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Afloran rivalidades e intereses

El Acta de Independencia dispuso, entre otras cosas, que se formara la Junta Provisional Consultiva, para que aconsejara en cuestiones de gobierno a Gabino Gaínza. Sería integrada por la diputación provincial establecida por la Constitución española y de dos diputados más por cada provincia.

Luego de la firma de la Independencia surgieron rivalidades entre quienes tenían el poder. (Foto: Hemeroteca PL)

Luego de la firma de la Independencia surgieron rivalidades entre quienes tenían el poder. (Foto: Hemeroteca PL)

La indicada junta celebró al principio sus sesiones en público, y el sitio en que se reunía se vio muy pronto lleno de gente de toda clase, que concurría a presenciar aquel espectáculo de las discusiones de los asuntos de la naciente patria. Los individuos que la componían eran personas de la nobleza, y les asustaba encontrarse en contacto con el pueblo entusiasta.

Don José Francisco Barrundia, el doctor Pedro Molina y don Francisco Córdova eran los jefes de la facción popular, y no teniendo asiento en la justa, asistían al frente de los patriotas a hacer algunas peticiones de interés público. En una de éstas proponían que, desde luego, se hiciese de Guatemala un Estado independiente, sobre las bases de la libertad, la igualdad y la justicia.

Era necesario convocar al pueblo periódicamente para darle cuenta de las operaciones practicadas por la junta a su favor y oír el voto de los ciudadanos que tuviesen algo qué decir, así como informar de las medidas oportunas a tomar para el gobierno de la nación; una de las más importantes era conformar un congreso constituyente para organizar definitivamente la república.

Surgen rivalidades

Se ve por lo anterior cómo iniciaba sus trabajos el partido liberal guatemalteco. Pero aquello no era del agrado de los señores que componían la Junta Consultiva, en su mayor parte monárquicos.

Se colocaron carteles en las puertas del Congreso, donde se informaba al público, que la Junta había acordado celebrar en secreto sus sesiones, con el pretexto que no podían realizar las asambleas frente al pueblo.

Tal cosa pasaba el 29 de septiembre de 1821, es decir, 14 días después de declarada la Independencia.

Desde aquel momento, comenzó a prevalecer entre los gobernantes la idea de unir a Guatemala al Imperio mexicano. Pocos días habían bastado para que la aristocracia guatemalteca pusiese de manifiesto cuáles habían sido los móviles de su conducta el 15 de Septiembre de 1821.

Muere un Bedoya

Tomado del texto de Ramón Salazar: Gabino Gaínza, ya inclinado en sus veleidades a la anexión —a México—, determinó perseguir las reuniones de los libres, y sucedió que el 30 de noviembre de 1821 se hallaban congregados unos 16 individuos de la Junta, tratando del asunto angustioso que amenazaba a la patria. Dispusieron hacer una manifestación pública, y al efecto se lanzaron a la calle dando los gritos de ¡Viva Guatemala libre! La noche era de luna y el grupo iba por las inmediaciones del templo de San José, cuando dos alcaldes reunidos, ambos partidarios de la anexión a México, aparecieron con una escolta de soldados…
La colisión era segura. Alguien lanzó el ¡Quién vive!

Y sin esperar contestación, el doctor don Mariano Larrave, que era uno de los alcaldes, mandó hacer una descarga de fusilería, quedando muertos don Mariano Bedoya y don Remigio Maida.

Esta fue la primera sangre derramada en nuestras revoluciones… Nada sabemos de particular sobre Maida. De don Mariano Bedoya tenemos estos datos: que padeció cinco años de prisión por insurgente, y cuando se promulgó el decreto de independencia de España, este patriota pidió por favor que se le concediese el pregonarlo, el cual obtuvo con gran satisfacción; 76 días después caía muerto por las balas.

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