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Expresidente alemán Christian Wulff, exonerado de las acusaciones de cohecho

La justicia alemana sobreseyó el caso del expresidente Christian Wulff, al considerar que no hay pruebas suficientes para proseguir el juicio por las denuncias de cohecho, que provocaron su dimisión hace dos años.

BERLÍN.- El tribunal de gran instancia de la ciudad de Hanover ya había anunciado en diciembre que contemplaba abandonar la causa debido a la insuficiencia de las acusaciones. “El acusado está libre”, declaró el juez, que precisó que tendrá derecho a una indemnización por los daños ocasionados.

Christian Wulff, de 54 años, el primer jefe de Estado alemán que se sentó en el banquillo de la justicia, fue acusado de haber aceptado la invitación de un amigo millonario para participar en la Fiesta de la Cerveza de Múnich en el 2008, cuando era jefe del gobierno del Estado regional de Baja Sajonia.

El jueves, poco después del veredicto, el exmandatario dijo que quería “pensar en el futuro”, agregando que su hija y su hijo “quizás tendrán ahora un padre más aliviado que durante los dos últimos años”.

Wulff dimitió de su cargo de presidente el 17 de febrero del 2012, dos años después de su nombramiento, debido a la enorme polémica en la que se vio involucrado desde noviembre del año anterior, que quebró su carrera política.

El “caso Wulff”  comenzó con informaciones en la Prensa sobre un préstamo que supuestamente había recibido en condiciones muy ventajosas para la compra de su casa cuando era dirigente de Baja Sajonia  (2003-2010). Se trata de una región importante para la economía alemana, pues allí se encuentra la sede del principal constructor de automóviles europeo, Volkswagen.

La Prensa, que no apreció mucho sus intentos de presión para impedir la publicación de artículos desfavorables, multiplicó las acusaciones.

Después de que la justicia le retirara su inmunidad, Christian Wulff, antigua estrella ascendente de los conservadores de la canciller Ángela Merkel, se vio forzado a dimitir.

Sin embargo, al término de una larga y minuciosa investigación, sólo se mantenía la acusación de tráfico de influencias por una factura de hotel, comidas y una niñera durante la visita a la Fiesta de la Cerveza en el 2008 por un valor de €700.

Su amigo, el rico productor de cine David Groenewold, fue el autor de este “regalo”. A cambio, Wulff presuntamente intercedió ante el patrón del conglomerado Siemens para que apoyara una película de Groenewold.

No obstante, Wulff afirmó que ignoraba que su amigo había pagado una parte de la factura del hotel en Múnich. Groenewold, quien igualmente estaba acusado de corrupción, también fue dejado en libertad el jueves.

La suma pareció insignificante en comparación con la pesada maquinaria judicial que fue puesta en funcionamiento para este proceso, durante el cual 46 testigos fueron interrogados en el tribunal.

Tras la decisión de dejarlo libre sin cargos, la fiscalía tiene todavía la posibilidad de recurrir al Tribunal Supremo.

Joachim Gauck, un expastor de la República Democrática Alemana, sucedió a Wulff en la presidencia alemana, con la ambición de restablecer el prestigio de esta función honorífica, pero dotada de una gran autoridad moral.

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