
Teniendo en cuenta sus divisiones sobre este espinoso tema, la mayoría republicana en el Senado renunció el martes a someter a votación la derogación del Obamacare, la reforma sanitaria emblemática del predecesor demócrata de Trump, Barack Obama.
El objetivo es volver a la carga después del feriado nacional del 4 de julio, pero el tema de la votación -si finalmente tiene lugar- es muy incierto.
Tras haberse ufanado de un sistema que será “mucho mejor y menos caro para las personas y el país que el Obamacare”, el presidente de Estados Unidos reconoció este miércoles que el combate en el Senado, donde los republicanos sólo tienen una escasa mayoría (52 de las cien bancas), sería arduo.
Aunque durante toda su campaña electoral, el magnate inmobiliario prometió la rápida derogación de Obamacare, símbolo según los republicanos de la deriva de la administración Obama, hace pocas semanas debió reconocer que el tema era delicado.
“Nadie sabía que el sistema de salud era tan complicado”, reconoció en febrero, suscitando comentarios socarrones en Washington, dado que el tema viene ocupando desde hace décadas tanto a administraciones republicanas como demócratas.
El sistema de salud estadounidense es una compleja maraña de responsabilidades públicas y privadas, nacionales y locales.
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