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Argentina ante el primer balotaje de su historia: ¿es el final de un ciclo?

Los argentinos tendrán el 22 de noviembre el primer balotaje de su historia para definir al próximo presidente entre el oficialista Daniel Scioli y el opositor de derecha Mauricio Macri, el gran vencedor de los comicios del domingo, aunque analistas discrepan sobre un eventual fin de ciclo.

“Este es el golpe más fuerte que sufre el kirchnerismo en 12 años que existe como fuerza política”, dijo este lunes a la AFP el analista Rosendo Fraga.

Aunque Scioli resultó el candidato más votado con 36,86%, la efímera distancia que lo separa de Macri (34,33%) del frente Cambiemos, coloca al candidato de Cristina Kirchner en el paradójico papel de derrotado.

“El gran ganador es el que quedó segundo”, dice Fraga aunque cree al kirchnerismo capaz de resurgir de sus cenizas para sobrevivir más allá del 10 de diciembre cuando Cristina Fernández de Kirchner concluya su segundo mandato.

Todos los sondeos se equivocaron al dar vencedor a Scioli por una diferencia en promedio de ocho puntos.

“El kirchnerismo ha sobrevivido a otras crisis y a otras derrotas electorales. Decir que el kirchnerimos se ha completamente terminado quizás sea un poco aventurado”, sostiene Fraga.

Gabriel Puricelli, sociólogo del Laboratorio de Políticas Públicas, discrepa. En su opinión el sorpresivo mensaje de los electores representa sin dudas “un fin de ciclo”.

“Es un golpe duro para el Frente para la Victoria (el partido que fundó Kirchner). Si Scioli quiere ganar, deberá reaccionar”, afirma Puricelli.

En su opinión, si pierde la segunda vuelta, “Scioli pasará al olvido en cinco minutos”. “El sciolismo sin gobierno, no existe”, afirmó.

Frutilla del postre

En el caudal de votos de Cambiemos pesó la victoria de su candidata María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, donde Scioli gobierna desde 2007 y el kirchnerismo tiene su base más dura.

La derrota es un golpe feroz para el oficialismo en este distrito que concentra casi el 38% del padrón electoral. El folclore político argentino indica que quien gana en la provincia de Buenos Aires gana en el país: ¿será así está vez?

“La derrota en la provincia de Buenos Aires tiene un gran valor simbólico, ese clima sin dudas también favorece a Macri”, apuntó el sociólogo Ricardo Rouvier, de la consultora homónima.

Además de la gobernación, el oficialismo “ha perdido muchas intendencias que históricamente estaban en manos del peronismo”, en un primer cordón de la periferia de la capital argentina donde el kirchnerismo ha basado buena parte de su poder de movilización callejera y donde viven miles de los que reciben su ayuda social.

“De todas maneras el balotaje hay que pasarlo. No hay que desvalorizar la importancia del peronismo cuando va a una contienda presidencial”, señaló Rouvier.

Ola de votos para Macri

“A pesar de que en los números perdió, Cambiemos en realidad ganó, esto puede provocar una ola de votos a favor de Macri; ahora hay que esperar si ocurre o no”, dijo Rouvier.

Aunque el resultado contradice los resultados de los sondeos, el analista estima que “confirma la tendencia que viene desde las PASO (primarias del 9 de agosto) en cuanto al reforzamiento del sector opositor y el debilitamiento relativo del oficialismo”.

Según Fraga, “sin el impacto de Vidal, difícilmente Macri tenía el resultado que obtuvo a nivel nacional. Yo lo llamo una ola de la provincia de Buenos Aires que generó un efecto político”.

El resultado sorprendió a todos los analistas detrás de los sondeos que circularon en los últimos meses e incluso a los mismos militantes en el bunker de Cambiemos.

“Todas las encuestas marcaban un triunfo de Sioli sí, pero por más diferencia. Ni siquiera los boca de urna acertaron. Hay que pensar seriamente qué es lo que pasa en la sociedad” con este voto que marca un giro a la derecha, dijo Rouvier.

Pese a todo, y al igual que Fraga, Rouvier no cree que Argentina esté a las puertas de un fin de ciclo.

“Cuando se habla de fin de ciclo en política y se anticipa la muerte simbólica de un partido, yo retrocedo. En realidad no hay nadie que lo pueda anticipar”, dijo.

El empresario liberal o el kirchnerista moderado

Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires, expresidente de Boca Juniors y defensor de la libre empresa disputará voto a voto con el oficialista Daniel Scioli, un deportista conciliador y con inclinación a la centroderecha, la presidencia de Argentina en el balotaje del 22 de noviembre.

Scioli, es un flamante administrador de empresas de 58 años, locuaz a la fuerza en los últimos meses de campaña y sin carisma. Entró en la política apadrinado por el expresidente peronista neoliberal Carlos Menem (1989-99), quien convirtió en táctica electoral su preferencia por gente del deporte y la farándula.

Scioli era un campeón mundial de motonáutica.

Macri, de 56 años, es el hijo de otro magnate de los negocios, Franco Macri, fundador de un imperio industrial y de servicios. Estudió en institutos privados, aunque comparte con Scioli la pasión por el deporte y por Boca Junior, uno de los dos equipos más grandes de Argentina, así como ser ambos descendientes de inmigrantes italianos.

“La gente tiene dificultades para detectar las diferencias entre ambos”, dijo el lunes la directora de la consultora Management & Fit, Mariel Fornoni. Scioli es cordial con las patronales agropecuarias, enemigas feroces de Kirchner, además de ser amigable con los mercados y las grandes corporaciones. El día y la noche con el estilo confrontativo de la mandataria.

Accidente terrible

El hombre que pactó con Kirchner la sucesión sufrió una desgracia personal en un accidente con su lancha con motor fuera de borda. La hélice le mutiló el brazo derecho en 1989. Se muestra como un ejemplo de superación. Tuvo que aprender a ser zurdo, aunque lejos está de parecerse a un hombre de izquierda.

Su contrincante, alcalde de la rica ciudad de Buenos Aires, es el fundador del partido PRO emparentado ideológicamente con el Partido Republicano de Estados Unidos.

Para ensanchar su base intentó una audaz alianza con la debilitada Unión Cívica Radical (UCR, socialdemócrata) e incluso trató de seducir al peronismo no kirchnerista. Inauguró un monumento a su líder histórico, Juan Perón (1946-52; 1952-55 y 1973-74), y dijo estar de acuerdo con los derechos sociales que consagró.

Scioli está en pareja con la exmodelo Karina Rabolini. De una relación extramatrimonial tiene una hija, Lorena, a la que reconoció cuando tenía 15 años, pero mantiene con ella un vínculo estrecho.

Macri es más bien parco, pero en campaña se lo vio sonreír y abrazar abuelitas y niños al recorrer las provincias más pobres del país.

Sus detractores sostienen que es un “niño bien” de la oligarquía, pero ha construido el primer partido derechista con fuerte apoyo electoral en la historia política argentina.

Scioli gobierna desde 2007 la provincia de Buenos Aires, bastión tradicional del peronismo, con casi 16 de los 40 millones de argentinos.

A puro baile

Macri no teme al ridículo y baila de manera bizarra para festejar en un escenario sus triunfos electorales. Intenta imitar al extinto Freddy Mercury, al que admiraba.

A Scioli le encanta el venezolano-argentino Ricardo Montaner, a quien le encomendó crear y cantar el eslogan de campaña. Le gusta el dúo Pimpinela. Los intelectuales del kirchnerismo observan espantados estos gustos musicales.

El abuelo italiano de Scioli empezó con esfuerzo el negocio familiar. “En mi casa los pasillos estaban llenos de heladeras y calefones”, recuerda. La Casa Scioli fue en los años 70 y 80 una popular cadena de artículos electrodomésticos.

El mayor sueño de Macri no fue la política sino ser “ser el 9 de Boca o cantante”. Jugó al fútbol entre amigos, como lo hace regularmente el candidato oficialista, aunque en un campeonato de Futsal (fútbol de cinco jugadores por equipo) en su club La Ñata, al norte de Buenos Aires.

El alcalde de la capital logró ser el presidente de Boca en el ciclo más exitoso de su historia, con 17 títulos ganados, 11 de ellos internacionales. Se ha casado tres veces y tiene tres hijos.

Ahora está casado con la empresaria textil Juliana Awada, de 41 años, amiga de Rabolini. De esa unión nació una niña de tres años.

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