Los sindicatos que apoyaron la huelga van desde la centro-derecha hasta la izquierda radical, y aunque con diferencias en sus formas de actuar, coincidieron en manifestarse contra la inflación y la inseguridad.
Alrededor de un 50% de los comercios permanecían cerrados en la capital, en una jornada inusual con menos movimiento que un domingo, pero con bancos abiertos, cúmulo de basura por la falta de camiones de recolección y poca gente en las calles.
Analistas percibieron esa huelga como un juego político para desafiar al Gobierno, confrontado también al descontento social por la inseguridad en las grandes ciudades, donde en las últimas semanas se han registrado unos 12 intentos de linchamiento.