“En el marco del expediente judicial, se presentó el santuario Sorocaba de San Pablo que aceptó recibir a Sandra, hacerse cargo de su traslado y supervisar el transporte”, se entusiasmó Andrés Gil Domínguez, el letrado que representó a la orangután en instancias judiciales.
La jueza Elena Liberatori debe autorizar el traslado para que pueda hacerse efectivo en una fecha aún por determinar.
La alcaldía de Buenos Aires, que da en concesión el zoológico a empresarios privados, “litigó ferozmente” contra el traslado de la primate, aseguró Gil Domínguez, integrante de la oenegé Asociación de Funcionarios y Abogados por los derechos de los Animales (AFADA) que se presenta como defensor de Sandra.
La historia de Sandra renovó debates sobre la permanencia de un jardín zoológico en medio de la ciudad y debates sobre las condiciones de encierro de los animales, criticadas por las organizaciones ambientalistas y defensoras de los derechos de los animales.
AFADA logró el dictamen favorable de un tribunal y fue aceptada como representante legal del animal, como si fuese menor de edad o alguien con una discapacidad.
En mayo pasado, la jueza Elena Liberatori realizó una ronda de consultas científicas para hacer cumplir la sentencia de un tribunal que declaró a Sandra “sujeto no humano” y con derecho a la libertad, dictamen insólito a nivel mundial.
Sandra tiene el pelaje rojizo, 50 kg de peso y erguida mide casi 1,50 m y puede vivir entre 30 y 40 años.
Los defensores de Sandra reclamaron que habite en un espacio en semilibertad, pero en Argentina no hay santuarios y lograron presentar al santuario brasileño “que se comprometió también a tratar de llevar al orangután Toto, que vive en Estados Unidos”, contó el abogado a la AFP.
Mientras la justicia resuelve la suerte de la orangután, una decisión que se espera antes de fin de año, el zoológico mejoró el sitio donde vive aunque no se logra “un hábitat parecido al suyo y que pueda compartir con otros de su especie”, advirtió Gil Domínguez.