Destacaba José Martí “la sombra de Bolívar, que soñó para la América del Sur una sola nación… y la sombra de Morazán, incrustando en su espada triunfante las cinco repúblicas de la América del Centro”.
BBC NEWS MUNDO
Francisco Morazán, “el Simón Bolívar de Centroamérica”, que la gobernó cuando era una sola nación y acabó traicionado y fusilado
Pocos personajes históricos son tan importantes en la región centroamericana como Francisco Morazán, quien llegó a gobernar en diferentes momentos Honduras, El Salvador y Costa Rica… e incluso toda Centroamérica.
El hondureño Francisco Morazán llegó a ver cumplido su sueño de una Centroamérica unida en una sola nación.
El pensador cubano se refería a Francisco Morazán, el político y militar hondureño que representa como pocos la idea de la unidad centroamericana y que muchos comparan con Simón Bolívar, el máximo estandarte de los procesos de independencia de Sudamérica frente a España.
Y ciertamente, pocos personajes históricos son tan importantes en la región centroamericana como Morazán, quien llegó a gobernar en diferentes momentos Honduras, El Salvador y Costa Rica… e incluso toda Centroamérica.
Porque sí, lo que hoy son cinco países (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica) formaron una sola nación entre 1824 y 1839: la República Federal de Centro América.
Fue el efímero período histórico en que vio cumplido su sueño Morazán, quien presidió durante ocho años esta república unida.
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Sus políticas liberales, absolutamente innovadoras en aquella época, le valieron sin embargo no pocos enemigos entre el clero y las clases conservadoras, hasta que una insurrección popular acabó con su fusilamiento en 1842.
Y con él, también murió su sueño de una Centroamérica unida en una sola nación.
Ideales de la Ilustración
Analistas definen a Morazán, nacido en Honduras en 1792, como un fuerte líder y visionario que se hizo a sí mismo tras una escasa educación formal de solo “18 meses” en la escuela.
“Que un muchacho que estudió tan poco se refugiara en la biblioteca para leer a los sabios de la Ilustración, es por lo que digo que Morazán es uno de esos hombres geniales que nacen cada 5.000 años”, destaca el historiador hondureño Miguel Cálix Suazo, presidente emérito del Instituto Morazánico.
Como ocurre con la mayoría de personajes históricos, sin embargo, su trayectoria no es definida por todos de la misma manera.
La historiadora guatemalteca Siang Aguado de Seidner reconoce que “Morazán es un personaje controversial en la historia centroamericana. Su figura ha quedado enredada en el mito, la leyenda, la historia y la subjetividad”.
“Desde siempre ha sido juzgado en dos formas diferentes: si lo hacen los liberales o morazanistas, su figura deslumbra; (mientras que) los conservadores lo presentan como un personaje muy atacado y despreciable”, reflexiona en conversación con BBC Mundo.
Morazán vivió el fin de la colonia española en 1821, momento en que inició su carrera en la política como firme opositor a la anexión a México de Centroamérica (entonces Reino de Guatemala, que incluía Chiapas) impulsada por el general Agustín de Iturbide.
Pero aquel imperio mexicano no vivió más allá de 1823, por las enormes discrepancias internas.
Los entonces cinco territorios centroamericanos (Panamá era parte de la Gran Colombia y Belice era colonia británica) fueron finalmente independientes.
Unidas, dieron lugar un año después al nacimiento de la República Federal de Centro América.
El sueño cumplido de una Centroamérica
El liberal salvadoreño José Manuel Arce fue elegido primer presidente, pero pronto acabó cediendo ante las presiones de los conservadores —de gran influencia y poder económico— que defendían un gobierno centralista (con menor autonomía para cada estado) y los privilegios de la Iglesia.
La pugna entre liberales y conservadores estalló y los estados se revelaron ante el unionismo impuesto por el gobierno federal y las “actuaciones dictatoriales del presidente Arce”, según Aguado de Seidner.
Morazán lideró entonces el enfrentamiento militar en Honduras contra las tropas del ejecutivo central, resultando vencedor en la llamada Batalla de La Trinidad.
Tras aquella victoria, fue nombrado jefe de Estado de Honduras de manera provisional y pasó a convertirse en el líder liberal más reconocido de Centroamérica. Cada vez con menos apoyo, Arce huyó a México.
En 1830, Morazán fue elegido presidente de la República Federal e implantó una auténtica revolución de medidas basadas en ideales inspirados en aquellos documentos que había leído sobre la Ilustración.
Entre otras reformas, trabajó por una educación universal con la construcción de escuelas.
Además limitó el poder de la Iglesia al hacer secular el matrimonio, separar la institución religiosa del Estado y abolir el diezmo apoyado por el gobierno, a la vez que proclamó la libertad de religión y de expresión.
Pero también “desterró a los dirigentes conservadores guatemaltecos y les quitó parte de sus bienes, medida que no fue muy acertada pues consolidó en ellos un profundo resentimiento“, analiza Aguado de Seidner, directora del Departamento de Educación de la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala.
“El sable de Morazán fue la educación”, le remarca a BBC Mundo Cálix Suazo, autor de diez libros sobre este personaje histórico y quien critica que en las escuelas centroamericanas solo se enseñe “al Morazán Militar”.
Su final en Costa Rica
En 1937 surgió un levantamiento sorpresa en Guatemala liderado por Rafael Carrera, un líder campesino que no sabía leer ni escribir pero que consiguió un fuerte apoyo popular.
Y los conservadores, que preferían mantener las antiguas estructuras de poder de la época colonial que garantizaban sus privilegios, vieron en él la gran posibilidad de desbancar a Morazán del poder.
Tras largas batallas y guerras civiles en los países, la fractura de la república centroamericana era ya más que evidente: Nicaragua fue la primera en escindirse y pronto le siguieron el resto de estados.
En 1939, la unión de Centroamérica era ya oficialmente historia. Las fuerzas leales a Carrera (quien acabaría siendo el primer presidente de la República de Guatemala) terminaron venciendo.
Y aunque Morazán concluyó su mandato al frente de aquella república, poco después fue elegido jefe de Estado de El Salvador, lo que hizo que Carrera y los conservadores volvieran a declararle la guerra.
Morazán tomó entonces el camino del exilio en 1840, partiendo primero rumbo a la actual Panamá y después a Perú.
Pero el hondureño no renunció a su sueño y, en 1842, regresó a Costa Rica con la intención de reunificar Centroamérica.
Lo hizo a petición del general Vicente Villaseñor, quien lideraba una revuelta contra el conservador presidente de facto Braulio Carrillo. Tras derrocarlo, Morazán fue nombrado presidente jefe provisional del Estado de Costa Rica.
Pero mientras organizaba la toma de Nicaragua, Morazán fue víctima de una sublevación que dio lugar a nuevos enfrentamientos y que lo abocaron a su final.
Historiadores apuntan al papel clave que tuvo en esta etapa “la traición” de uno de los antiguos aliados y gran amigo de Morazán: el comandante de la ciudad costarricense de Cartago, Pedro Mayorga.
Morazán acudió a su casa tras escapar del sitio que tropas adversarias le habían impuesto en San José confiando en que podría ayudarlo.
“Mayorga se escondió y fue su esposa Ana Cleto quien le dijo a Morazán: ‘Mire, anoche el pueblo (por no decirle su esposo) se pronunció en contra de usted, mi esposo ya no está con usted‘. Mayorga se había vuelto en contra de Morazán y jamás le dio la cara”, cuenta Cálix Suazo.
Aunque la mujer intentó ayudarle ofreciéndole varias mulas para que pudiera escapar, Morazán no aceptó y decidió quedarse en Cartago, donde fue capturado.
Tanto Morazán como Villaseñor fueron ejecutados en septiembre de 1842.
“Querido amigo, la posteridad nos hará justicia“, le dijo Morazán antes de que se abriera el fuego contra ellos.
Un lugar central en la región
“Bolívar murió cuando Morazán estaba haciéndose presidente de Centroamérica. Son dos grandes gigantes de América que bien vale la pena que los destaquemos permanentemente”, subraya Cálix Suazo preguntado por el paralelismo que muchos analistas ven en las figuras de los dos personajes.
Aguado de Seidner, por su parte, apunta que ambos lucharon por la unificación territorial. “Compartieron el mismo ideal unionista y ninguno de los dos lo hizo realidad”.
Pero ¿cómo sería hoy esta región si sus países se hubieran mantenido unidos?
“La República de Centroamérica bien podría ser una nación formidable, con un nivel económico y político similar, por ejemplo, al de Colombia o Ecuador. Ahora, sin embargo, es una región de poca importancia en el mundo cuya historia es a menudo trágica “, publicó en el sitio web ThoughtCo Christopher Minster, profesor de la Universidad San Francisco de Quito de Ecuador.
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De hecho, hay quienes defienden que el sueño de Morazán de una Centroamérica unida no murió del todo con él.
Tal y como recuerda Aguado de Seidner, “en el curso de la historia hubo 11 intentos de integración centroamericana, de los cuales 10 fracasaron. Actualmente existe el Parlamento Centroamericano, que es el último intento y que, por el momento, no ha dado los resultados esperados”.
Y aunque la historia de Morazán es muy reconocida en Centroamérica, lo cierto es que fuera de ella es para muchos algo desconocido.
Durante el siglo XIX “los políticos conservadores se encargaron de desacreditar su imagen por las políticas liberales que pretendió establecer y por ello, no es conocido ampliamente fuera de la región”, opina Aguado de Seidner, quien subraya que Morazán tuvo aciertos pero también “cometió errores”.
“Con su muerte se desvaneció Centroamérica como una sola entidad política. Es indudable que (…) ocupó un lugar central en la historia del istmo”, concluye.
O, tal y como escribió José Martí: “Morazán fue muerto y la unión se deshizo, demostrando una vez más que las ideas, aunque sean buenas, no se imponen ni por la fuerza de las armas, ni por la fuerza del genio. Hay que esperar que hayan penetrado en las muchedumbres”.