“No era una estrategia, me vino de adentro (…) Sentí que había como un deseo del Señor de mostrar a los hombres su misericordia” , agregó el Papa.
Ante las numerosas malas noticias, “el mundo necesita descubrir que Dios es padre, que hay misericordia, que la crueldad no lleva a ninguna parte, que la condena no lleva a ninguna parte, porque la propia Iglesia (…) a veces cae en la tentación de seguir una línea dura, en la tentación de recalcar sólo las normas morales” , estimó el Papa
“Por un lado, vemos el tráfico de armas, la producción de armas que matan, el asesinato de inocentes de las formas más crueles posibles, la explotación de personas, de menores, de niños (…) un sacrilegio contra la humanidad (…) Entonces el Padre dice: Deténganse y vengan a mí” , explicó el papa.
Usando nuevamente la metáfora de la Iglesia como clínica en un campo de batalla, prosiguió: “Hay tanta gente herida y destruida. Y hay que atender a los heridos, hay que ayudarlos a curarse y no someterlos a exámenes para el colesterol” , insistió, refiriéndose a las estrictas reglas morales de la Iglesia.
“Pienso que ahora es el momento de la misericordia. Somos todos pecadores, todos llevamos pesos adentro” , añadió el papa, precisando que necesitaba confesarse cada dos o tres semanas “para sentir que la misericordia de Dios sigue estando sobre mí” .
La revolución que necesita el mundo “es la de la ternura porque de ahí vienen la justicia y todo el resto” , afirmó.
“Cuando veo a los enfermos, las personas de edad, me viene espontáneamente una caricia. La caricia es un gesto que se puede interpretar de manera ambigua, pero es el primer gesto que hacen una mamá y un papá con el niño que acaba de nacer, el gesto del te quiero” .