Internacional

El Papa dice que la inseguridad no se agota encarcelando, y aboga por la reinserción social

El papa Francisco afirmó este miércoles que la inseguridad no se resuelve encarcelando gente, al visitar una prisión en Ciudad Juárez, México, ciudad que fue considerada una de las más violentas del mundo.

El papa Francisco recibe un crucifico de un reo durante la visita que hizo al penal de Ciudad Juárez. (Foto Prensa Libre: AFP).

El papa Francisco recibe un crucifico de un reo durante la visita que hizo al penal de Ciudad Juárez. (Foto Prensa Libre: AFP).

El papa Francisco cuestionó que la cárcel pueda resolver los problemas de la seguridad, al visitar una prisión en Ciudad Juárez, última etapa de su visita a México.

“A veces pareciera que las cárceles se proponen incapacitar a las personas a seguir cometiendo delitos más que promover los procesos de rehabilitación que permitan atender los problemas sociales, psicológicos y familiares que llevaron a una persona a una determinada actitud”, manifestó el pontífice en el Centro de Readaptación Social 3 de esta localidad fronteriza con Estados Unidos.

Añadió: “La reinserción o rehabilitación comienza creando un sistema que podríamos llamarlo de salud social, es decir una sociedad que busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, las escuelas, en las calles, en los hogares y en todo el espectro social”.

“El problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando”, acotó.


El pontífice dijo a los presos que “quien experimentó el infierno puede volverse un profeta en la sociedad. Trabajen para que esta sociedad no siga cobrándose víctimas”.

El encuentro tuvo especial significación en México porque, un día antes de la llegada del papa, 49 presos murieron en un motín en un penal Monterrey (norte).

“Esta experiencia es una pausa en nuestras vidas”, dijo al papa la interna Evelia Quintana, vestida con el uniforme gris de los presos. “Trabajamos para que nuestros hijos e hijas no repitan esta historia”, agregó esta madre de una adolescente.

Tras la visita al presidio, Francisco se encontró con dirigentes laborales y empresariales, a quienes advirtió de la falta de oportunidades para los jóvenes mexicanos.

“Uno de los flagelos más grandes a los que se ven expuestos sus jóvenes es la falta de oportunidades de estudio y de trabajo (…) generando en muchos casos situaciones de pobreza. Y esta pobreza es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia”, advirtió.

Desde primera hora de la mañana, miles de personas con banderines y camisetas con la leyenda “yo amo al papa” empezaron a llegar a esperar la misa en una explanada junto al fronterizo río Bravo, por donde cada año pasan centenares de migrantes en busca del sueño americano.

María Cruz Bautista, de 62 años, hizo el viaje desde Chicago para reunirse con su familia en Juárez y ver este día “histórico” para su ciudad natal, que dejó a los 14 años.

Dijo que esperaba ansiosa las palabras que Francisco pronunciará como “un mensaje positivo, no nada más para la gente de ambos lados (de la frontera), sino para los gobernantes, para que tengan más piedad y más consideración con los migrantes”.

Respeto a los migrantes

La mayoría de los migrantes que atraviesan el río Bravo son centroamericanos que huyen de la violencia y la pobreza de sus países y se juegan la vida al atravesar México, donde enfrentan extorsiones, secuestros e incluso son asesinados por el crimen organizado.


Después de lanzar mensajes duros contra el narcotráfico y la corrupción en su gira por México, está previsto que el papa se enfoque en la dramática situación de los migrantes en la misa, que será retransmitida por pantalla gigante al otro lado de la frontera en un estadio de El Paso, Texas.

Cerca de donde tendrá lugar el oficio religioso está el sencillo comedor comunitario “El Pescador”, sitio de paso para muchos migrantes como Isaías Franco, un salvadoreño de 47 años.

“Nosotros no vamos a hacer daño a nadie, solo salimos de nuestros países a buscar un futuro mejor. Solo pedimos respeto”, expresó este hombre que llegó a vivir siete años en Oklahoma antes de ser deportado en 2011.

En los últimos meses, se ha registrado una ola de deportaciones en México, que se suma a las que realiza Estados Unidos, que las ha intensificado recientemente.

En Estados Unidos, posiciones en contra de la inmigración como las del aspirante presidencial republicano Donald Trump tienen cada vez más altavoces: el magnate lamentó el martes que Francisco sea una personalidad “muy política” que no entiende “el peligro de tener una frontera abierta como la que hoy tenemos con México”.

Los años violentos

La migración es solo uno de los problemas que experimenta Juárez por su condición fronteriza.

Enclavada en el desierto de Chihuahua, esta ciudad vivió los peores años de la guerra contra el narco entre 2008 y 2011, en medio de las batallas entre el cártel de Juárez y el de Sinaloa, de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Decenas de chicas jóvenes desaparecieron esos años y sus familiares siguen buscándolas o exigiendo justicia por las que aparecieron en pedazos en el desierto, volviendo la memoria a la época negra de los feminicidios en los años 1990.


Lamenta falta de oportunidades

Francisco lamentó la falta de oportunidades de trabajo y estudio que enfrentan los jóvenes, durante un encuentro con trabajadores y empresarios en Ciudad Juárez,  y advirtió que la pobreza genera el ambiente propicio para que sean atrapados por el narcotráfico.

El Pontífice dijo que la falta de oportunidades puede generar muchos casos de pobreza. “Y esta pobreza y marginación es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia”, dijo en un centro educativo de Ciudad Juárez, en la frontera con El Paso, Texas.

Francisco pidió pensar qué tipo de México quieren legar a sus hijos: “¿Un aire viciado por la corrupción, la violencia, la inseguridad y desconfianza o, por el contrario, un aire capaz de generar alternativas, generar, la palabra es clave, generar renovación o cambio?”.

El Vicario de Cristo, además, critió la explotación de “las personas al sevicio de flujos capitales, causando en muchos casos la expotacion de los empleados como que son objetos para usar y descartar”.

Agregó que “Dios pedirá cuentas a los esclavistas de nuestros días, y nosotros hemos de hacer todo lo posible para que estas situaciones no se produzcan más”.


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