¿Cómo intervenir? ¿Contra quién?
Una intervención apuntaría así, prioritariamente, a los grupos de combatientes yihadistas, objetivos difíciles de alcanzar porque se mueven con facilidad y se esconden entre la población, como ocurre en Siria o Irak. “Hay células latentes en todas las ciudades, que tienen vínculos directos con (el jefe del EI, Abu Bakr) al Baghdadi”, ha advertido esta semana un portavoz militar, el coronel Ahmed al Mesmari.
Los grupos yihadistas se desplazan por las extensas regiones del país que están completamente fuera de control, incluyendo las fronteras terrestres y marítimas. Intentan también implantarse dentro de los territorios bajo la influencia de Fajr Libya (‘Amanecer de Libia’), que agrupa a milicias fuertemente armadas.
Esta coalición, que controla la capital, Trípoli, es reacia a una intervención extranjera y denunció el lunes los bombardeos egipcios. Fajr Libya se opone a las fuerzas conducidas por el general Jalifa Haftar, quien dice combatir el “terrorismo” con el apoyo del Gobierno reconocido por la comunidad internacional. Sin embargo, Haftar apenas consigue reforzar su influencia en el este libio, en particular en Bengasi, segunda ciudad del país, donde se enfrenta a la resistencia de grupos islamistas como Ansar al Sharia, calificado como organización terrorista por la ONU.
Una intervención representaría “un apoyo a la estrategia de Haftar a costa de Fajr Libya”, señala Luis Martínez, del Centro de Estudios y de Investigaciones Internacionales (CERI, por sus siglas en francés).
Los expertos tildan de arriesgado que una coalición internacional se fije objetivos para bombardear desde el aire sin apoyarse en un trabajo de investigación profundo, en razón de las facciones yihadistas que no comparten la misma ideología que el EI o Ansar al Sharia. Una intervención terrestre obligaría, en cambio, a la movilización de decenas de miles de hombres y “tendría pocas posibilidades de éxito. El caso afgano es el ejemplo perfecto”, apunta Mazen Cherif, experto en temas de terrorismo.
¿Cuáles son los riesgos?
“Una intervención hará de Libia una tierra de yihad donde llegarán los yihadistas de los países del Magreb, de África, pero también de Siria y de Irak”, bastiones del EI, advierte Chérif.
“Si la operación se limita simplemente a bombardeos aéreos (…) no conducirá más que a la radicalización de la población”, a causa principalmente “de los daños colaterales y de las víctimas civiles que una operación así provocaría”, añade Martínez. Para este experto, hay que recordar las lecciones de la operación internacional orquestada por París y Londres, y luego dirigida por la Otan que finalizó tras la muerte de Muamar Gadafi en octubre de 2011. “Esos países que deciden intervenir a menudo no tienen ninguna política seria de acompañamiento posmilitar, como ocurrió en 2011”, subraya Martínez.
¿Existe alguna alternativa a la intervención?
Para Chérif, la “primera etapa” sería buscar un acercamiento “entre las facciones rivales y construir un ejército libio nacional”. “Occidente podría, a continuación, ayudar a este ejército a hacer frente al EI”.
Sin embargo, la tarea es enorme en un país inmenso sin ninguna unidad histórica. El jefe de la misión de la ONU en Libia, Bernardino León, intenta desde hace meses la formación de un gobierno de unidad nacional, pero hasta el momento, no ha tenido éxito.