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Migración: Los candidatos avivaron la sensación de amenazas en su debate, ¿por qué?

Los candidatos republicanos han amplificado su retórica sobre la frontera sur y abierto la posibilidad al envío de miembros del Ejército contra los carteles de drogas y para detener, según dicen, la invasión de migrantes.

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Soldados colocan una línea de alambre concertina en un punto de cruce fronterizo cerca de Brownsville, Texas, el 11 de mayo de 2023. (Verónica G. Cárdenas/The New York Times)

Soldados colocan una línea de alambre concertina en un punto de cruce fronterizo cerca de Brownsville, Texas, el 11 de mayo de 2023. (Verónica G. Cárdenas/The New York Times)

Cuando le preguntaron si enviaría a fuerzas especiales a México para combatir a los carteles de las drogas, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, no dudó en ir por todo.

“Sí, y lo haré desde el primer día”, respondió.

Se comprometió a declarar una emergencia nacional y añadió: “Cuando estos traficantes de drogas pasen fentanilo por la frontera, será lo último que hagan. Emplearemos la fuerza y quedarán muertos”.

Los republicanos que participaron en el primer debate presidencial el 23 de agosto intercambiaron comentarios mordaces y estuvieron en desacuerdo varias veces en los temas del aborto, el cambio climático y la lealtad que le deben al expresidente Donald Trump.

Pero en el tema de la inmigración, casi no hubo desacuerdos; más bien, lo que todos intentaron fue superar a los demás, tanto en las expresiones de enfado como en las agresivas recomendaciones de respuesta militar a la inmigración no autorizada y al tráfico de drogas a través de la frontera sur. La gran mayoría de sustancias lícitas llegan a Estados Unidos en vehículos comerciales que pasan por puertos de entrada oficiales, no transportadas por migrantes, según las autoridades.

El exvicepresidente Mike Pence comentó que Estados Unidos colaboraría con el Ejército mexicano “e iremos tras los carteles que cobran vidas en Estados Unidos para destruirlos”.

Durante el debate, casi no se hizo alusión a la inmigración como uno de los aspectos triunfantes en el tapiz estadounidense, solo un redoble constante de amenazas. En parte, esto refleja hasta qué punto el tema distintivo de Donald Trump se ha arraigado en la estrategia y el espíritu republicanos.

Pero también refleja la factura constante que cobran las drogas que se pasan de contrabando por la frontera, en especial el fentanilo, y la amarga colección de adicciones y muerte que han acechado a todo tipo de estadounidenses, sin distinción de raza, geografía o clase.

En consecuencia, como en tantos otros aspectos de la política republicana, algunas propuestas que en otra época eran radicales se han vuelto convencionales desde que Trump adoptó la frontera como tema central de su campaña en 2016 y, tras su elección, de su agenda política interior.

Los candidatos republicanos en este ciclo de campaña han tomado la estafeta y respaldan ideas que se habrían considerado impensables antes de la presidencia de Trump.

Durante meses, han amplificado su retórica sobre la frontera sur y abierto la posibilidad al envío de miembros del Ejército contra los carteles de drogas y para detener, según dicen, la invasión de migrantes.

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Además, las encuestas reflejan una creciente frustración entre muchos grupos demográficos, incluidos demócratas, por la llegada de migrantes, que en años recientes ha generado escenas de caos en la frontera y puesto bajo presión a varias ciudades, desde Nueva York hasta Denver, hasta donde han llegado muchos de los inmigrantes.

Sin embargo, la división partidista es clara: dos terceras partes de los republicanos sostienen que debería admitirse a menos inmigrantes y solicitantes de asilo en el país, mientras que esa proporción es de alrededor de una cuarta parte entre los demócratas, según una encuesta realizada por The Associated Press este mismo año.

Una encuesta realizada por Gallup en julio reveló que el porcentaje de estadounidenses que creen que la inmigración es “algo bueno” está en el punto más bajo desde 2014. La encuesta mostró que una minoría en aumento (el 41 por ciento) de los estadounidenses cree que debería reducirse la inmigración. Muchos más republicanos que demócratas lo afirman. De cualquier manera, la mayoría de los estadounidenses encuestados todavía apoyan la inmigración en vez de querer reducir el número de inmigrantes.

Las reacciones políticas negativas han sido especialmente marcadas en Nueva York, lugar al que han llegado más de 100.000 migrantes, de los cuales casi 60.000 se han quedado en albergues.

Una encuesta dada a conocer esta semana por el Instituto de Investigaciones de Siena College reveló que una gran mayoría de demócratas, republicanos e independientes, tanto en la ciudad como en la zona norte de Nueva York, creen que los migrantes, muchos de los cuales han solicitado asilo, representan un “problema serio” para el estado.

Aproximadamente el 46 por ciento de los electores dijo que los migrantes reubicados en Nueva York en las últimas dos décadas han sido más una “carga” que un “beneficio” para el estado. Casi el 60 por ciento dijo que los “habitantes de Nueva York ya hicieron suficiente por los nuevos migrantes, por lo que ahora debería hacerse algo para reducir el flujo” y no “aceptar nuevos migrantes y hacer todo lo posible para que se adapten a Nueva York”.

Los cruces fronterizos no autorizados han bajado en meses recientes, como resultado de medidas que comenzó a aplicar el gobierno de Joe Biden para permitir el ingreso de las personas en Estados Unidos con más orden. Por ejemplo, ahora es posible hacer una cita mediante una aplicación móvil del gobierno para tener una entrevista con las autoridades estadounidenses en la frontera o para que un familiar que ya se encuentra en el país patrocine a una persona.

Durante el debate del 23 de agosto, la crisis de fentanilo pareció inminente, pues los candidatos no dejaron de hacer referencia a las muertes por sobredosis que son emblemáticas de la crisis en la frontera.

El senador de Carolina del Sur Tim Scott propuso despedir a 87.000 agentes del Servicio Interno de Impuestos recién contratados y elevar al doble el número de agentes de la Patrulla Fronteriza. “La necesidad más apremiante del pueblo estadounidense es la frontera sur”, aseveró.

“Si gastamos 10.000 millones de dólares, podríamos terminar el muro”, afirmó. “Por 5000 millones de dólares más, podríamos contar con la tecnología de grado militar necesaria para vigilar la frontera sur y detener el flujo de fentanilo, con lo que salvaríamos a 70.000 estadounidenses cada año”.

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Vivek Ramaswamy, quien habla de reforzar la seguridad de la frontera a toda costa, incluso con fuerzas militares, indicó que los recursos que Estados Unidos ha enviado a Ucrania deberían emplearse más bien para “protegernos contra la invasión en nuestra frontera sur”.

Chris Christie, exgobernador de Nueva Jersey, convocó a detener a todas las personas que ingresen al país ilícitamente.

Pero en un tono nada habitual de respeto por la inmigración en el debate, señaló: “Tenemos tantas personas maravillosas de todo el mundo que esperan en línea con total respeto a la ley para intentar venir a este país y conquistar el sueño americano. Esas personas esperan, esperan y esperan porque no hemos resuelto el problema de quienes ya están aquí”.

El presidente Joe Biden les ha recordado en repetidas ocasiones a los estadounidenses que solo el Congreso puede componer el sistema de inmigración atribulado. Pero, en un contexto político cada vez más polarizado, las posibilidades de una solución legislativa respaldada por ambos partidos se reducen cada vez más.