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Por qué las altas temperaturas nocturnas de proporciones históricas son tan alarmantes

El mes pasado fue el mes de junio más caluroso de la historia en Norteamérica, en el cual se batieron más de 1200 récords diarios de temperatura tan solo en la última semana. Pero a lo que no se le dio cobertura en la mayoría de los reportajes fue a un número todavía mayor de máximos históricos alcanzados por un indicador diferente —y potencialmente más peligroso— de calor extremo: las temperaturas nocturnas.

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Niños se refrescan en una cascada en The Yards Park durante un clima cálido y húmedo, en Washington, Estados Unidos. Después de que históricas olas de calor se apoderaran de algunas partes del país. (Foto Prensa Libre: EFE)

Niños se refrescan en una cascada en The Yards Park durante un clima cálido y húmedo, en Washington, Estados Unidos. Después de que históricas olas de calor se apoderaran de algunas partes del país. (Foto Prensa Libre: EFE)

Según el Informe de la Evaluación Nacional del Clima de 2018, en la mayor parte de Estados Unidos, en promedio, las noches se están calentando con mayor rapidez que los días. Esto es parte de una tendencia global que está provocando el cambio climático.

Según los climatólogos y los epidemiólogos ambientales, las noches estivales excepcionalmente calurosas pueden originar un número considerable de decesos debido a que, en esas condiciones, la gente no tiene la posibilidad de refrescarse y así recuperarse del calor del día.

“Lo que llama mucho la atención son las temperaturas máximas, pero las temperaturas nocturnas mínimas tienen repercusiones en la mortalidad”, señaló Lara Cushing, una científica especialista en salud ambiental de la Escuela de Salud Pública Fielding de la Universidad de California en Los Ángeles.

Por qué las noches más calurosas son más mortíferas

El cuerpo humano necesita tiempo para refrescarse. Lo normal es que eso suceda durante el sueño cuando la temperatura baja de manera natural. Después de un día caluroso, “es importantísimo que las personas tengan la oportunidad de reducir su temperatura corporal básica”, comentó Kristie Ebi, una científica especialista en salud ambiental de la Universidad de Washington. “Cuando hace mucho calor en la noche, no tenemos ese descanso, lo cual genera una sobrecarga fisiológica para nuestro cuerpo”.

Las olas de calor son especialmente letales cuando las temperaturas aumentan de manera repentina. “Tenemos un cuerpo muy adaptable y podemos aclimatarnos siempre que exista la oportunidad de hacerlo”, mencionó Thomas Waters, médico especialista urgencias de la Clínica Cleveland. La mayoría de los casos de golpes de calor ocurren dentro de los primeros tres días de una ola de calor. “Las personas son más vulnerables cuando hay incrementos repentinos de la temperatura y la humedad”.

Cuando hace demasiado calor y hay demasiada humedad como para que el sudor realice su función de disipar el calor del cuerpo, puede haber consecuencias fatales, como las insuficiencias orgánicas.

Las olas de calor prolongadas son muy peligrosas sobre todo para la gente mayor, los niños pequeños y las mujeres embarazadas. También es más probable que las olas de calor afecten a las personas que se ganan la vida trabajando al aire libre, como en labores agrícolas y de construcción, a los indigentes y a las personas que tienen problemas de salud, como enfermedades cardiovasculares y diabetes.

Según los informes forenses, en 2006, una ola de calor dio lugar a casi 150 fallecimientos relacionados con el calor en California. (Durante ese periodo, hubo casi 600 decesos adicionales, lo que indica que el efecto puede haber sido aún mayor).

Lo que hizo que fuera tan peligrosa esa ola de calor específica fue su humedad, la cual mantiene el calor durante la noche y genera temperaturas nocturnas inusualmente altas, lo que tomó desprevenidos a los californianos, comentó Tarik Benmarhnia, epidemiólogo ambiental en la Universidad de California, campus San Diego.

Cuando el calor extremo afecta las ciudades, la tendencia es que las comunidades más pobres sean las más vulnerables, señaló. Los decesos y las hospitalizaciones originados por el calor en la ola de calor de 2006 en California fueron más elevados en las zonas donde había menos aires acondicionados. Había tres veces más probabilidades de que se usara aire acondicionado en los hogares de ingresos más altos que en los de ingresos más bajos.

Algunas ciudades intentan mitigar los efectos de las olas de calor abriendo centros para refrescarse, examinando a las personas vulnerables y ofreciendo agua embotellada. No obstante, esto casi siempre se hace durante el día.

“En realidad, el problema es la noche”, comentó Rupa Basu, jefa del departamento de epidemiología relacionada con el aire y el clima de la Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud Ambiental perteneciente a la Agencia de Protección Ambiental de California.

¿Por qué las noches se están volviendo más calurosas?

Hace poco, en algunas partes del Noroeste del Pacífico, las temperaturas aumentaron unos 16 grados Celsius por encima de su promedio, algo extremo que “prácticamente habría sido imposible si no existiera el cambio climático”, señaló Geert Jan van Oldenborgh del Instituto Real de Meteorología de los Países Bajos.

A medida que aumentan las temperaturas, el aire puede retener más humedad. De acuerdo con Alexander Gershunov, meteorólogo investigador del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego, el vapor de agua representa el 85 por ciento del efecto invernadero. El vapor de agua no provoca el calentamiento inicial, pero hay un circuito de retroalimentación: las temperaturas más elevadas incrementan la humedad del aire, y una mayor humedad ocasiona que se concentre más calor cerca de la superficie del suelo, como si fuera una cobija, lo cual conduce a un mayor calentamiento.

“De todos los fenómenos meteorológicos extremos, las olas de calor son las que están relacionadas de manera más directa con el cambio climático”, indicó. Gershunov concibe el cambio climático como los “esteroides” detrás de las olas de calor.

“En Estados Unidos, las temperaturas mínimas están subiendo en general con mayor rapidez que las temperaturas máximas”, señaló Claudia Tebaldi, una geocientífica y realizadora de modelos climáticos en el Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico.

Tebaldi advirtió que no se sabe si las noches seguirán calentándose más rápido que los días, pero que es seguro que el cambio climático provocará que las olas de calor sean más frecuentes e intensas en las próximas décadas. Explicó que, como regla general, por cada aumento de 0,5 grados Celsius en la temperatura global promedio, las temperaturas extremas —es decir el nivel máximo de las altas y el nivel máximo de las bajas— se incrementarán hasta el doble.

“Por desgracia, es una de esas cosas que se saben de cierto”, comentó. “No existe gran duda sobre el hecho de que el calentamiento global hará que estas temperaturas extremas sean mucho más marcadas”.

 

Henry Fountain colaboró en este reportaje.

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