Según el estudio, los mejores resultados se dieron en las comunidades en donde se utilizan prácticas agrícolas integradas, ya que el índice de desnutrición se redujo hasta un 17 por ciento.
“Se introdujo el uso de variedades mejoradas de frijol, cultivo de hortalizas, crianza de cabras para la producción de leche, y en algunas familias, gallinas para la producción de huevos”, explicó Rodrigo Arias, gerente de Promasa.
El programa atiende a 10 mil 250 familias de 123 comunidades en Sacapulas, Cunén, San Miguel Uspantán, Nebaj, San Juan Cotzal y Chajul.
Además de la introducción de prácticas agrícolas, el modelo de Promasa también consiguió mejores resultados para promover la práctica de la lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses de vida del bebé. “Se incrementó de un 66 hasta un 80 por ciento”, según la medición.
Modelo integrado
Parte de la estrategia consiste en implementar un modelo integrado que incluye áreas de salud y nutrición, medios de vida, manejo de recursos naturales y gestión de riesgo.
De acuerdo con Patricia Ceballos, comunicadora de Promasa, un componente determinante es lograr cambios de comportamiento y sobre todo, involucrar a la comunidad.
En esa línea, se capacitó a grupos de madres lideresas, quienes visitan a las familias, les enseñan a preparar alimentos y les dan consejería en sus comunidades.
Arias enfatizó que la seguridad alimentaria es como un rompecabezas, en donde se necesitan todas las piezas para armar el cuadro.
“En Guatemala el enfoque no ha sido integral, cada quien hace lo suyo y espera que bajo una sumatoria casuística se den resultados, pero no necesariamente van a armar el rompecabezas. En cambio, si desde el principio se diseña un modelo integrado, los resultados van a ser más satisfactorios”, expresó.
Otro proyecto es el cultivo de una variedad de papa especial para las papalinas, con el apoyo de la Fundación Frito Lay, el cual se lanzó este año, y se espera que la semilla se adapte en comunidades de Uspantán y Nebaj.
Huertos y leche
Diego Sarat, de la aldea Media Luna, Cunén, es facilitador agropecuario y asesora a familias de cuatro comunidades. Ha logrado que con pequeños huertos, de seis por seis metros, se obtengan cultivos comerciales como zanahoria, acelga y remolacha, así como macuy, chipilín o bledo.
Como parte de su experiencia, comentó, que es necesario combinar los huertos y la leche de cabra para salir de la desnutrición crónica.
“En mi comunidad, de 48 niños desnutridos, logramos bajar hasta solo tener 15”, afirmó Sarat.
Recordó que aprendieron a no comprar tanta comida chatarra, sino alimentarlos con verduras. “Si no les gusta a los niños, por ejemplo, preparamos la acelga en envueltos o empanizada, para que se la coman”, dijo Sarat.
Agregó: “Construí una galera donde tengo ocho cabras, de las cuales tres vinieron de México, más dos sementales, con la idea de mejorar la raza. Además, planeo tener una sala para producir queso, crema, incluso cajeta”.
Carlos Cárdenas, director de Save the Children Guatemala, expuso que el problema de la desnutrición no es de carencia, tal como en Somalia, sino de falta de acceso a los alimentos.
“El esfuerzo debe enfocarse en que la gente mejore sus ingresos para que pueda comprar”, aseguró.
El programa es financiado por la Agencia para el Desarrollo Internacional, Fundación Frito Lay y varios socios.
Promasa planea trabajar hasta junio del 2012, y después capacitar a las comunidades, para que sean autosostenibles.