Es una iniciativa que se baraja en múltiples países: Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, España o Chile.
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Coronavirus: qué es el “pasaporte o carné de inmunidad” a la covid-19 y por qué genera polémica
Como tantas otras cosas en esta pandemia, los llamados "pasaportes o certificados de inmunidad" parecen sacados de la ciencia ficción.
De hecho, el gobierno de Sebastián Piñera puede que se convierta próximamente en uno de los primeros del mundo -aparte de China- en implementar una iniciativa de este tipo a nivel nacional.
¿En qué consiste?
La premisa es sencilla: comprobar que alguien ha pasado el SARS-Cov-2 y es inmune al virus, y otorgarle un carné, pasaporte o certificado que lo constate.
La propuesta en general es que el documento en sí permita que la persona se reincorpore al trabajo o no deba cumplir con algunas de las restricciones impuestas por la pandemia, como una vía para salir de la crisis y poder hacer una vida más normal.
Pero su puesta en práctica enfrenta múltiples desafíos y riesgos, según coinciden los expertos consultados por BBC Mundo.
Para empezar, advierten, no sabemos lo suficiente del virus ni tenemos las herramientas adecuadas.
“Desde el punto de vista de la factibilidad, hoy por hoy es una imprudencia utilizar esto“, sentencia Ildefonso Hernández, exdirector general de Salud Pública de España (2008-2011) y actual portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas).
El especialista explica que las pruebas rápidas de anticuerpos, que son las propuestas para determinar la inmunidad, “tienen una exactitud limitada”.
Por tanto, puede ocurrir que certifiquemos que mucha gente es inmune cuando en realidad no lo es, o que digamos a mucha gente que no lo es, cuando sí pueden serlo.
“Es arriesgado de muchas maneras. Tiene problemas de factibilidad y de interpretación que pueden hacer que los fallos sean de marca mayor”, advierte el también catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández.
Otra importante incógnita aún no resuelta, y fundamental para una propuesta de este tipo, es cuánta inmunidad puede desarrollar una persona al SARS-Cov-2, o durante cuánto tiempo.
“El nombre [de pasaportes de inmunidad] revela en sí mismo una hipótesis que puede resultar falsa”, considera por su parte I. Glenn Cohen, experto en políticas de Derecho de la Salud y Bioética de la Universidad de Harvard.
“Simplemente, no sabemos aún si lo que detectan las pruebas de anticuerpos es verdaderamente ‘inmunidad’ a la covid-19. Puede ser inmunidad parcial, puede ser inmunidad de duración incierta, y otras múltiples preguntas sin respuesta”.
Plan integral
Los especialistas se fijan en la experiencia con otros coronavirus y la inmunidad que se desarrolló en esos casos para trazar estimaciones, pero subrayan que aún se necesitan más datos para ser concluyentes en sus recomendaciones.
Por ello, algunos apuestan por utilizar los pasaportes de inmunidad en zonas muy concretas y en el marco de un plan de reapertura cuidadosamente diseñado.
“Es importante hacerlo como parte de una serie de intervenciones, para que cada uno pueda levantar las restricciones de manera gradual y controlada, viendo si efectivamente los individuos en cuestión han desarrollado inmunidad”, opina Rifat Atun, profesor en Harvard de Sistemas de Salud Globales y asesor del Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y diferentes gobiernos.
El especialista, que aconsejó en esta materia a Chile durante más de 25 años, sugiere incrementar las pruebas, no solo de anticuerpos, que determinan si se ha pasado la enfermedad, sino también las llamadas PCR (por su acrónimo en inglés), que indican si uno está infectado.
“Ningún país debería levantar todas las restricciones de repente, eso sería tremendamente peligroso. Pero como parte de un levantamiento gradual y coordinado, esto [los pasaportes de inmunidad] nos daría una información crucial para construir las políticas futuras”.
Libertades
Más allá de la factibilidad, ¿qué ocurriría con las libertades individuales y la privacidad?
Ese es otro de los aspectos que genera preocupación, en vista de las estrictas medidas tomadas por China y otros países asiáticos en su lucha contra la pandemia.
En la segunda economía mundial se han desarrollado aplicaciones con códigos QR que determinan la condición en la que una persona está con una gama de tres colores (verde, naranja o rojo), y que pueden suponer la restricción de los movimientos.
Hay otras herramientas tecnológicas, además, para establecer dónde ha estado y durante cuánto tiempo una persona.
El control se ha vuelto tan exhaustivo que los datos de ubicación de una persona en tiempo real o sus desplazamientos son ya requisitos fundamentales a diario en algunas empresas, según pudo saber BBC Mundo.
El propio sistema legal de países en Occidente pone trabas para acceder a datos personales en ese sentido y desde los gobiernos se analiza la cuestión con precaución, si bien no es la primera vez que una crisis provoca una pérdida de libertades o de privacidad en aras de la seguridad.
“Es una herramienta que hay que considerar con mucho detalle (…) Cada vez que se conculca un principio fundamental, un derecho fundamental, entramos en riesgo de que vengan detrás muchos más”, advierte Hernández.
La inmunidad, un privilegio
A todo ello se suma el riesgo de acrecentar la desigualdad en el mundo, un problema que ha vuelto a evidenciar la pandemia.
Si los pasaportes “son usados para determinar quién puede volver al trabajo o a quién se le permite volver a la vida pública, es primordial que no abandonemos a aquellos sin anticuerpos (…) No queremos incentivar a la gente a que se exponga al virus“, precisa Cohen.
Puede parecer descabellado, apunta el experto de Harvard, pero “si le dices a la gente que ellos o su familia van a perder la casa o morir de hambre si no tienen anticuerpos, podemos llegar a poner a la gente en una situación insostenible”.
Más aún, si se repite la historia.
En un artículo reciente en The New York Times, la catedrática Kathryn Olivarius repasaba lo ocurrido en Nueva Orleans (Estados Unidos) con la fiebre amarilla y alertaba sobre los peligros del “privilegio de la inmunidad”, que profundizó la discriminación racial y la división entre ricos y pobres.
“Ya hemos visto lo que ocurre cuando la gente con inmunidad a una enfermedad mortal recibe un tratamiento especial. No es algo bonito“, resumía la profesora asistente de Historia de la Universidad de Stanford.
¿Volveremos a caer necesariamente en ese mismo error?
No tiene por qué, considera Cohen, “pero dado que hemos visto algunos de estos patrones antes, deberíamos estar doblemente en guardia”.