El cronista de la Ciudad de Guatemala, Miguel Álvarez, expresó: “Los Nacimientos son parte de nuestra cultura, que se heredan de una generación a otra, por lo que no es posible conocer su antigüedad”.
Este tipo de esculturas, la mayoría pequeñas, llamadas domésticas, —de gran calidad y de autoría anónima— necesitaban ser restauradas con el paso del tiempo, aseveró Lara.
Luego del traslado de la capital, del Valle de Panchoy al Valle de la Ermita, en 1776, los primeros restauradores se instalaron en la 13 calle de la zona 1, conocida como la Calle de la Amargura.
Generación de restauradores
El escultor Julio Dubois aprendió, desde temprana edad, las técnicas de restauración que le enseñó su abuelo, del mismo nombre, quien llegó de Francia en 1892, trayendo este arte al que le dedicó 68 años de su vida, hasta su muerte, en 1960.
De las cuatro mil imágenes que esculpió durante ese tiempo, muchas fueron encargadas por iglesias de otros países, principalmente centroamericanas y mexicanas.
Álvarez afirmó que Dubois fue impulsor de la escultura religiosa en el siglo XX, de las cuales destaca la imagen del Señor Sepultado de la Iglesia de la Merced y la Virgen de Guadalupe del Museo de Historia
En el extranjero, refirió Dubois, sobresale la Virgen de la Piedad que se encuentra en la catedral de Beirut, Líbano, y un Cristo Yacente que le obsequió su abuelo al Papa, quien personalmente lo recibió en audiencia.
Al continuar con el legado de su abuelo, Dubois —quien también modela esculturas religiosas de diferentes estilos y materiales— aseguró que muchas de las imágenes que “retoca” son muy antiguas y bellas, algunas de hace 200 o 250 años.
“Un 80 por ciento de las imágenes que recibo vienen con los dedos, manos, pies o nariz quebrados o dañados, que son las partes más frágiles”, aseveró.
El proceso
Las piezas maltratadas se “retocan” —reparan— con pintura de laca, y las que faltan se hacen en madera, sin importar si la imagen es de otro material, como resina de alabastro, pasta —especie de yeso duro y resistente— o fibra de vidrio.
Luego de esculpir las partes, se pulen, se les aplica una base de yeso, para tapar el poro e imperfecciones, se vuelven a pulir y luego se pintan.
En algunas ocasiones se reemplazan los ojos de vidrio, que se colocan en la parte interna de la cabeza, la cual se cercena del lado superior. Dubois explicó que desde septiembre —de cada año— empieza a recibir imágenes del Niño Dios para retoques, y que estén listas para fin de año.
El escultor también restaura otras figuras tradicionales de escenarios navideños, como bueyes, mulas, camellos, ovejas y pastores, pero lamenta que en la actualidad ya no hay tantos Nacimientos como antes; “la gente ahora ya solo adorna el árbol”.
Dubois aseveró que quienes se dedican a este arte son pocos, y aún menos los que consiguen la perfección.
Recomendaciones
Para que estas esculturas conserven su integridad y belleza, el artista recomienda colocarlas en una capilla o escaparate o dentro de las conocidas como “bombas”, elaboradas en vidrio. Cuando sean expuestas en el nacimiento, hay que mantenerlas alejadas de las mascotas, como perros, que suelen mordisquearlas y dañarlas.
Las imágenes se deben limpiar únicamente con agua y jabón y no utilizar ningún líquido químico, que pueda descascarar la pintura. Lo más importante, es que debe ser restauradas únicamente por expertos en la materia.