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“Convulsionaba y se retorcía”: El relato de los pocos testigos de la ejecución con nitrógeno de Kenneth Smith en Alabama

Tan solo un pequeño grupo de testigos en realidad presenció la muerte de Kenneth Smith en una camilla dentro de una cámara de ejecuciones en una zona rural de Alabama. Esto ocurrió:

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La entrada al penal en el que Kenneth Smith fue condenado a muerte. (Foto Prensa Libre: AFP)

La entrada al penal en el que Kenneth Smith fue condenado a muerte. (Foto Prensa Libre: AFP)

Cuando la semana pasada Alabama llevó a cabo la primera ejecución conocida en la que se haya utilizado gas nitrógeno, el mundo estaba observando, en sentido figurado.

Tan solo un pequeño grupo de testigos en realidad presenció la muerte de Kenneth Smith en una camilla dentro de una cámara de ejecuciones en una zona rural de Alabama, una ejecución que las autoridades del estado describieron como un modelo para otros estados que buscan alternativas para la inyección letal.

Los testigos ofrecieron descripciones diversas de lo que ocurrió exactamente en los 22 minutos durante los cuales se abrieron las cortinas de la cámara de ejecución, para que pudieran ver cómo un hombre, atado a una camilla, luchaba durante los últimos minutos de su vida.

Smith fue uno de los tres hombres condenados por homicidio en la muerte a puñaladas de Elizabeth Sennett en 1988, cuyo marido contrató a los hombres para matarla. Smith ya había sobrevivido a una ejecución fallida, en noviembre de 2022, cuando los verdugos pasaron horas intentando tener acceso a una vena para inyectarle el fármaco letal.

Estaba “aterrado” a causa de la ejecución con nitrógeno, según un hombre que pasó tiempo con él en meses recientes como consejero espiritual, el reverendo Jeff Hood.

Los abogados del estado habían afirmado en documentos judiciales que el uso de gas nitrógeno, bombeado a través de una máscara, dejaría inconsciente a Smith en cuestión de segundos y, después, lo mataría. Sin embargo, una semana después de la ejecución, la mayoría de los testigos que han hecho declaraciones públicas señalaron que Smith permaneció consciente durante varios minutos y muchos lo describieron como un acontecimiento profundamente perturbador.

Mientras varios estados empiezan a tener en cuenta leyes que adopten el uso de gas nitrógeno en sus ejecuciones, a continuación, presentamos los testimonios de algunas de las personas que presenciaron la primera.

Kenneth Smith es trasladado a la cámara de ejecución

La Corte Suprema de Estados Unidos permitió que se procediera a la ejecución poco antes de las 7:00 p. m. hora local y Smith fue trasladado a la cámara de ejecución.

El único testimonio público de lo ocurrido en la cámara antes de que se abrieran las cortinas es de Hood, quien entró cuando lo llamaron los funcionarios de la cárcel y, luego, permaneció una buena parte del tiempo con Smith.

Mientras esperábamos para entrar a la cámara de ejecución, la agente penitenciaria no dejaba de golpear la puerta. Me dijo: “Se está resistiendo”. Cuando entré, todo el escuadrón de ejecución estaba en la cámara, algo que nunca había visto. Kenny dijo algo como: “No pueden conmigo”. Tuvieron que amarrarlo y es obvio que, si te resistes a eso, no va a ser fácil hacerlo.

Hood comentó que ungió la cabeza de Smith con aceite mientras yacía en la camilla. Luego, sacaron un momento a Hood mientras le colocaban la máscara a Smith.

Volvimos a entrar y, en cuanto entré, intentó consolarme. […] No dejaba de decir: “Estoy listo, estoy listo, estoy listo”. […] No dejaba de hablar de su “fecha de liberación” —que hoy era esa fecha— que era libre y que ya no estaba ahí adentro.

Hood le empezó a leer pasajes de la Biblia a Smith y comentó que Smith reaccionaba con ímpetu casi después de cada línea.

Comienza la ejecución

Marty Roney, un reportero de The Montgomery Advertiser desde hace muchos años, había presenciado dos ejecuciones anteriores. Mencionó que esta vez la sala de observación, con una iluminación tenue, tenía un fuerte olor a desinfectante cuando hicieron ingresar a cinco periodistas y los familiares de Smith. En parte, su trabajo era registrar el tiempo transcurrido, si podía.

La sala probablemente es de 2 por 3 [metros], con 13 sillas plegables… es apretada. Hay una gran ventana de vidrio enfrente de la sala de prensa que permite ver la cámara de ejecución. Los cinco [periodistas] decidimos repartirnos las tareas. […] Mi trabajo era, si encontraba el reloj, llevar el tiempo.

En otra sala de testigos, se sentaron dos hijos de la víctima del asesinato, Mike y Chuck Sennett, así como sus esposas, un amigo y otro pariente de Elizabeth Sennett.

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Mike Sennett declaró que también había dos personas que no conocía; creía que era personal de la cárcel de otro estado. En 2010, la familia asistió a la ejecución por inyección letal de John Parker, quien también fue condenado por el asesinato de su madre.

Bajamos para la ejecución de Parker y fue como si se dispusiera a dormir. No sabíamos qué esperar de esto. Mi ansiedad fue en aumento todo el día, me preguntaba qué iba a pasar.

Kim Chandler, una periodista de The Associated Press, escribió un relato de lo que vio cuando se abrieron las cortinas a las 7:53 p. m.

Smith, quien llevaba puesto un uniforme de color marrón, ya estaba atado a la camilla y envuelto en una sábana blanca. Una mascarilla de gas de borde azul le cubría la cara desde la frente hasta la barbilla. Tenía un protector facial transparente y tubos de plástico que parecían conectarse con la sala de control de al lado a través de una abertura.

Otro testigo de los medios de comunicación, Ralph Chapoco, de The Alabama Reflector, escribió que Smith parecía hacer el intento de tranquilizar a sus familiares.

Desde el momento en que se abrió la cortina y durante todo el tiempo que el personal penitenciario leyó la sentencia de muerte, Kenneth Eugene Smith no apartó los ojos de sus simpatizantes y familiares. […] Observó sus rostros uno por uno, le sonrió a cada uno de ellos y varias veces hizo con los dedos un signo que significaba “te quiero”. Veía a los ojos de una persona, sonreía; luego, pasaba a la siguiente, sonreía, y, luego, pasaba a la siguiente.

El gas empieza a fluir

Smith permaneció consciente durante varios minutos, según los cinco testigos de los medios de comunicación, incluido Roney.

Durante cuatro minutos, estuvo respirando con dificultad. Parecía consciente. Se convulsionaba, se retorcía, la camilla se sacudía de forma visible.

Roney comentó que intentó contar los segundos entre los jadeos de Smith.

No nos permitieron tener relojes. No hay segundero en el reloj. Es un reloj digital con la hora militar. Estaba sentado ahí contando “un Misisipi, dos Misisipi”, entre sus respiraciones.

Mencionó que la ejecución fue muy distinta a las dos que había presenciado antes.

En las dos inyecciones letales que vi, noté muy poco movimiento físico después de que creemos que empezó el proceso. Se le baja la cabeza, los ojos se van hacia atrás y, entonces, esperas que el pecho deje de moverse. Siempre puedes engañarte en esa situación al pensar que estás viendo a alguien dormirse. Pero no te podrías confundir con esto.

John Hamm, el comisionado del sistema penitenciario de Alabama, comentó en una conferencia de prensa que creía que Smith había intentado contener la respiración cuando empezó a fluir el nitrógeno, lo cual pudo haber prolongado el proceso.

Parecía que, uno, Smith estaba aguantando la respiración lo más posible. Y también hay información por ahí que asegura que luchó un poco contra sus correas, pero hubo algunos movimientos involuntarios y algo de respiración agónica. Todo eso era de esperarse y es parte de los efectos secundarios que hemos visto o investigado sobre la hipoxia por nitrógeno. Por lo tanto, no hubo nada fuera de lo esperado.

Según los testigos de los medios, dejaron de observar la respiración de Smith a las 8:08 p. m.

En la sala donde estaba sentada la familia Sennett, había un silencio casi absoluto, relató Mike Sennett, mientras observaban cómo se convulsionaba Smith. Sennett admitió que él también creyó que en un inicio Smith había intentado contener la respiración. Cuando Smith siguió temblando, Sennett afirmó que empezó a pensar: “¿Cuánto va a durar esto?”.

Algunas personas que trabajaban [en el sistema penitenciario] nos dijeron que respiraría dos o tres veces y sería todo. No fue así. Después de dos o tres respiraciones, empezaron los forcejeos. Otras personas decían que estaba tratando de levantarse. Exacto, eso era. Lo más seguro es que yo intentaría hacer lo mismo: bajarme de la mesa.

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Sennett admitió que no ha podido quitarse de la cabeza la violencia de los últimos momentos de Smith.

Con todo ese forcejeo y sacudidas mientras intentaba bajarse de la mesa, más o menos, no me quedaron ganas de volver a ver algo así.

Las cortinas se cierran

Las cortinas de la sala de testigos de los medios se cerraron a las 8:15 p. m.

Sennett había tomado algunas notas para un breve discurso, pero, abrumado por las emociones y sin sus gafas, explicó que le costaba leerlas. Les comentó a los periodistas que la familia no estaba celebrando; tan solo estaban contentos de que por fin hubiera ocurrido la ejecución, después de más de 35 años. Más tarde, señaló que quería decir algo más en torno a que sentía pena por la familia Smith y su pérdida.

A Chapoco se le dificultó empezar la tarea de escribir un artículo.

El trauma encuentra la manera de jugarle malas pasadas a la mente de una persona. Sabía lo que había vivido. Incluso podía visualizarlo. Sin embargo, por alguna razón, no podía hilvanar una serie de ideas coherentes. […] Si soy sincero, subestimé el impacto que tendría [la] ejecución, al creer que podía esconderla en el fondo de mi mente.

Roney afirmó que una ráfaga de adrenalina le ayudó a concentrarse y a escribir su artículo.

En cuanto suena el silbato, haces tu trabajo. Cuando se abre la cortina, en realidad no tienes tiempo —para asimilarlo todo—, pero tampoco para dejar que te afecte. Tengo un trabajo que hacer. Pensaba: “No lo arruines. ¿Estoy viendo lo que creo que veo?”. Y luego estás en la sala de prensa y tienes un plazo de entrega, así que pones manos a la obra.

Más tarde, hubo una conferencia de prensa en el vestíbulo de un Holiday Inn Express con Hood y dos opositores a la pena de muerte. Junto a ellos estaba la esposa de Smith, Deanna Smith, quien se casó con él mientras estaba en prisión en 2021. Llevaba una camiseta que decía “Nunca solo” y describió la dolorosa experiencia de ver morir a su esposo.

Esta noche vi cómo mi marido se sacudía, convulsionaba y jadeaba durante al menos 10 minutos.

Comentó que era difícil sentarse en la misma sala con periodistas concentrados en la crónica del momento.

Pusieron a los medios en esa habitación con nosotros, nuestra familia. Y mientras nuestro hijo lloraba, después de haber visto cómo su padre respiraba su último aliento, los medios estaban sentados detrás de nosotros, moviendo papeles y hablando sobre el tiempo. Mi pregunta para ustedes es ¿dónde está la humanidad? ¿Dónde está la compasión? ¿Dónde están el amor y el perdón?

Sennett comentó que, a lo largo de los años, lo que más le había molestado fue el tiempo que tardó Alabama en realizar la ejecución y el hecho de que Smith nunca le hubiera escrito una disculpa a la familia.

No recibimos una carta de disculpa en 35 años. Es lo único que queríamos. Su consejero espiritual nos dijo que intentó extraérsela y no quiso dárnosla. Así que hasta nunca. Lo único que queríamos era esa carta de disculpa. Eso se quedará conmigo mucho tiempo.