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La revolución que incomodó al gobierno de Estados Unidos

El 19 de mayo de 2003 trascendieron las conclusiones de una conferencia en Washington sobre la desclasificación de documentos de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, concernientes a la intervención norteamericana de 1954 en Guatemala.

Ciudadanos de todos los estratos celebran el 20 de octubre de 1944 el triunfo de la Revolución en contra de la dictadura militar. (Foto: Hemeroteca PL)

Ciudadanos de todos los estratos celebran el 20 de octubre de 1944 el triunfo de la Revolución en contra de la dictadura militar. (Foto: Hemeroteca PL)

Los militares reformistas no fueron del agrado de Estados Unidos en los años cincuenta. El gobierno norteamericano dirigió y financió el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz, para entregar el país al ala conservadora de las fuerzas castrenses, cuyo control sobre la sociedad civil persiste medio siglo después.

Esa es la conclusión que se desprende de los documentos desclasificados por el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia, CIA, así como de las conferencias sobre ese tema dictadas en Washington, en esa fecha.

En enero de 1952, ya se planeaba en la Embajada de Estados Unidos en Guatemala la junta que derrocaría al segundo gobierno de la Revolución, al que calificaban de “comunista”.

En busca del líder

La única característica que debía tener el nuevo jefe de Estado era “ser manejable” por EEUU. “Si con el chantaje se pone nervioso, ya es nuestro. Moverá al Ejército para su lado, asesinará a Arbenz o pedirá asilo”, reza el cable secreto enviado por la misión diplomática estadounidense el 27 de junio de 1954 a la CIA.

La referencia era hacia el jefe militar que encabezaría la asonada golpista, y que habría de ser el coronel Carlos Castillo Armas.

Ese mismo día, los militares conservadores tomaron el poder “por la vía de la intolerancia, quitando el campo para cualquier reforma social”, explicó Oscar Peláez, único historiador guatemalteco que expuso en Washington.

Pero las acciones norteamericanas no se quedaron ahí, también hay evidencias de que John Peurifoy, embajador de EEUU, participó en la escogencia de los dirigentes de izquierda que debían ser asesinados, según el documento 131 desclasificado.

Recrudece el problema

El cambio de poder militar no fue uno más en la historia guatemalteca. Con Arbenz, los militares en el poder tenían una tendencia de reformas sociales y de pluralismo. Los golpistas, en cambio, eran el ala más conservadora del Ejército, indicó Peláez.

Así, los militares se sintieron con la capacidad de hacer del país su proyecto de nación, expresó el investigador Andrew Schlewitz.

“Desde 1944, aumentó su poder, y 10 años después, sintieron que defendían la Patria contra los abusos del Ejecutivo”, señaló Doug Trefzger, historiador del Departamento de Estado.

Los militares conservadores se consolidaron en el poder en 1963, con Enrique Peralta Azurdia.

Para entonces, los militares jóvenes, “reformistas”, decidieron luchar por el poder desde la clandestinidad, y crearon la primera guerrilla, el Movimiento 13 de Noviembre, relató Peláez.

Se acabaron las reformas

De acuerdo con los investigadores, la mayor pérdida para el país fue la desaparición del espacio para las reformas sociales iniciadas por Arbenz.

“Se intentó continuar con muchos de los proyectos reformadores y otros fueron eliminados, como la reforma agraria y la lucha contra los monopolios”, expuso Isaac Cohen, consultor guatemalteco. Además, agregó, “asesinaron a los líderes reformistas moderados durante los siguientes treinta años”.

En América Latina no todos los ejércitos fueron conservadores. Un ejemplo de militarismo reformista fueron los bolivianos, que llevaron a cabo una reforma agraria, recordó Peláez.

Ejército regresa al origen

Para el analista Frank La Rue, la pausa nacionalista y reformista durante los gobiernos de la Revolución terminó en 1954. “Allí, el Ejército regresó al rol por el que fue creado en 1871: defender los intereses económicos; en este caso, de Estados Unidos”, expresó.

El apoyo norteamericano cayó en tierra fértil con el buen recibimiento del Ejército guatemalteco, añadió Schlewitz. El problema fue que el control militar no era coyuntural, sino que echó raíces a lo largo de las décadas, apuntaron los investigadores.

“Durante los sesenta, el Ejército conservador se estableció, y en los setenta, los militares alcanzaron su máxima expresión, al lograr que el Estado caminara totalmente a su ritmo”, narró Peláez.

En los ochenta, en lo más crudo del conflicto armado, los militares dirigieron sus acciones contra la población civil, en lugar de combatir a su enemigo militar.

Democracia nominal

En 1985, por presiones de Estados Unidos, el Ejército cedió el poder a los civiles, aunque de manera nominal, coincidieron los expertos.

“El Gobierno guatemalteco se convirtió en una democracia controlada. Y esto no cambió con los acuerdos de paz, porque el Ejército se sintió vencedor en las armas y perdedor en la negociación”, indicó La Rue.

“No se debió invadir en 1954”

Después de dos días de conferencias y evidencias sobre la intervención de EEUU en la caída de Arbenz, en Washington se respiraba un sentimiento de querer cambiar la historia.

El golpe de Estado no fue ni siquiera debatido en EEUU, enfatizó el historiador Piero Gleijeses, autor del libro sobre la asonada Esperanza truncada. Al parecer, mucha de la iniciativa fue del embajador John Peurifoy.

“Nunca se cuestionó si en verdad era un peligro para la seguridad nacional norteamericana, nunca se consideró si la URSS tenía en realidad contactos, nunca se buscó una alternativa”, reclamó el investigador antes de responderse de que no era una amenaza.

“Había influencia, pero no llegaba a las fuerzas armadas, y allí era donde estaba el poder más significativo”, dijo Gleijeses.

El historiador Oscar Peláez, expositor durante la actividad, indicó que la presencia de los radicales en el gobierno de Arbenz no significaba que el país fuera a convertirse en comunista, sino que abría la posibilidad para reformas sociales.

Sin contacto soviético

David Jickling, ex diplomático de EEUU en Guatemala, recordó que cuando fueron abiertos los expedientes de la URSS, se demostró que durante los años 50 no había ninguna voluntad por imponer un Estado dirigido por Moscú en la región centroamericana.

Aunque el objetivo de la publicación por el departamento de Historia, del Departamento de Estado, es mejorar la relación de los dos país destapando los secretos históricos, la reacción inmediata fue dolorosa.

Andrew Schlewiz, de la Universidad de Wabash, dejó de lado el protocolo, y dijo en español: “A los guatemaltecos, les confieso que estas conferencias han renovado mi tristeza por las acciones de mi Gobierno en su país. Lo siento muchísimo, pero tengo la esperanza de que algún día habrá un gran cambio en nuestra relación con los países del sur”.

A luz, años oscuros de la historia

El Gobierno de EEUU publicó 12,287 archivos secretos de su papel en el golpe de Estado del 54.

  • Los documentos presentan evidencias sobre la intervención estadounidense en el derrocamiento de Arbenz.
  • Las conferencias dictadas en mayo de 2003 trataron sobre los antecedentes, detalles y consecuencias de la asonada golpista.
  • Entre los antecedentes, se descalificó el argumento de que Guatemala era una amenaza para EEUU.
  • Se destacaron detalles como la participación del embajador de EEUU, John Peurifoy, en planificación de asesinatos.
  • También la distribución del manual de asesinatos de la CIA en Guatemala, y que aún se mantiene en secreto el nombre del guatemalteco que dirigió el golpe.
  • Finalmente, se analizaron las consecuencias para Guatemala, en especial el militarismo conservador, del cual el país aún no ha logrado liberarse.

Manual de asesinatos dado por la CIA en Guatemala

Cuando el 21 de abril de 1954 el embajador estadounidense John Peurifoy respondió que el canciller del Gobierno de Arbenz, Guillermo Toriello, “debía ser eliminado”, los agentes de la CIA sabían lo que tenían que hacer.

Contaban en sus manos con el manual de asesinatos, elaborado por la CIA en EEUU.

Estas instrucciones circularon entre los conspiradores estadounidenses en Guatemala, según reconoció el jueves pasado el ex historiador de la CIA, Gerald Haines, en la entrega de 12,287 archivos secretos en Washington, EEUU.

El asesinato de Toriello nunca fue materializado, según el historiador canadiense Christian Lafevbre, porque estuvo entre los que pudieron escapar. La lista de “eliminables” constaba de varias decenas de guatemaltecos.

Para acabar con estos “comunistas”, se debían seguir algunas justificaciones e instrucciones dictadas por la CIA.

“El asesinato no es moralmente justificable, (pero) matar a un líder político, cuya floreciente carrera es un peligro a la causa de la libertad, puede ser necesario. El asesinato tiene que hacerse a conciencia; alguien con moral tímida no se toma en cuenta”, dicta el Estudio de asesinato elaborado por la CIA.

“El asesino necesita las cualidades usuales de un agente clandestino. Tiene determinación, coraje, inteligencia, recursos y condición física”, continúa.

Eso es cuando se trata de un “asesinato seguro”. En “asesinatos terroristas”, debe ser un transeúnte que reciba instrucciones orales de una sola persona.

Para “asesinatos perdidos”, debe tratarse de un fanático, para que se piense que es un motivo personal.

Las “tácticas” pueden ser manuales, accidentales, armadas, en bombas o envenenamiento, cita claramente el documento.

Borran listas

Aunque ya se reconoció por primera vez su distribución en Guatemala, la CIA continúa negando la ejecución de los crímenes. Carlos Osorio, historiador del Archivo Nacional de Seguridad, cuestiona esa negación.

“La única forma de probar que no asesinaron sería ver las listas, y asegurarse cómo murió cada uno. Pero, sin ningún sustento legal, se niegan a publicar los nombres de estas personas, dejando incompleta la historia”, concluyó Osorio.

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