Se dice que era una mujer bien parecida, ardiente, apasionada, ambiciosa e inteligente. Conocedora de su valía y haciendo uso de su buena posición siempre hizo prevalecer sus derechos como pocas en su época.
Beatriz casó con Alvarado luego de que éste enviudara de Francisca de la Cueva, hermana de ésta y que falleciera en Veracruz, México. En abril de 1539, llega a Guatemala a través de Puerto Caballos -hoy San Pedro Sula- acompañada de veinte doncellas que formaban parte de su comitiva además de una dote de treinta mil ducados de mercadería con muchas cosas ricas, telas, brocados, sedas y tapicería fina, imponiendo las modas españolas en las tierras que después serían su dominio.
Muerte de Alvarado
El “adelantado” estaba empeñado en ir a conquistar la Cíbola, una mítica tierra llena de riquezas al norte de la Nueva España -hoy México-. El 1 de septiembre de 1540 zarpó de Acajutla -hoy, El Salvador- y llegó al puerto de Santiago de Buena Esperanza- hoy, Manzanillo, México-, donde buscó entrevistarse con el virrey Antonio de Mendoza, para considerar la posible participación conjunta en la expedición.
Sin embargo hubo un alzamiento de indígenas en Nueva Galicia -hoy, Jalisco-. El gobernador Cristóbal de Oñate pidió ayuda a Alvarado antes de que este se reembarcara. El conquistador acudió a la batalla, pero en Nochistlán -hoy, sur de Zacatecas-, cuando su columna se retiraba desordenadamente, cayó por una pendiente con todo y caballo. Quedó mal herido; entre insoportables dolores, murió el 4 de julio de 1541. Dice la tradición que cuando le preguntaron qué le dolía, contestó: “El alma”.
La muerte del adelantado provocó un problema de sucesión en la gobernación de Guatemala. Antes de emprender su última expedición, Pedro de Alvarado en previsión de su ausencia, dejó como teniente de gobernador a Francisco de la Cueva, cuñado y yerno, ya que estaba casado con Leonor, hija suya natural. En estas circunstancias y muerto Alvarado, el Virrey de México, nombra Gobernador de Guatemala interino a Francisco de la Cueva. Aunque éste era querido y respetado por los guatemaltecos, recibieron con desagrado la orden por considerarla una intromisión en sus asuntos. Por ello se planerá un singular proceso de sucesión que, si bien terminaría confirmando lo anterior, esquivaba la intervención del Virrey de México, con lo cual todos quedaban satisfechos.
El 9 de septiembre de 1541 se reunió el cabildo de Guatemala y por votación mayoritaria decidió el nombramiento de Doña Beatriz de la Cueva como gobernadora, cargo que aceptó de buen agrado, firmando la toma de posesión como “la sin ventura Doña Beatriz”. Así se convertía en la gobernadora de la Capitanía General de Guatemala, siendo la segunda mujer gobernadora en América ya que María Álvarez de Toledo y Rojas ostentó el cargo de gobernadora de Santo Domingo en la Isla de la Española.
Castigo fatal
Beatriz inconsolable por la muerte de su marido, mandó a pintar de negro las paredes de su casa. Lo que nadie imaginaba que la incesante lluvia que por tres días bañaba el valle de Almolonga sería el presagio del final de la ciudad en dicho asentamiento. La noche del 10 al 11 de septiembre de 1541, la pequeña ciudad de Santiago de Guatemala fue destruida por una correntada de lodo y piedras que bajó del Volcán de Agua. Muchos murieron, incluida doña Beatriz, viuda del Adelantado dentro de la capilla de su palacio juntamente con su séquito de doncellas.
Se dice que la destrucción de la ciudad fue en castigo a doña Beatriz por haber afirmado de que Dios no podía enviarle otro castigo más grande que el de la muerte de su marido. De los Alvarado sobrevivieron únicamente su primo, Francisco y la hija de Pedro de Alvarado con Luisa de Xicontencatl, Leonor. La Sinventura fue sucedida en el cargo por el obispo Francisco Marroquín.