Ese fervor se puede presenciar cualquier jornada en este caluroso municipio asentado a orillas del río Magdalena, pero sobre todo el 2 de noviembre, día de los Fieles Difuntos. Ese día el cementerio está repleto de vivos que vienen a visitar a los muertos propios y ajenos.
BBC NEWS MUNDO
Colombia: el impactante culto a los muertos que existe en Puerto Berrío
Un pueblo donde la torre de la campana de la iglesia sigue siendo el edificio más alto: Puerto Berrío, un lugar de fe católica en un departamento fervoroso -Antioquia-... En un país de fe: Colombia. Si creen que en toda Colombia, sobre todo en Antioquia, hay un fuerte culto a las almas del purgatorio, esperen a leer sobre Puerto Berrío.
Sentadas sobre una tumba cuchichean dos mujeres jóvenes y una señora mayor, mientras esperan que se sean las 5 de la tarde, cuando comienza la misa para las benditas almas del purgatorio.
Me llaman para charlar.
Las muchachas, Liliana Valencia y Andrea Andrade, son pareja, y Rosalba Santos es una señora que acaban de conocer.
“Nos mandaron con el sepulturero de acá y nos dijo ‘yo enterré uno pero tal día’ “, me dice Liliana. “Entonces como la familia no se dignó a venir a ‘sepulturarlo’… hace poco más de 10 minutos lo acabamos de escoger como para hacerle novenario”.
El novenario es un rezo, en este caso dedicado a los difuntos, que se hace a lo largo de nueve días (nueve, novenario, noviembre, todas del latín novem). Un rezo que no se sabe cuánto efecto tiene en los muertos, pero que ciertamente tiene bastante en quienes lo pronuncian.
-“Uno le pide a él como con esa fe, con esa devoción, que hasta uno por cierto siente como un frío. Vea, hasta todavía me da como “escaramucias” del frío que a uno le da”. describe Liliana.
-“Tu le pediste y tu le ofreciste, así es”, le responde, pedagógica y solemne, la señora Rosalba.
-“Y si él no nos cumple, de todas maneras yo cumplo con lo que le prometí”.
-“Y yo la apoyaré”, remata Andrea Andrade.
Rosalba Santos nunca adoptó un muerto ajeno, pero sabe cómo se hace: “Yo he escuchado que hay que tener mucha fe, ser uno con carisma, como que sí le va a hablar de verdad, porque si uno dice ‘ah, escogí este NN (cadáver sin nombre, sin identificar) y ya’, no. Hay que pedirle pero hay que prometerle; porque si él le da y usted no le da, no lo va a aguantar”.
¿Darles qué? “Al menos un rosario, una misa, algo así”.
¿Y qué le pidieron Liliana y Andrea? No me lo quieren contar, pero me dan a entender que es algo respecto al éxito de su relación.
Es que este día especial lo comenzaron peleando; fue cuando conocieron a Rosalba, que estaba sentada de casualidad a su lado mientras hacían un trámite. La mujer, con espíritu de reconciliadora, puso en su celular una canción de amor. Todas sonríen cómplices cuando me lo cuentan.
Las tres mujeres se volvieron a cruzar otra vez a lo largo del día y al final, de tanto encontrarse, decidieron venir juntas al cementerio.
“Y estamos como si fuéramos amigas de toda la vida”, dice Liliana.
Fue un día extraño para ella. ¿Será que en los lugares donde la creencia en lo supranatural es fuerte ocurren más cosas extrañas?
***
La de adoptar muertos ajenos, especialmente NN, aquellos sin nombre, aquellos que llegaron arrastrados por el río, muchos víctimas de muertes violentas en el marco del conflicto interno colombiano de más de medio siglo, es una costumbre que se cree puede darse en otras partes de Colombia, pero Puerto Berrío es sin duda la capital nacional de esta práctica.
A María Dilia Fajardo la encontré rezando frente a las bóvedas con NN del cementerio del pueblo: “Almas cautivas rogar a Dios por nosotros que nosotros rogamos por vos Padre Eterno yo te ofrezco por la pasión y muerte Nuestro Señor Jesucristo por los dolores de la Santísima Vírgen por los de San José por nuestros pecados por los pecados del mundo y la libertad de todas estas benditas almas del purgatorio”.
Escogió a dos NN e hizo que los colocaran en un osario. Los osarios son más pequeñitos que las bóvedas, pero son permanentes (en las bóvedas los restos quedan tres años y luego se ponen en bolsas en celda de custodia). Claro, hay que pagarlos.
Cuestan 400.000 pesos colombianos, hoy unos US$130. Se ve que estaba agradecida María Dilia.
Y les sigue pidiendo: “Tengo uno que en una desesperación de que el chino, el hijo mayor, se me iba a torcer, y tal cosa, y lo escogí y se lo puse como de ángel de la guarda. Y cada vez que él está desempleado, o tal cosa, voy, lo toco: ‘¿Quihubo, pues? Que usted es el ángel de la guarda, échelo pa’lante y protéjamelo de todo mal y peligro”.
En general la gente les pide favores de este tipo, piden por trabajo, salud, que le cuiden a familiares. Piden por dinero. Casi todos se la pasan hablando de dinero en Puerto Berrío -María Dilia no-. La espiritualidad ayuda a vivir, pero no da de comer.
A veces los pedidos no son tan inocentes. “Hay mucha gente que los escoge para bien, otros los escogen para mal, para maldad; Yo no sé para qué los tiene ahí el Señor a ellos dispuestos”, me dice María Dilia, mientras se despide, da media vuelta y sigue rezándole a las placas de cemento.
Escuché que alguien una vez le pidió a las almas que muriera una persona que consideraba su enemiga.
***
A Sandra Milena Fuentes Correa le interrumpo la conversación con un amigo, pero con la tradicional simpatía de la gente de esta zona me recibe muy amablemente. Paso a su casa, que es a la vez la tienda de la que vive, en un barrio en las afueras de Puerto Berrío, calles de tierra y viviendas en general humildes.
Sandra adoptó dos NN. “Uno era un señor de edad, el otro sí era un muchacho que estaba en pantaloneta y camiseta y tenía los tenis en una bolsa ahí metida en el cajón”. Lo bautizó con un nombre lo más bíblico que pudo: Moisés de Jesús Santos.
Confiesa, con una risita avergonzada, que no los visita tan seguido. Pero cuando va se asegura de que no sea en vano.
-“Voy y les toco la tumba y las despierto (a las almas): ´Bueno, bueno, ustedes aquí durmiendo bien relajadas y yo allá pasándolas verdes y maduras. No, pónganse las pilas´. Y empiezo a ver resultados. Me toca ir a despertarlas porque duermen mucho”.
-¿Alguna vez le fallaron?
Y ahí me contó el sueño: cómo dormida vio su casa, que en su casa estaba una amiga, que a la amiga la capturaba la policía.
“Yo siempre les pedía a ellas y les decía que me ayudaran, que no me dejaran coger, que si alguna cosa que me avisaran con tiempo”.
“Yo no comprendí el sueño”, dijo resignada.
Así que la detuvo la policía. En su casa. Como en el sueño. Condenada a ocho años por venta de estupefacientes. Estuvo cinco meses en prisión y lleva cuatro años de arresto domiciliario.
“Todavía estoy pagando, vea”. Me muestra una tobillera electrónica. “Me faltan cinco meses, gracias a dios, para salir de esta pesadilla”.
Cree que fueron los NN los que hicieron que sólo pagara cinco meses en la cárcel.
“Le prometí a las ánimas que yo no lo volvía hacer, que me sacaran de allá, que yo no lo volvía a hacer. Que así me tocara vender empanadas, lo que fuera, porque yo no lo volvía hacer. Y yo no les fallo, porque yo sé que entonces me la van a cobrar”.
***
La creencia en que las almas de los muertos pueden ayudar y la costumbre de adoptar NN es algo que se suele heredar en Puerto Berrío.
Sandra lo aprendió de su madre, Marta Ángela Correa, quien vive en una casa a 20 metros de ellla y también tiene una tienda. En el cementerio hay tres NN “suyos”.
“Arnulfo Laverde y Margarita Ruiz, una pareja”, dice de los dos primeros. Los nombres le vinieron a la cabeza no sabe de dónde. El tercero es Nilo Navas, un nombre que le puso la Fiscalía al cuerpo para que quedara claro que es un NN.
Es que al adoptarlos muchas veces pintan las tapas de las bóvedas con los nombres nuevos y borran los datos que dan cuenta de que es alguien cuya identidad es desconocida.
“Hay casos donde se perdió la trazabilidad totalmente, porque lo que hacen es despistarnos”, me dijo en una conversación telefónica Carlos Fidel Villamil Ruiz, director de Justicia Transicional de la Fiscalía, área encargada de rastrear los cuerpos de los miles de desaparecidos que hay en Colombia.
Sin embargo, dice que en general no tienen problemas. Recientemente, además, se le pega una chapita con un número a alguno de los huesos del cadáver, de modo que no se pierda el registro del NN: especialmente la fecha en que fue hallado.
Hablando de huesos, Marta Ángela se levanta, va a su cuarto, vuelve y me muestra una vértebra que sacó de una bóveda del cementerio. Es un amuleto para ella. Como las fotos de personas muertas que tiene en un altar en su habitación. El sentirse rodeada por las almas le de una especie de cobijo.
“Aquí en cualquier momento yo siento ese olor de huesito, de tumba”, me mira, mira alrededor. “Entonces les digo: ‘Aquí están conmigo, yo sé que están conmigo’ “.
***
Al barrio de Marta y Sandra me llevó Hugo Hernán Montoya Gómez. “Este barrio es peligroso”, me dijo cuando salimos. (“¡Gracias por avisarme antes de entrar!”, pensé). “Con usted no iba a pasar nada”, le dije.
Hugo Hernán es el animero del pueblo. Según la creencia local es quien más cercanía, diálogo y -por extensión- apoyo tiene por parte de las almas de los difuntos. Con él no tenía por qué temer. Si no era por la protección de las almas, al menos porque es una cara conocida en el barrio.
Antes de visitar a Marta y Sandra, nos sentamos a conversar junto al marrón Río Magdalena, mientras caía el sol y picaban rabiosos los mosquitos.
“El cementerio más grande que hay en el país es el río Magdalena”, dice mirando las aguas con los ojitos chiquitos bajo la improbable gorra de oficial retirado de la Marina de EE. UU. “Porque aquí es donde tiraban los grupos armados al margen de la ley”.
- Qué cambió en Colombia para que dejaran de aparecer cadáveres todos los días en Barrancabermeja
- ¿Por qué empezó y qué pasó en la guerra de más de 50 años que desangró a Colombia?
Eso era antes. Sobre todo desde el 2005 para atrás, según saben en la oficina local de Medicina Legal. En todo el 2016, hasta noviembre, solo hubo una persona que fue al pabellón de los NN, el señor que adoptaron Liliana y Andrea.
Pero en el 2000, por ejemplo, llegaron al cementerio de Puerto Berrío 19 cuerpos en Condición de No Identificados (CNI, es la sigla que reemplaza a NN en el discurso legal).
Desde la década de 1990 hasta hoy Medicina Legal tiene unos registrados 160 CNI o NN en Puerto Berrío. Hay uno menos desde hace pocas semanas, era el cuerpo de un hombre que había llegado al cementerio en el 2001. Alguien lo había escogido para pedirle favores y rezarle. La hermana finalmente lo fue a reclamar y las pruebas de ADN dieron positivo, pero cuando estuve por el pueblo todavía no habían ido por él. La familia vive lejos.
¿Sufren más las almas de los que padecen una muerte violenta, de esos cuerpos que fueron tirados al río?, le pregunto al animero. “Es el mismo descanso”, me responde, “porque lo que tiran al agua es el cuerpo, no el alma”.
Sigo curioso. ¿Además de saber de las almas de los difuntos, qué hace un animero? “Pedir por el eterno descanso de esas almas que están al borde del abismo infernal, por aquellas almas que están en riesgo de condenarse, pedir con un Padre Nuestro y un Ave María por el descanso de ellas”, me cuenta.
Pero el 2 de noviembre, día especial, noche especial, hace algo más. Se pone una capa de plástico negro, con capucha, y un retrato blanco de Cristo estampado en el pecho, una camándula dorada en una mano, un libro de rezos y una campana alternativamente en la otra, y hace un recorrido que parte a medianoche del cementerio y recorre las calles del pueblo, seguido por un grupo de fieles. Este año Sandra estaba entre ellos, con una vela en su mano.
En la esquina del cementerio había dos policías en moto (¿sería por ella?).
Dicen los que creen que el animero saca a pasear a las almas de los muertos del cementerio para que los vecinos recen por ellas y las devuelve al terminar el recorrido, a las dos o tres de la mañana.
***
Caminando de acá para allá entre las tumbas está Luz Miriam Atehortúa. No vino a rezarle a las almas del purgatorio, no es lo suyo (está acompañando a otros periodistas que también se interesaron por lo que pasa en Puerto Berrío).
“No creo en un ánima, el muerto muerto está”, asegura. “A mí no me da para creer en ellas, yo lo que puedo hacer es desearles que Dios los tenga en su descanso. Pero yo ser esclava de (ellas) no”.
Hay mucha gente, me explica, que lo hacen para pedirle favores. Pero hay otros que perdieron algún familiar, alguien que está desaparecido, y se aferran a un NN. A veces hasta le ponen el mismo nombre del familiar que no está.
Unos metros más allá hay una mujer enfadada porque vio que la tumba de su NN escogido tenía pintadas unas palabras en azul y parafina chorreada de alguien que le había puesto velas.
Se queja con el sepulturero. Las palabras, le explica el hombre, las escribió la Fiscalía para poder identificar el cuerpo. No se pueden borrar. Pero el sepulturero trepa las bóvedas -la mujer es de las de arriba- y limpia la parafina.
Se llama Dalgy Elena Delgado y es líder comunitaria y concejal de Puerto Berrío. Hace como 30 años desaparecieron dos tíos suyos. Nunca más se supo de ellos.
“Un lunes 27 de abril del 2008, el padre nos contaba terminando la eucaristía de que había traído, no hacía 20 minutos, a un cadáver que habían encontrado en el río Magdalena, y que lo habían asesinado muy brutalmente”, me cuenta.
“Casi que me acordaba de mis dos tíos; inquieta al terminar la eucaristía, ya saliendo del cementerio, me dirigí y de inmediato pude visualizar esa tumba. Estaba fresquita. No hacía ni 5 minutos que le habían colocado la capita de cemento. De un momento a otro, eso fue instantáneo, salió el nombre que yo tenía que darle. Es como si algo me hubiera dicho ‘este lo vas a adoptar, este ser que te tocó en esta eucaristía lo vas a adoptar y este es el nombre que le vas a dar'”.
“Él se llama Miguel Andrés Duque”, dice.
Dalgy sí vino al cementerio, que está lleno, para participar de la misa; es muy devota.
“E 2 de noviembre hacemos una oración por todas las almas benditas, por todos los difuntos, y todo ese mes es de las almas benditas del purgatorio. Para nosotros en Puerto Berrío ese mes es de oración para ellos, un mes muy especial”.
***
La devoción por las almas de los difuntos, la costumbre de adoptar cuerpos sin nombre, sin familia, sigue en Puerto Berrío. Pasa de madre a hija, de un vecino a otro, de amiga a amiga. De abuelo a nieto.
Hugo Hernán lleva 17 de sus 62 años de vida como animero ¿Pensó en un sucesor? Hay un nieto, me dice, que cuando era niño prometió que si se salvaba del dengue que lo tuvo cerca de la muerte, seguiría sus pasos. Ahora tiene 18, pero la madre no quiere que lo haga.
Hugo Hernán dice que no tiene opción, que tiene que cumplir.