También aludió a las demandas de los manifestantes, que exigen más inversiones en áreas sociales como salud, educación y transporte, al citar muchas de las obras realizadas para la celebración de la cita del futbol mundial, las cuales aseguró que “quedan para el pueblo brasileño“.
La presidenta hizo esa declaración en momentos en que en Río de Janeiro y Brasilia, dos de las 12 ciudades que serán sedes del Mundial, decenas de manifestantes comenzaban a concentrarse para unas nuevas protestas.
En Río de Janeiro, a la vanguardia de la manifestación se situó un numeroso grupo de profesores de la educación publica en huelga desde hace días, que encabezaba una marcha que pretendía llegar hasta el estadio Maracaná, que el 13 de julio acogerá la final del Mundial, que comenzará el próximo 12 de junio.
En Brasilia, los manifestantes se concentraron frente al Museo de la República, en la céntrica Explanada de los Ministerios, y así como en Río de Janeiro también se proponían marchar hasta el Estadio Nacional, que recibirá siete partidos del Mundial.
El pasado martes, unas dos mil personas también intentaron llegar hasta el Estadio Nacional con su protesta, pero fueron contenidos por un grueso cordón de policías, que reprimió la manifestación con la caballería y el uso de gases lacrimógenos.
A esa manifestación se sumó un grupo de indígenas, con sus rostros pintados y armados de arcos y flechas, que se enfrentó a la Policía.
En medio de esos disturbios, uno de los agentes de caballería resultó herido ligeramente de un flechazo, cuyo autor no ha podido ser identificado.