Gould estaba en cuclillas en un estanque, buscando ranas, cuando vio un bicho del tamaño de un chícharo que le pareció que había caído en el agua. Al observarlo de cerca, Gould se percató de que no estaba viendo un bicho con el lomo hacia arriba intentando escapar del agua, sino un escarabajo boca arriba que tenía el control total de su vida y la situación en ese momento. El insecto se escabulló por debajo de la superficie del agua como si estuviera en un mundo paralelo de cabeza, con Gould de rodillas por debajo de él.
La superficie del estanque quedó totalmente inmóvil —no la perturbaba ni siquiera una pequeña ola causada por el viento— y Gould sacó su teléfono para grabar cómo se arrastraba el escarabajo acuático despreocupado por debajo del agua como si caminara por un techo. Debido a que la grabación no estaba relacionada con su investigación, Gould guardó el video del escarabajo en sus archivos y no volvió a verlo en varios años hasta que terminó su doctorado. Por fin, en junio, Gould y Jose Valdez, un ecólogo especializado en la vida silvestre del Centro Alemán para la Investigación Integradora de la Biodiversidad en Leipzig, publicaron el primer documento detallado sobre este comportamiento en escarabajos en la revista Ethology.
Martin Fikáček de la Universidad Nacional Sun Yat-sen, Taiwán, no estuvo involucrado en la investigación inicial, pero identificó al bicho como un escarabajo acuático, probablemente de la familia Hydrophilidae.
Aunque este artículo documenta por primera vez el andar de cabeza del escarabajo debajo del agua, ya se había informado del comportamiento, según afirmó Manu Prakash, un bioingeniero de la Universidad de Stanford que no estuvo involucrado en la investigación. “Es una observación hermosa”, escribió Prakash en un correo electrónico.
Los movimientos del hidrofílido difieren de la manera tradicional de caminar en el agua, es decir, por encima de ella. Los guérridos y los halobates se mueven sobre la superficie del agua con patas parecidas a remos. Con la ayuda de la tensión superficial, algunos gecos pueden correr sobre el agua ondulando el cuerpo y golpeando la superficie del agua con sus patas.
Debajo del agua, algunas criaturas sí tienen vidas invertidas. Muchas de esas criaturas son caracoles. En el océano, el caracol violeta cuelga de cabeza de la superficie del océano gracias a una balsa pegajosa de burbujas que mantiene a flote su concha. El caracol de agua dulce Sorbeoconcha physidae también depende de moco y frunce su pie sobre la superficie del agua para desplazarse perezosamente. “Usan un mecanismo diferente porque no tienen patas”, aclaró Valdez en referencia a los caracoles.
En agua dulce, algunos insectos llamados garapitos nadan de cabeza remando con sus peludas patas traseras debajo del agua. Las larvas de la mosca acuática Dixidae, también conocida como mosquito del menisco, usan las estructuras peludas en su abdomen para pegarse, de cabeza, a la superficie del agua.
Sin embargo, estos escarabajos acuáticos no nadan como los garapitos ni como las larvas de la Dixidae. Caminan de la misma manera en que uno podría imaginarse que lo hacen las especies terrestres de escarabajos sobre el suelo o por tu techo.
La primera pregunta: ¿cómo?
“Es una incógnita”, admitió Gould, aunque él y Valdez tienen algunas hipótesis.
Según los investigadores, una posibilidad es que una burbuja de aire sujete al escarabajo panza arriba, ya que podría brindar flotabilidad ascendente para mantener al escarabajo en lo alto. Aunque parezca que una burbuja tan cerca de la superficie puede reventarse, la del escarabajo permaneció completamente llena, lo cual sugiere que, de alguna manera, el bicho no está dejando escapar el aire, de acuerdo con los investigadores. Se sabe que los escarabajos que pueden caminar debajo del agua (con el lomo para arriba) atrapan burbujas de aire entre las patas.
La segunda pregunta: ¿¿por qué??
Aunque las patas de los escarabajos parecían pinchar el agua a cada paso, su excursión de bajo perfil no produjo ninguna onda. Los investigadores sugieren que este estilo de locomoción podría ayudar al bicho a evitar convertirse en la comida de algo que pudiera acechar en la cercanía. “Cualquier depredador sobre la superficie que mire hacia abajo podría ver una burbuja en vez de una golosina sabrosa”, escribió Valdez en un correo electrónico.
Para moverse a través de la resistencia, la flotabilidad y la viscosidad del agua, se suele requerir más energía que para hacerlo en tierra. No obstante, el escarabajo parecía capaz de desplazarse con bastante facilidad e incluso parecía descansar de cabeza, lo cual podría sugerir que este comportamiento no tiene un costo energético, según afirman los autores.
Sin embargo, la única manera de comprobar cualquiera de estas hipótesis sería llevar esta especie de escarabajo a un laboratorio para investigarla más a fondo.
Ahora, Gould estudia otra rana en la isla Kooragang, no lejos de las montañas Watagans, la cual se reproduce en charcos artificiales en los humedales alrededor de los puertos carboníferos de la isla. Ahí, la naturaleza es menos prístina, pero sigue teniendo maravillas diminutas; hace poco, Gould vio cómo una babosa hacia piruetas elegantes para llegar al suelo desde la parte más alta de una cerca como si fuera un artista aéreo: usando un hilo de su propio moco como si fuera una cuerda para escalar.
¿Y qué pasó con este escarabajo particular? Los hidrofílidos tienen una vida corta, por lo que es probable que haya muerto y su cuerpo haya regresado al suelo con olor a lluvia de las montañas Watagan. No obstante, le sobreviven otros escarabajos que seguirán viviendo y caminando en cualquier superficie que los sostenga hasta la hora de su muerte.