El libro Manhunters: How We Took Down Pablo Escobar, escrito por los exagentes de la DEA Steve Murphy y Javier F. Peña salió a la venta en línea este 12 de noviembre, del cual el diario The New York Post publicó un extracto.
Los exagentes cuentan secretos inéditos del exnarcotraficante colombiano.
Según el artículo, Murphy y Peña encontraron en La Catedral, la lujosa cárcel que Escobar construyó para él y sus trabajadores, juguetes sexuales y cartas de madres que ofrecían a sus hijas para tener sexo con el capo.
Escobar también disfrutaba de los baños elegantes y los dibujos animados que ridiculizaban a Estados Unidos.
“La prisión era más o menos lo que sospechábamos: un club de campo lleno de artículos de lujo, como televisores de última generación, refrigeradores y equipos estéreo”, recuerda Peña en el libro. “Escobar nunca durmió en el mismo lugar por más de dos noches consecutivas. Eso incluía su propia ‘celda’ de prisión”.
“Usaba las cabañas cercanas para fiestas y alternaba para dormir en cada una de ellas. Todos estaban bellamente decoradas, con macetas, cestas colgantes y lujosas tapicerías y cortinas. Uno de ellos tenía un baño construido como un búnker, con paredes de cemento reforzado que debían tener más de 3 pies de espesor”, cuentan los exagentes en el libro.
“Escobar tenía algo que ver con baños limpios y bien proporcionados, y cada vez que allanábamos una casa segura que Escobar usaba, siempre encontramos un baño curiosamente brillante con accesorios nuevos”.
Su habitación y oficina también estaban “sorprendentemente ordenadas”.
“En su oficina contigua, encontramos un bote de película en la basura. Cuando revelamos la película encontramos imágenes de Escobar que convertimos en carteles de ‘se busca’”, escribe Peña.
“Tenía todos los carteles de ‘se busca’ que se habían publicado contra él en Colombia y casi todos los artículos que aparecían sobre él en sus archivos”, relata Peña en el libro.
Peña agrega en el libro: “También había montones de libros de tapa dura autoeditados firmados por Escobar y sus sicarios”. “Los volúmenes encuadernados en cuero, con dibujos satíricos burlándose de los Estados Unidos, fueron firmados por Escobar y envueltos en cajas de regalo, que también estaban hechas con el cuero más fino y flexible”.
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Además, señala Peña, “encontramos volúmenes sobre cómo cuidar a las palomas mensajeras. Varios refugios de palomas se ubicaron en toda la prisión, incluso fuera de la celda de Escobar. Las palomas se utilizaron para entregar mensajes a varios asociados de Escobar y miembros del cartel”.
Se descubrieron más artículos personales en la oficina del capo en la prisión conocida como La Catedral.
Los agentes y la Policía encontraron “batas de encaje y juguetes sexuales, incluidos vibradores, todos ordenados en un armario. En los archivos de correspondencia de Escobar, que estaban sorprendentemente ordenados y metódicamente organizados, guardaba todas las notas amenazadoras de sus enemigos”, dice Peña en el libro.
“A pesar de su intimidación”, escribe Peña, Pablo Escobar “se dedicó a sus hijos”. En 1991 Juan Pablo (también conocido como Sebastián) tenía unos 14 años y su hija, Manuela, tenía unos 7 años, y jugaron en los terrenos de la prisión. “Fuera de la celda del capo de la droga había una sala de estar que daba a un patio de recreo, que completa con una casa de juegos que tenía electricidad y agua corriente”.
En la prisión los agentes de la DEA localizaron una imagen de la Virgen María de cerámica con un niño Jesús en sus brazos. “No pude evitar pensar cómo un hombre que mató a miles de personas inocentes podría rezarle a la Virgen María, atreverse a buscar su protección, su bendición”, dice Peña.
Murphy, quien estuvo cerca de la muerte de Escobar aunque no participó en el enfrentamiento armado, cuenta que tomó fotos del cuerpo.
“No se parecía en nada al villano fornido, bigotudo y sonriente en los carteles de ‘se busca’”, escribe. Escobar había “engordado mucho escondiéndose. Tenía una barba desalineada”, continúa Murphy.
Los dos agentes sobrevivieron en Colombia durante la operación a pesar de que por cada uno el capo había ofrecido una recompensa de $300,000. Su trabajo formó la base de la exitosa de Netflix, “Narcos”.
Murphy se retiró de la DEA en 2014, mientras que Peña se retiró un año después.
Murphy no puede creer que hayan sobrevivido. Más de 400 policías colombianos fueron asesinados durante los 16 meses de la búsqueda del narcotraficante, “asesinados por los secuaces de Escobar”.
“Al escribir desde la seguridad de la jubilación, Murphy, ahora de 62 años, sigue aturdido por su encuentro con Escobar”, señala The New York Post en su artículo.
“¿Realmente hicimos esto? ¿Realmente se terminó?”, Escribe. “Se sintió como un sueño”.
El libro Manhunters: How We Took Down Pablo Escobar tiene un precio de US$28.99 y también está disponible en audiolibro.
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