Siempre, por la lentitud del proceso, los hondureños conocen los resultados oficiales hasta en la tercera semana de diciembre, aunque con anticipación ya se sabe quiénes han sido los ganadores, tanto a nivel presidencial, como para diputados y alcaldías municipales.
Convencidos de que las actas que faltan les ratificarán el triunfo, los líderes del Partido Nacional dijeron el lunes que respetarán los resultados del TSE, aunque está por ver lo que pasaría si las marcas terminan de seguir favoreciendo a Nasralla, quien fue uno de los perdedores en las elecciones generales de 2013.
Entonces, Nasralla fue candidato bajo la bandera del Partido Anticorrupción, que él mismo fundó y del que ya no es parte.
Ahora lo ha hecho al frente de una alianza entre el minoritario Innovación y Unidad-Social Demócrata y el Libertad y Refundación (Libre), surgido tras el golpe de Estado de 2009 a Manuel Zelaya.
El coordinador de Libre y la Alianza de Oposición es el expresidente Manuel Zelaya, quien para muchos sería el poder detrás de Nasralla si ganan oficialmente las elecciones, además de que estaría buscando la reelección en 2021, según ha dicho el autoproclamado presidente que busca suceder a Hernández.
El TSE espera presentar el próximo jueves el segundo informe de la fórmula presidencial, cuando quedan por contar unas dos millones de papeletas, en su mayoría de la provincia del país, según lo que ha dicho el presidente magistrado de la institución, David Matamoros.
Pero mientras el TSE presenta su segundo informe, el país tiene a dos presidentes autoproclamados el mismo domingo: Nasralla, y el presidente del país, Juan Orlando Hernández, quien asumió el poder en 2014 y busca reelegirse por el gobernante Partido Nacional.
Esa situación ha creado expectación y hasta incertidumbre entre muchos hondureños, porque ambos políticos siguen defendiendo su posición de que el pueblo voto por ellos.
El lunes incluso hubo marchas, concentraciones, caravanas y festejos por el triunfo de líderes y miles de activistas tanto de la Alianza de Oposición como del Partido Nacional, que gobierna desde 2010.
Los líderes y activistas de ambas fuerzas siguen firmes en que defenderán su triunfo en las calles, lo que según analistas locales podría generar brotes de violencia, por lo que abogan para que los candidatos de la Alianza de Oposición y el Partido Nacional acepten los resultados del organismo electoral.
La expectación sobre las elecciones ha venido creciendo desde que Nasralla y Hernández se autoproclamaron ganadores, mientras que el TSE, por primera vez, desde las elecciones generales de 1981, con el retorno de la democracia después de casi 20 años de regímenes militares, no presentó su primer informe el mismo domingo.
La demora de un cuestionado TSE, que presentó su primer informe hasta las primeras horas del lunes, según su magistrado presidente, fue porque cuatro horas después de los comicios tenían pocas actas electorales contadas y había un empate entre Nasralla y Hernández.
Nasralla se declaró presidente atribuyendo su triunfo a las actas electorales que maneja el sistema de la Alianza de Oposición y dijo el domingo que superaba a Hernández al menos por cinco puntos, lo que coincide con la ventaja que le da el primer informe del TSE.
Según los datos públicos del TSE subidos en su página web, con 58.39% de actas escrutadas, los votos favorecen a Nasralla con el 45.05%, mientras que a Hernández con el 40.28%.
El mismo informe del ente electoral señala además que siete mil 543 Mesas Electorales Receptoras, el 41.61%, que en su mayoría serían de la provincia del país, no han sido escrutadas.
Justo esas mesas que faltan, son las que, según los líderes del Partido Nacional, le estarían dando el triunfo al presidente Hernández, a quien la oposición acusa de violar la Constitución, que no permite la reelección.
En efecto, la Constitución hondureña no permite la reelección bajo ninguna modalidad, pero un fallo del poder judicial, de 2015, dejó abierta la posibilidad.