“La secuencia de réplicas podría continuar durante varios días o semanas pero probablemente tendrán menor frecuencia y magnitud a medida que pasa el tiempo”, informó el USGS en un comunicado.
Las autoridades locales indicaron a través de sus cuentas de Twitter que el temblor provocó roturas de cristales y de conductos, con escapes de gas y agua.
La compañía eléctrica Southern California Edison señaló que unos dos mil clientes se quedaron sin luz a raíz del temblor.
Por su parte, el USGS informó de más de una docena de réplicas, cuya magnitud osciló entre los dos y los 3,6 grados.
Las autoridades señalaron que han dado la instrucción de revisar puentes, represas, vías ferroviarias y otras infraestructuras para identificar posibles daños.
Residentes del área afectada señalaron en declaraciones a la cadena de radio local KNX-AM haber visto cómo un muro de ladrillos se desmoronaba y árboles y cables del tendido eléctrico tambaleantes.
“Todas las ventanas del edificio temblaron”, dijo una de las personas que llamó a la estación radiofónica desde el cine en el que estaba cuando se produjo el terremoto.
“Todo el mundo salió a la calle y comenzaron a abrazarse unos a otros”, añadió.
El seísmo sigue al temblor de 4,4 grados en la escala de Richter registrado el pasado 17 de marzo.
Desde el 1 de mayo último, el USGS registró en California más de dos mil sismos, el 99.5 % de los cuales fueron de menos de 4 grados en la escala de Richter.
Los sismólogos consideran que hay una probabilidad de un 98 por ciento de que el “Big One”, un terremoto de magnitud 7.8 o superior con origen en la falla de San Andrés, afecte al sur de California en los próximos treinta años.
Las estimaciones oficiales indican que ese temblor causaría de forma directa dos mil muertes y 53 mil heridos, así como el derrumbe de mil 500 edificios, incluidos rascacielos, y daños de consideración en 300 mil inmuebles.
Esas cifras podrían duplicarse en los días posteriores al sismo por culpa de la inseguridad, los previsibles problemas de suministro de energía, de agua y de alimentos pero, sobre todo, de los incendios.