Internacional

Bolsonaro sigue desafiante ante el coronavirus y toma hidroxicloroquina, cuya eficacia no está demostrada

Analistas observan que Bolsonaro busca transmitir un ejemplo de fuerza, de optimismo y de coraje ante la pandemia.

Hasta hace poco Jair Bolsonaro se daba baño de masas en Brasil hasta que le fue confirmado el contagio de coronavirus. (Foto Prensa Libre: EFE)

Hasta hace poco Jair Bolsonaro se daba baño de masas en Brasil hasta que le fue confirmado el contagio de coronavirus. (Foto Prensa Libre: EFE)

El contagio por coronavirus de Jair Bolsonaro creó expectativas de que el presidente brasileño modifique su actitud displicente sobre la gravedad de la pandemia, pero la mayoría de los comentaristas se muestra pesimista al respecto.

“La contaminación del presidente, un militante del rechazo de las medidas de precaución contra la enfermedad, resulta pedagógica”, escribió el diario O Globo en un editorial que aboga igualmente por una toma de conciencia de la población sobre la peligrosidad de la pandemia.

Bolsonaro, de 65 años, anunció el 7 de julio que dio positivo a la covid-19 pero se mostró sereno, sonriente y mantuvo su promoción incansable de la hidroxicloroquina, un remedio cuya eficacia contra el nuevo coronavirus no ha sido demostrada y que puede provocar graves efectos secundarios.

“Lamento informar a quienes están contra la hidroxicloroquina, pero que no presentan alternativas, que estoy muy bien usándola y que, gracias a Dios, viviré aún mucho tiempo”, tuiteó.

Deseo que su estado se agrave y que muera. No es nada personal. Pero (…) la muerte del presidente se vuelve filosóficamente sustentable, si estamos seguros de que permitirá preservar un número mayor de vidas. Helio Schwartsman, cronista.

“Ejemplo de optimismo”

Ese comentario no solo apunta a los detractores de esa sustancia, sino también a los miles de internautas que crearon la etiqueta “Forçacorona” (FuerzaCorona).

“Deseo que su estado se agrave y que muera. No es nada personal. Pero (…) la muerte del presidente se vuelve filosóficamente sustentable, si estamos seguros de que permitirá preservar un número mayor de vidas”, escribió el cronista Helio Schwartsman en su columna de Folha de S.Paulo, uno de los principales periódicos del país.

El mismo diario publica un editorial mucho menos polémico, en el cual desea un “rápido restablecimiento” a Bolsonaro y emite votos para que la enfermedad lo motive a “cambiar de actitud”.

Muchos analistas evocaron el caso del primer ministro británico Boris Johnson, inicialmente un “coronaescéptico” que cambió radicalmente de posición tras haber sido contagiado por la covid-19 y pasar tres noches en una unidad de cuidados intensivos.

Pero para el cientista político Everaldo Moraes, de la Universidad de Brasilia, “si Bolsonaro se recupera rápidamente, fortalecerá su discurso”.

Con su actitud desafiante, Bolsonaro ha querido “transmitir un ejemplo de fuerza, de optimismo, de coraje ante la enfermedad”, dijo Moraes.

Desde el inicio de la pandemia, el mandatario brasileño mostró un total desdén por las medidas de distanciamiento físico, multiplicando -casi siempre sin usar mascarilla- los contactos con sus seguidores y criticando las medidas de confinamiento impuestas por los gobernadores, a los que acusa de conducir el país a la ruina.

Apretones de manos

La preocupación se instaló entre todas las personas que frecuentó en los últimos días, empezando por sus ministros, que se vieron obligados a someterse a pruebas de detección en un país donde el virus ya mató a más de 66 mil personas.

En los últimos 14 días, tiempo de incubación del virus, Bolsonaro estuvo en contacto con centenares de personas de varios estados y las fotos publicadas en las redes sociales lo muestran a menudo sin mascarilla y muchas veces dando un apretón de manos a dirigentes políticos y simpatizantes.

El martes, tras tener la confirmación de su contagio, Bolsonaro admitió que “pudo contaminar gente” porque ya suponía que era un paciente asintomático.

Y al finalizar una entrevista con televisiones seleccionadas, se sacó la mascarilla para mostrarles a los periodistas que se encontraba “bien”. Prueba suplementaria de ello: el mandatario sigue ejerciendo sus funciones, aunque ahora por videoconferencia.