Estas son las cifras que manejan este lunes 22 de enero medios locales y que no han sido confirmadas oficialmente, una cantidad que los secuestradores demandan para liberar a las ocho personas, entre ellas las seis religiosas de la Congregación de las Hermanas de Sainte-Anne y un conductor, que fueron capturadas en la céntrica avenida Christopher, en las inmediaciones del Palacio Presidencial.
Lo ocurrido ha sido condenado tanto por el Vaticano como por instituciones oficiales en Haití.
Según la Conferencia Haitiana de Religiosos (CHR), las ocho personas, de las que no han sido revelados detalles como su nacionalidad, fueron secuestradas el viernes 19 de enero cuando se dirigían en autobús a un centro educativo en Puerto Príncipe.
“Estos secuestros son uno más y llenan de tristeza y espanto a las personas consagradas y de buena voluntad de Haití”, denunció en un comunicado la CRH, que “en este momento doloroso” invitó a todos los cristianos del país a “formar una cadena de oración”.
El domingo 21 de enero, al finalizar el rezo del ángelus en la plaza de San Pedro, el papa Francisco pidió el cese de la violencia en Haití, donde se registra un recrudecimiento de los actos de las bandas armadas, así como la liberación de los retenidos.
“He recibido con dolor la noticia del secuestro en Haití de un grupo de personas, entre ellas seis religiosas. Al pedir su liberación, rezo por la armonía social en el país”, dijo el pontífice, quien instó a que “cese la violencia que tanto sufrimiento causa a ese querido pueblo”.
También la estatal Oficina de Protección del Ciudadano (OPC) condenó en una nota estos hechos, que consideró una incitación a la profanación generalizada, y pidió a las autoridades hacer todo lo posible para liberar a los rehenes, pues “es responsabilidad del Estado garantizar la vida, los bienes y a los ciudadanos sin distinción”.
“Toda profanación debe ser erradicada sin demora”, afirmó esta institución, para la que este secuestro, el último de una larga serie, desafía una vez más todas las normas y convenciones porque, además, implica la profanación física y moral de unas monjas.
Según la OPC, “si en el pasado la vestimenta proporcionaba reconocimiento y protección a quienes la llevaban, hoy está claro que policías, soldados, monjes, clérigos, profesionales de la salud, autoridades judiciales, estudiantes, alumnos, extranjeros o diplomáticos, funcionarios internacionales, trabajadores de todos los sectores, periodistas y empleados de los medios de comunicación, nadie se libra de la bien engrasada maquinaria del secuestro, alimentada por la inseguridad y la corrupción en un contexto de gran confusión”.
En septiembre de 1944, la diócesis de Les Cayes, en el sur de Haití, acogió a las primeras Hermanas de Sainte-Anne, procedentes de la diócesis de Montreal, que desde entonces llevan a cabo trabajos vocacionales, parroquiales, educativos, sociales, de alfabetización y sanitarios, entre otros.
En las últimas semanas en Haití se registra un incremento de los secuestros, al tiempo que en Puerto Príncipe se han reanudado los ataques de las bandas armadas contra los barrios, lo que ha provocado la huida de cientos de personas y un mayor número de refugiados en los campos de desplazados.