzamiento de las relaciones regionales, si queremos ser parte de los países beneficiados tenemos que trabajar en nuestros problemas internos y no simplemente ignorarlos. Estas alianzas son creadas para que existan incentivos económicos para ordenar la casa y sanear cuentas”, explicó el profesor universitario.

Álvarez no duda en que el Plan fue creado para países con democracias sólidas, orientadas a abordar los problemas de la región, y en ese sentido “Guatemala se encuentra del lado de los problemas, no de las soluciones”.

“Tenemos un régimen mixto de instituciones débiles y cooptadas, no somos un socio fiable para abordar los grandes problemas. Guatemala debería aspirar a unirse, estas alianzas son creadas justo para eso, para que existan incentivos económicos para ordenar la casa y sanear las cuentas”, puntualizó.

Por su parte, Roberto Wagner, también internacionalista, considera que la iniciativa de EE. UU. se da como una respuesta del giro a la izquierda que está adoptado la región y como un intento por contrarrestar la cada vez más fuerte influencia de China en Latinoamérica.

En su opinión, EE. UU. no incluyó a los países del Triángulo Norte de Centroamérica porque tiene años de trabajar en planes con estos para reducir la migración y lo primero que preguntaría alguien que fiscalice el trabajo del Gobierno es qué resultados han tenido con estos proyectos.

Wagner expone que el plan también responde a una agenda política interna del Partido Demócrata puesto que “los republicanos ya critican que EE. UU. ha perdido su influencia en América Latina” y que China, bajo el Gobierno de Biden, ha avanzado mucho en esta región.

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