Guatemala

“Creí que moriría sin poder despedirme de mis hijos”

Una sobreviviente, localizada en México junto a un grupo de migrantes abandonados en un camión, relató el horror que vivió en busca del “sueño americano”.

Jaime Gutiérrez, originario de Nueva Santa Rosa, fue uno de los migrantes guatemaltecos que murió en Veracruz, México. (Foto Prensa Libre: Oswaldo Cardona)

Jaime Gutiérrez, originario de Nueva Santa Rosa, fue uno de los migrantes guatemaltecos que murió en Veracruz, México. (Foto Prensa Libre: Oswaldo Cardona)

El hecho ocurrió el 4 de octubre último, en Tres Valles, Veracruz, donde las autoridades mexicanas localizaron el transporte con más de 50 migrantes centroamericanos y un ecuatoriano, de los que murieron asfixiados tres guatemaltecos.

La mujer, quien pidió resguardar su identidad, es originaria de Casillas, Santa Rosa, relató que junto a otros cinco conocidos decidió buscar un mejor futuro en EE. UU., por lo que planearon su viaje y salieron el 15 de septiembre recién pasado.

Luego de varias horas de viaje, los seis llegaron a Huehuetenango, donde un grupo de hombres los esperaba para trasladarlos a territorio mexicano, donde luego de cinco días fueron llevados a una bodega e integrados a un grupo de más de 50 migrantes.

“Iban mujeres y varios niños de entre 2 y 6 años. Nos encerraron en un camión y sellaron la puerta con un marchamo de metal. El calor era insoportable y faltaba oxígeno”, recuerda la mujer.

El calvario empeoró luego de ocho días de viaje, de los 14 que duraría, según los traficantes que los llevaban a EE. UU.

“En el furgón -camión- iban dos guías; mientras que en la cabina otros tres. Todos iban fumando marihuana y se burlaban de los que íbamos ahí”, relata la joven, quien recordó que debido a la falta de oxígeno algunos sufrieron shock nervioso y entraron en pánico.

“Buscábamos un espacio en la pared del camión, para conseguir un poco de aire. A los niños les dieron pastillas para dormir, para que no hicieran bulla. Yo como podía trataba de aprovechar un agujero, que con el movimiento del camión se abría y se cerraba”, añadió.

“Después de ver el tormento de todos, me tiré al suelo para ver si podía respirar por debajo de la puerta. Gritaba que nos sacaran, porque ya no aguantábamos. Creí que moriría y ya no podría despedirme de mis hijos”, dice con tristeza.

La mujer añadió que debido a la desesperación fue golpeada y pateada por otros migrantes que querían respirar, lo cual ocasionó que el piloto del transporte se percatara de lo que pasaba y se detuviera.

“Abrieron para bajar a quienes agonizaban, entre ellos mis amigos, a quienes traté de darles respiración. Les salía sangre de la boca y garganta”, relata.

Luego de unos minutos, una patrulla de migración se acercó, lo que hizo que los migrantes corrieran para evitar ser atrapados, aunque muchos fueron localizados escondidos entre matorrales.

“Nos informaron que tres guatemaltecos y un ecuatoriano habían muerto. Yo tomé el camino de regreso a casa”, finalizó la joven mujer. 

Víctimas

Uno de los guatemaltecos que murió fue identificado como Jaime Daniel Gutiérrez Navas, de 22 años, originario de Nueva Santa Rosa, quien viajaba junto a su hermano Junior José, 24, quien permanece en un centro de atención médica en México.

Además, se conoce que las otras dos víctimas son originarias de Quiché y Huehuetenango; mientras que al menos otros 10 guatemaltecos se encuentran hospitalizados en dicho  país.
 

Éxodo

En agosto, cinco migrantes indocumentados perdieron la vida y otros 21 resultaron heridos cuando volcó el vehículo en el que se trasladaban a exceso de velocidad en la carretera que conecta la ciudad de Monterrey, Nuevo León, con Reynosa, Tamaulipas, en su rumbo a Estados Unidos.

Cada año, decenas de miles de migrantes indocumentados ingresan a México para llegar a Estados Unidos, muchos de ellos a bordo de un tren de carga apodado “La Bestia”.

Luego de una crisis humanitaria en Estados Unidos por el arribo masivo de niños indocumentados, el Gobierno de México puso en marcha en el 2014 un programa para impedir a los migrantes subir a “La Bestia”, obligándoles a buscar nuevas formas de transporte.

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