“La mayoría de los comedores están situados en la periferia donde está las personas más pobres, pero aquí viene gente de todo tipo”, dijo Nilian Haddad, nutricionista del Bom Prato del barrio de Tucuruví, en el norte de la ciudad.
Haddad compone el plato del día, que debe ser autorizado por la Secretaría de Desarrollo Social y que siempre tiene arroz, fríjol, una pieza de carne o de pescado, una guarnición de verdura, ensalada así como un bollo de pan, una pieza de fruta y un vaso de zumo.
Con motivo del Mundial, una de estas raciones es modificada por un plato típico de alguno de los 32 países clasificados aunque, según Haddad, el cambio “no modifica el equilibrio de nutrientes” de la dieta que alimenta a más de mil 200 personas por día.
Así, los clientes que frecuentan el Bom Prato de Tucuruví elogian tanto la calidad como el precio del menú ofrecido por los 16 trabajadores del comedor.
“Es una dieta equilibrada y el trato que nos dan siempre es fantástico”, dijo el economista desempleado Marcos dos Santos, para quien el menú del comedor es “más barato que comer en casa”.
En la misma línea, la jubilada Edina Ramires, que no es vecina del barrio, aseguró que cada vez que viaja a Sao Paulo busca uno de los 41 comedores que hay en la ciudad.
“A todo el mundo que viene le encanta, la comida es barata pero sin perder la calidad, sabemos que los productos son frescos y a los más mayores nos dan una atención especial”, dijo Ramires quien cree que los centros “deberían ser instalados en todos los barrios”.
Pese a la intención del Gobierno del estado de acercar la fiesta futbolística a las clases sociales más pobres, los usuarios, entre los que también se encuentran funcionarios públicos como barrenderos o carteros, no prestan mucha atención a la modificación de la carta.
Así, el Bom Prato de Tucuruví, barrio humilde del norte de Sao Paulo, fue decorado con banderines de las 32 selecciones y una gran bandera brasileña en el techo del local que recibe a los clientes que tampoco dan mucha importancia a estos elementos.
“Para mí no ha cambiado nada. Llevo dos meses viniendo aquí y todo sigue igual, si me siguen dando de comer por un real, pueden poner lo que quieran”, apostilló Milton Soares, otro usuario del comedor.