El pasado martes el papa Francisco reconoció como “mártir” de la iglesia al asesinado arzobispo salvadoreño, con lo que aprobó su beatificación sin tener que demostrar que realizó algún milagro para llegar a la gloria de los altares.
Romero, llamado la “voz de los sin voz” por denunciar las violaciones de derechos humanos y la represión que sacudía a su país, fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por un francotirador de los escuadrones de la muerte en el momento en que ofrecía el vino y el pan en el altar de una capilla de un hospital para cancerosos en la periferia noroeste de San Salvador.
Una comisión creada por la ONU, tras el fin de la guerra civil (1980-1992), señaló como autor intelectual del asesinato de Romero al mayor del ejército Roberto d’Aubuisson, fundador de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, derecha), quien murió de cáncer en febrero de 1992.
“Monseñor Romero defendió a los que no tenían voz, defendió a los humildes, a los pobres y luchó por ellos y murió por ellos, por eso fue asesinado”, recordó el mandatario salvadoreño.
Por el momento aún no hay una fecha específica para la beatificación de Romero en San Salvador, aunque la misma se realizará antes de finalizar 2015, según declaró recientemente en el Vaticano el postulador de la causa de canonización de Romero, el arzobispo italiano Vincenzo Paglia.