Probablemente haya un cierto exceso de dulzura, de idilio y de quieta serenidad en la mayori?a de estas escenas. A lo mejor las elegimos precisamente por ello: porque aunque todos los di?as deberi?an ser di?a de la madre —asi? como dice el trillado elogio—, la mayori?a de ellos tienen suficientes prisas, angustias y quehaceres como para que las madres se detengan a pensar en si? mismas. Por eso ofrecemos este ramillete de sentimientos plasmados en lienzos a lo largo de las e?pocas.
La imagen de una madre amamantando a su bebe? soli?a ser una alegori?a de la caridad en el siglo XVII. Pintura de Pieter de Grebber (1600-1653).
Esta acuarela evoca toda la serenidad que vive un niño cuando está cerca de quien más lo ama. Pintura de Johan Anton de Peters (1725-1795).
Podría pensarse que es la Virgen María y el Niño Jesús, pero carecen de aureolas, así que se trata de algún retrato encargado. Pintura de Lucas Cranach (1515-1586).
La radiante expresio?n de los rostros contrasta con la penumbra del entorno, el cual tiene un gran aire de cotidianidad. Hija, madre y nieto forman un tria?ngulo de inefable alegri?a. Pintura de Ferdinand Waldmuller (1793-1865).
El gran artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín plasmó la angustia de miles de madres debido a la pobreza.