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“Era como si me pusiera a prueba constantemente para ver si la quería”: la historia de Larissa, la niña que fue devuelta por padres adoptivos tres veces

El destino de Larissa comenzó a ser marcado cuando sus padres biológicos, que eran adictos al crack, la abandonaron.

"Si no hubiera recibido apoyo no hubiera logrado completar el proceso", señaló Rutilene de Sousa, quien adoptó a Larissa luego de que la niña fuera regresada en tres casos anteriores. (Foto Prensa Libre: Marília Camelo/BBC Brasil)

"Si no hubiera recibido apoyo no hubiera logrado completar el proceso", señaló Rutilene de Sousa, quien adoptó a Larissa luego de que la niña fuera regresada en tres casos anteriores. (Foto Prensa Libre: Marília Camelo/BBC Brasil)

Los padres dejaron a la niña cuando era bebé en una plaza de Palmas de Monte Alto, en el estado brasileño de Bahía.

Larissa*, que ahora tiene 7 años, fue devuelta tres veces en procesos de adopción hasta llegar a sus actuales padres en 2016.

La ley permite desistir de una adopción durante la etapa provisoria de convivencia, que tiene un mínimo de 30 días y un plazo fijado caso a caso por un juez.

En el caso de Larissa, una pareja de Ceará se llevó a la niña a la capital del estado, Fortaleza, en 2014.

La niña estaba asustada y era desconfiada. Era como si me pusiera a prueba constantemente para ver si la quería

Pero la pareja regresó a la menor alegando que era insubordinada y tenía temperamento difícil, lo que dificultaba la convivencia.

El argumento fue el mismo en los otros dos casos en que la niña fue rechazada.

“Me ponía a prueba todo el tiempo”

“En el comienzo fue bien difícil”, relato a la BBC la actual madre adoptiva de Larissa, Rutilene de Sousa, de 45 años.
“Mi hija me desafiaba todos los días”.

“La niña estaba asustada y era desconfiada. Era como si me pusiera a prueba constantemente para ver si la quería”.
“Todo eso se reflejaba en las relaciones con las personas y hasta cuando dormía. Tenía un sueño muy agitado”.

Problema global

La historia de Larissa es más común de lo que se imagina.

Sólo en Brasil se registraron al menos 172 devoluciones de niños en proceso de adopción en los últimos cinco años.

Y la cifra incluye apenas 11 estados del país que respondieron a la solicitud de datos de la BBC.

El Registro Nacional de Adopciones de Brasil, CNA por sus siglas en portugués, indica que hay cerca de 4.700 niños y adolescentes disponibles para adopción en el país.

(El problema de las adopciones que resultan está presente en muchos países. En el Reino Unido, por ejemplo, se estima que al menos un 4% de los niños regresan al cuidado de los servicios sociales cada año luego de ser adoptados, según datos de un informe de 2014 del Departamento de Educación. Hay más de 85.000 niños en los servicios sociales en Reino Unido, de los cuales cerca de 5.500 son adoptados cada año).

“Te sientes destrozado”

Los adultos también sufren cuando las adopciones no llegan a buen término según lo esperado.

Roberto*, un funcionario público brasileño de 44 años, desistió de adoptar un niño en 2014.

“Luego de la devolución te sientes absolutamente destrozado, hecho pedazos. Te sientes el peor hombre del mundo”, afirmó Roberto.

“Literalmente te revuelcas de dolor en el piso. No le deseo eso a nadie”.

El sueño de la paternidad comenzó a esfumarse para Roberto poco después de iniciado el período provisorio de convivencia con el niño, que tenía dos años.

“El día a día fue muy distante de lo que soñaba. Cuando mi compañero perdió interés en la adopción yo comencé a cansarme física y emocionalmente”, señaló Roberto.

“Comencé a deprimirme y llegué a la conclusión de que no sería bueno para el niño permanecer conmigo. Fue una decisión muy difícil”.

Roberto y su compañero habían registrado su interés en adoptar en 2011. Luego de tres años de espera recibieron al niño, con quien convivieron durante tres meses.

“Ya no quiero más adoptar. Pasé por mucho sufrimiento, pensé que podría hacer frente a esa situación pero no aguanté”.

“Y eso afectó mucho mi vida, mis creencias, mis ideas sobre el amor. No se si podré recuperarme. Tendré que aprender a convivir con esta realidad”, confesó.

Reconstrucción

En el caso de Larissa y Rutilene la relación continuó a pesar de las dificultades.

La niña asiste a sesiones semanales de terapia y se encuentra mucho más tranquila.

En el comienzo tuvo varias crisis que se manifestaban en síntomas diversos como confusión de identidad y falta de concentración.

“En un principio se resistía a todo. Si le decíamos que era la hora del baño, decía que no”, relató Rutilene.

“En el colegio era inquieta, no prestaba atención a nada, peleaba con los compañeros de clase y con las maestras”.

“Pero ahora las cosas se han ido ajustando. La etapa de los desafíos constantes ya pasó y esta comenzando a percibir que esta relación con sus padres es para siempre”.

Larissa pudo permanecer en Fortaleza luego de la primera devolución gracias a la intervención de Acalanto (“arrullo”), una ONG que ayuda famílias durante el proceso de adopción.

Como la ciudad de origen de Larissa no contaba con psicólogos, la entidad recurrió a la justicia para mantenerla en Ceará, donde la niña podría ser ayudada por un equipo multidisciplinar.

Rutilene es voluntaria de la ONG y conoció a Larissa a través de la organización.

Historias de sufrimiento

“En muchos casos las familias no están preparadas para la adopción y los profesionales tienen dificultades para responder a esta realidad”, señaló Angélica Gomes, especialista en servicio social.

“Y cuando el conflicto está en su punto máximo las personas piensan en la devolución del niño como una solución inmediata”.

Gomes asegura que es preciso comprender la “historia del sufrimiento de padres e hijos en ese proceso de construir una familia, evitando tanto el romanticismo como el desaliento”.

“El dolor surge, las heridas se abren y deben abrirse para poder sanarlas de verdad. Es una relación humana y los conflictos están presentes en toda relación humana”.

Apoyo

Para la madre de Larissa, el apoyo por parte de psicólogos fue fundamental para que entendiera mejor a su hija y no desistiera de adoptar.

“Al comienzo todo te parece maravilloso. Vas al orfanato sólo los fines de semana. Pero cuando el niño viene a tu casa a vivir es otra historia”, dijo Rutilene.

“Caí en depresión, entendí por qué otros padres abandonaban el proceso de adopción y no tenía confianza en mi capacidad de ser madre”.

“Estoy segura de que sin apoyo profesional no hubiera logrado completar el proceso”.

*Nombre ficticio. Las personas con nombres marcados por asteriscos pidieron no ser identificadas.

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