“Se hará todo para identificar, detener y llevar a la justicia al o a los autores de esta ignominia”, aseguró.
Según el ministro, “ninguna violencia, ninguna manifestación de irrespeto ni de odio inspirado por todas las formas de racismo o de intolerancia religiosa fragilizará nuestra indestructible voluntad de vivir juntos, en libertad”.
Posteriormente, el primer ministro francés Manuel Valls, afirmó que la profanación es “un acto odioso y antisemita, un insulto a la memoria”.
No es la primera vez que un cementerio judío de Sarre-Union es profanado.
En 1988, sesenta lápidas judías fueron volteadas, y en 2001, 54 tumbas fueron saqueadas.