Este problema no es exclusivo de la Unión Americana, la Directiva de Retorno, aprobada en 2008 por el Parlamento Europeo, que pretende regular el ingreso de migrantes indocumentados a los países del Viejo Continente, también ha alentado estos sentimientos.
En Europa, en los últimos años, se han multiplicado los actos xenófobos que van desde las pintadas, pancartas, folletos, discursos y campañas hasta los actos de violencia como las agresiones individuales y colectivas o la llamada limpieza étnica.
A menudo, medios de comunicación insisten en las diferencias culturales, presentando costumbres y actos culturales ajenos como cosas raras y sorprendentes. De esa manera también fomentan hostilidad, se impulsa la xenofobia contra los extranjeros (africanos, asiáticos o latinoamericanos), y se potencia la exclusión y el rechazo.
Según estudios de la Organización de las Naciones Unidas, una de cada 35 personas es migrante en el mundo, lo que quiere decir que casi tres personas de cada cien se desenvuelve en una nación que no es la suya, al menos por nacimiento. Esta importante estadística da la pauta para reconocer la importancia de analizar el asunto de los extranjeros en relación con sus derechos humanos en la nueva nación que les abre las puertas, y cómo su nacionalidad repercute en el trato que reciben en su nuevo ambiente social.
Punto de partida
La xenofobia se basa en los prejuicios históricos, lingüísticos, religiosos, culturales e incluso nacionales, para justificar la separación total y obligatoria entre diferentes grupos étnicos, con el fin de no perder la identidad propia. Combinando estos prejuicios con el poder económico, social y político, la xenofobia rechaza y excluye a extranjeros, inmigrantes en la medida de que ve en ellos un competidor por los recursos existenciales.
El Diccionario de la Real Academia Española define xenofobia, como: “odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros”. La acepción jurídica del término, según Guillermo Cabanellas, consiste en un odio u hostilidad hacia los extranjeros, siendo consecuencia, por lo general, de un exceso de nacionalismo.
Diferencias
En relación con el racismo, muy entramado con la xenofobia, el mismo diccionario apunta que es la “exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros”. Así también lo describe como la “doctrina antropológica o política basada en este sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo considerado como inferior”.
Como el racismo, la xenofobia es una ideología del rechazo y exclusión de toda identidad cultural ajena a la propia. Se diferencia del primero por proclamar la segregación cultural, y acepta a los extranjeros e inmigrantes solo mediante su asimilación sociocultural.
En la historia ha habido grandes demostraciones de xenofobia y de abuso de todos aquellos que se consideran superiores sobre los supuestamente inferiores. Muchos miembros de religiones étnicas, suelen ser sectarios, manteniéndose circunscritos dentro de sus grupos sin establecer relaciones con otras etnias, por cuestiones culturales que han heredado de sus antepasados.
Los judíos han sido perseguidos desde el principio de los tiempos y todavía sufren discriminación, aunque no lo parezca. Durante la Primera Guerra Mundial fueron exterminados millones de ellos solo por el hecho de ser judíos, y actualmente pertenecer a ciertos sectores les está vedado.
La población negra esclavizada por el hombre blanco, en teoría más educado, fue diezmada durante la época de las colonias, debido a las malas condiciones de vida, el exceso de trabajo y las enfermedades. Aún hoy existe discriminación en el mundo hacia la etnia negra y no tan negra.
Ninguno se considera xenófobo porque en realidad lo ignora. Algunos parecería que aman a toda la humanidad hasta que se les cruza un extranjero en su camino o se animan a vivir en el mismo edificio. Desde el punto de vista psicológico la base de la xenofobia es el miedo a lo desconocido y por lo tanto, el rechazo a lo que es diferente.