“La esfera no tendrá el menor problema, incluso con olas de mil metros de altura. Es como una pelota de ping-pong: pese a que su piel es fina, puede resistir mucha presión” asegura a la AFP su creador, en su taller de Qiantun, a una hora de carretera de Pekín.
Las siete bolas, ya terminadas o en curso de serlo, están compuestas por un casco de fibra de vidrio y una armadura de acero. Cada una ha costado 37 mil euros y están equipadas con botellas de oxígeno, y reservas de agua y alimentos.
También tienen cinturones de seguridad, esenciales en caso de tempestades. Liu los ha probado, pidiendo a sus asistentes que agiten vigorosamente un arca en la que él mismo se ha instalado.
“Estas embarcaciones están concebidas para poder transportar a 14 personas, pero es posible que hasta 30 personas puedan sobrevivir en su interior durante dos meses”, explica.
El aislamiento es tan bueno que “una persona podría vivir cuatro meses en su interior en el polo norte o sur sin congelarse o ni siquiera tener frío”, asegura Liu.
Los habitáculos disponen de lo esencial del confort doméstico, con una mesa y una cama, y están empapelados con papel floreado.
Liu Qiyuan cuenta que tuvo la idea de fabricar estos refugios después de haber visto la película hollywoodense de catástrofes “2012”, basada en el fin del mundo del próximo 21 de diciembre, según una presunta cuenta atrás de 5 mil años del calendario maya.
“Si realmente se produce un apocalipsis, podré decir que habré contribuido a la supervivencia de la humanidad”, se congratula este discípulo póstumo de Noé.
El temor a un “fin del mundo” se ha extendido en China donde en dos distritos rurales se han agotado las velas, ya que sus habitantes están convencidos de que el sol no volverá a levantarse tras el solsticio de invierno, según la agencia China Nueva.
En la provincia oriental de Zhejiang, un empresario recibió 21 pedidos para embarcaciones de supervivencia, que fueron igualmente vendidas como “arcas de Noé” por 610 mil euros, cada una, según el diario China Daily.
En el otro extremo del país, en Xinjiang (noroeste), un hombre declaró a la AFP haber invertido todos sus ahorros, unos 120 mil euros, en construirse un barco, pues teme que su casa sea arrasada por un diluvio.
Las autoridades chinas han reaccionado con mensajes tranquilizadores: “El supuesto fin del mundo es un rumor”, según un mensaje de la policía de Pekín en internet, en el que se pide a la población que se remita a “conceptos científicos”.
Las esferas de supervivencia de Liu tienen un origen basado en una real tragedia: la idea de utilizarlas contra catástrofes le vino tras el tsunami en el Océano Índico de 2004, que causó cerca de 250 mil muertos.
Pese a que se acerca la presunta fecha fatídica, Liu Qiyuan, casado y padre de una niña, no ha podido vender ninguna de sus creaciones, y teme no poder devolver los créditos que pidió para construirlas.
“He invertido más de la mitad de mis ahorros en estas esferas, porque vale la pena, es para salvar vidas”, explica.
Para demostrar su resistencia, se introduce en una de sus esferas y pide a uno de sus asistentes que choque contra ella a bordo de un camión. Resultado: una pequeña rayadura en la superficie de la bola.
El inventor saca la cabeza por una ventanilla, satisfecho: “¡Ningún problema, no he sentido nada!”