Llamada “Filial Súplica a su Santidad para el futuro de la familia”, los firmantes piden con ese mensaje al “papa Francisco que reafirme categóricamente la enseñanza de la Iglesia de que los católicos divorciados y vueltos a casar civilmente no pueden recibir la Sagrada Comunión y que las uniones homosexuales son contrarias a la ley divina y a la ley natural”.
La iniciativa fue lanzada por varias organizaciones católicas conservadoras, conocidas por sus campañas en contra del aborto y que cuentan con el apoyo de numerosos dirigentes de la Iglesia Católica.
Entre los firmantes figuran varios obispos y cardenales, entre ellos el estadounidense Raymond Burke, cuya influencia en la Curia Romana ha disminuido tras la elección en el 2013 del Papa.
El pontífice convocó para octubre un sínodo o asamblea de obispos de todo el mundo para debatir varios temas que se anuncian complicados, si bien el documento de trabajo divulgado en junio resulta una mediación entre posiciones progresistas y conservadoras.
La cuestión de los católicos que se casan en segundas nupcias divide a la Iglesia, al igual que el lugar de los homosexuales en su seno o las uniones civiles.
El tema es especialmente espinoso en los países en desarrollo, opuestos a cualquier cambio y enfrentados a una línea más moderna, que aspira a conseguir cierta apertura.
El asunto suscitó fuerte debate durante el sínodo sobre la familia de octubre pasado y deberá ser central durante el segundo sínodo, que tiene que elaborar recomendaciones para el Papa.
La semana pasada Francisco pidió que no se trate como excomulgados a los divorciados que se vuelven a casar.
“Los divorciados que se vuelven a casar forman parte siempre de la Iglesia”, afirmó el Papa quien recordó que esas personas “no están excomulgadas, como algunos piensan: ellas forman parte siempre de la Iglesia”, insistió Francisco.
Para la Iglesia, no se puede disolver un matrimonio religioso, y el derecho canónico, que considera a las personas que se casan por segunda vez como infieles a su primer cónyuge, las excluye de los sacramentos, incluida la comunión.
La excomunión es, sin embargo, una sanción más dura, ya que también implica la exclusión de la comunidad.