La imagen estaba dentro de un pasaporte emitido por el Imperio Japonés en 1931.
BBC NEWS MUNDO
Las fascinantes historias detrás de los pasaportes antiguos y modernos
Tom Popol paseaba por un mercado de pulgas en Kioto (Japón) cuando se encontró con una fotografía antigua de una joven vistiendo un tradicional kimono.
Este pasaporte perteneció a Albert Einstein y fue emitido en 1923 por el gobierno suizo. CORTESÍA DE PASSPORT-COLLECTOR.COM
“Abrí la libreta y estaba prácticamente en perfectas condiciones”, le dijo al programa The World, en la Radio Pública Internacional (PRI, por sus siglas en inglés).
Desde ese momento, Popol desarrolló una fascinación por todo lo que tuviese que ver con los pasaportes, tanto antiguos como modernos.
Los sellos de viaje, los retratos, la caligrafía a mano y las actuales medidas de seguridad son algunos de los rasgos que apasionan al coleccionista alemán.
“Reunía más y más, casi siempre fijándome en el aspecto visual de los documentos, todos los sellos de viaje que tenían adentro”, recuerda.
“Luego, en algún punto, me dediqué a investigar más en profundidad sobre la historia detrás de esos pasaportes“.
Popol notó que no había fuentes ni libros sobre el tema, por lo que decidió crear en internet una página especializada.
En passport-collector.com, comparte las anécdotas e historias que acompañan a los pasaportes que hacen parte de su colección.
El reflejo de un país
A Popol le llaman especialmente la atención los documentos de viaje que reflejan los cambios que ha habido en el mundo.
“Busco los aspectos históricos”, cuenta.
“Por ejemplo, cuando un país cambia de gobierno, si utilizan otro escudo de armas, si modifican las firmas, la forma (…) y pensar también en el motivo por el cuál decidieron cambiarlo”.
Los pasaportes de países que ya no existen, como los de la antigua Unión Soviética, son joyas para los coleccionistas.
En esa categoría, Topol pone en el tope de la lista un documento británico-palestino que, según, es un libro de historia en sí mismo.
“Se emitió bajo el Mandato británico de Palestina a un marinero, de hecho era el capitán de un navío”, describió.
“Este capitán tenía un sello en el pasaporte tras haber entrado en 1949 en Israel, un año después de la creación de ese Estado. Eso por supuesto es muy interesante y particularmente único”.
El oficio de coleccionar pasaportes requiere de trabajo investigativo, señaló Topol.
“Si miras el detalle y buscas el nombre, las fechas, los sellos de viaje, es muy probable que te consigas con resultados sorprendentes”.
Sobre el capitán, Topol contó que luego supo que este había sido galardonado por la Guardia Costera estadounidense por haber salvado varias vidas durante un incidente en el mar.
¿El pasaporte con más onda?
Volviendo a estos tiempos, ¿cuál es el país con el pasaporte con más onda?
Topol sugirió a su propio pasaporte alemán como un candidato.
Alemania, que cuenta con la dudosa distinción de tener el pasaporte más falsificado del mundo, acaba de introducir un nuevo diseño este año.
Las nuevas características incluidas en el libro lo hacen tan seguro que ni siquiera la policía las conoce del todo, explicó Topol.
“Algunas están muy escondidas, de manera que solo los diseñadores pueden tomar la decisión final sobre si el pasaporte es falsificado”, señaló.
Para Topol, los pasaportes alemanes previos entraban en la categoría de “los más aburridos”, pero el nuevo diseño puede revertir esa opinión.
“Si miras sus páginas bajo una luz ultravioleta, verás fuegos artificiales impresos, así como una ilustración de la Puerta de Brandeburgo”.
Con su nuevo diseño, Alemania se está uniendo a los países nórdicos, que, según Topol, son los más modernos en la actualidad.
“Los pasaportes de Noruega, Suecia y Finlandia traen entre 40 y 50 características de seguridad y con su estética reflejan sus culturas nacionales”, añadió.
Finlandia, por ejemplo, tiene el dibujo de un reno que empieza a correr a medida que se pasan rápidamente las páginas, como una animación.
Finalmente, Topol hizo mención de un pasaporte que Egipto emitió en 1974 para el faraón Ramsés II.
Este murió hace más de 3.000 años, pero su cuerpo momificado necesitaba un pasaporte para viajar a París a unas reparaciones.
En ese excepcional documento de identidad, en la ocupación del faraón apareció “Rey (fallecido)”.