A ellas se sumaron los principales sindicatos y todos los partidos políticos. En plena precampaña electoral para las legislativas del 20 de diciembre, algunos estuvieron representados por sus secretarios generales, como el socialista Pedro Sánchez o el izquierdista Pablo Iglesias, líder de Podemos.
“La crisis económica ha hecho que muchas mujeres no dejen a sus maltratadores porque sin recursos no tienen adónde ir”, denuncia Marisa Teijeiro, de 61 años, empleada de banca jubilada.
“Por eso más que nunca se necesitan más recursos públicos y no recortes”, agrega, mientras a su alrededor los manifestantes enarbolan pancartas en las que puede leerse “Yo soy humana ¿Y tú?” o “No morimos, nos matan”.
Según datos del gobierno español, 41 mujeres murieron en lo que va de año a manos de sus parejas o exparejas. De ellas, 25 habían nacido en España y 16 en otros países. Sólo siete habían presentado denuncias.
Apuñaladas, golpeadas o incluso quemadas, cada una de ellas fue portada de toda la prensa en una España especialmente sensibilizada por este fenómeno social, que afecta a países desarrollados y en desarrollo de los cinco continentes.
El Consejo de Europa puso en 2006 a España como ejemplo de lucha contra la violencia machista en reconocimiento hacia el gobierno socialista de la época, presidido por José Luis Rodríguez Zapatero.
Feminista declarado, Zapatero situó a su país en primera línea de este combate adoptando en 2004 una ley pionera en Europa para proteger a las mujeres de la violencia de sus parejas o exparejas.
Desde entonces, las muertes por violencia machista se redujeron de las 71 registradas en 2003 a las 54 de 2014.
Las organizaciones feministas reivindican ahora que ésta se amplíe para incluir otras formas de violencia contra las mujeres como las agresiones sexuales, el acoso en el ámbito laboral o la trata de mujeres y niñas.