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Esto significan las vestiduras de los sacerdotes católicos

Las vestiduras ceremoniales o sagradas que utilizan los religiosos católicos son elaborados por sastres y costureras nacionales.

Arturo González, quien desde hace más de 18 años se dedica a confeccionar vestiduras litúrgicas, calcula que en el 80 por ciento de los casos los feligreses compran estos ornamentos para regalarlos a los sacerdotes, y el 20 restante los mismos clérigos las encargan.


González, propietario de creaciones Marisol, ubicado en el centro comercial de la zona 4, cuenta que otra oportunidad que aprovechan los feligreses para regalar una vestidura sagrada es cuando se celebra la fiesta patronal del pueblo. Lo que más solicitan son casullas, albas, estolas y capas. “El tiempo en confeccionarlas y el precio dependen del tamaño y el tipo de bordado”, explica.

Sin exclusividad

La vestimenta de los religiosos, aunque sin las transformaciones dramáticas de los laicos, también ha tenido algunos cambios.

Una de las costumbres que ha quedado en el recuerdo es el contratar sastres exclusivos, que se especializaban en confeccionar desde hábitos hasta los más complicados ornamentos. En la actualidad, la sotana se usa poco y los religiosos pueden andar en jeans, aunque lo más convencional es la camisa clerical de color gris, negro o blanco, con su respectivo alzacuello blanco. Los pantalones se pueden comprar en cualquier tienda.

El sacerdote Manuel Chilín, dice que en estos tiempos a cualquier sastre o costurera se le encarga la vestimenta, sobre todo la de uso diario. “El pantalón (negro) que tengo puesto es de los que venden en la 6a. avenida a Q40. Salen buenos. La camisa clerical (gris) me la hicieron, y mire cómo me queda el cuello”, cuenta el religioso.

El sacerdote Fernando Arreola, de la Pronotaría Eclesiástica del Arzobispado, explica que esta manera más relajada de vestir tuvo su origen en la década de 1960, a raíz del Concilio Vaticano II. De éste se desprendió salir a la calle sin la acostumbrada sotana, aunque hay algunos religiosos, sobre todo los de edad avanzada, que acostumbran utilizarla por devoción, costumbre e identidad. Por lo general son los dominicos, franciscanos y benedictinos los que conservan dicha práctica.

El sacerdote Chilín declara, no obstante, que algunas piezas confeccionadas para la alta jerarquía católica son elaboradas en los conventos como las Clarisas de Puerta Parada o las hermanas de la Cruz en Quetzaltenango. El sacerdote considera que lo más valiosos de estas vestimentas es que son tejidas a mano por las monjas.

El hábito eclesiástico es el vestido que deben usar los obispos, sacerdotes y todos aquellos que se dedican al servicio de Dios en el estado eclesiástico, y el que más los ha identificado durante siglos es la sotana, que consiste en una vestidura amplia que baja hasta los talones, cerrada por delante y con mangas bastante largas. “En la actualidad se utiliza poco, a excepción de algunas órdenes”, dice Arreola.

La sotana debe ser blanca para el Papa, a causa de su suprema dignidad; roja para los cardenales; morada para los obispos; pero en los días de penitencia y cuando se hallan fuera de su diócesis, sotana negra; los sacerdotes y clérigos inferiores usan siempre sotana negra.

Vestiduras sagradas

Las vestiduras litúrgicas o sagradas son los atuendos utilizados por los ministros católicos en las diversas ceremonias. Estas indumentarias, además de su función protectora, elegancia y estética, tienen una intención simbólica. “En la eucaristía, la casulla, por ejemplo, no es un signo de superioridad, sino “nos recuerda que los ministros no estamos actuando a título personal, somos ministros de la Iglesia”, comenta el sacerdote Chilín.

Parte de la vestidura sagrada es el atavío blanco que los ministros de la Iglesia deben usar debajo de los ornamentos, durante las ceremonias litúrgicas. Esas son: el amito, el alba y el cíngulo. La estola y casulla son prendas distintivas. “El color de esta última depende del tiempo litúrgico y simboliza la caridad que cubre todos los pecados”, afirma el sacerdote Chilín.

En resumen

  • Alba: proviene del latín alba, que significa blanca. Es el vestido que se consideró básico para todos los ministros en la celebración litúrgica. Es blanca para simbolizar la pureza de los ministerios.
  • Cíngulo: la palabra latina cingulum viene de cingere, que significa ceñir. Este cordón es útil para ceñir a la cintura ciertos vestidos amplios como el Alba.
  • Amito: del latín amictus, que significa rodear, envolver. Es un lienzo blanco, rectangular que emplean los ministros de la liturgia debajo del alba cuando ésta no tiene cuello.
  • Estola: es una tira de tela, más o menos de entre 15 y 25 cm de ancho, de colores, que pende del cuello. Es común de todos los ministros ordenados, con la diferencia de que los sacerdotes se la cuelgan en torno a los dos hombros sobre el alba y bajo la casulla, y los diáconos, cruzada desde el hombro izquierdo al derecho.
  • Casulla: viene del latín casulla que significa casa pequeña o tienda. Se llama casulla a la vestidura que el sacerdote se revista por encima del Alba y la Estola, a modo de capa o manto amplio, abierta por los lados y con un hueco para la cabeza. La casulla es la vestidura que caracteriza al que preside la Eucaristía.

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