Arthur, como fue bautizado tras una cesárea de emergencia, y su masdre, Claudineia dos Santos Melo, son las víctimas más recientes de una bala perdida en medio del aumento de violencia que asusta a Río de Janeiro, Brasil.
En este último mes, la aplicación Fuego Cruzado desarrollada por la organización Amnistía Internacional registró 749 episodios de tiroteos o disparos de armas de fuego en la región metropolitana de esta gran ciudad.
La semana pasada, ocurrieron 10 incidentes sólo en la región de Duque de Caxias, uno de los cuales afectó a Claudineia y su hijo.
Claudineia, de 28 años, acababa de comprar el carrito para su primer bebé el viernes.
Llegaba a casa al final de la tarde cuando quedó atrapada en un fuego cruzado entre traficantes y policías en la entrada de la favela Lixão, en el municipio de Duque de Caxias, en Río de Janeiro.
La bala que alcanzó a la embarazada entró por el lado izquierdo de su cadera, le perforó el útero y atravesó el pequeño cuerpo de Arthur. Le hirió en la cabeza, le desgarró la oreja, le golpeó el tórax y atravesó la columna recién formada, alcanzando dos vértebras.
Está parapléjico, pero todo puede suceder en la vida de ese niño”, dice el ginecólogo José Carlos Oliveira, secretario municipal de Salud de Duque de Caxias, que está acompañando su evolución.
“Que este niño haya sobrevivido es un milagro”, considera el médico, que en más de 30 años de carrera “nunca vio nada igual”.
“Se va a recuperar”
De acuerdo con la Secretaría Municipal de Salud de Duque de Caxias, Arthur está internado en estado grave en el hospital estatal Adán Pereira Nunes. Respira con ayuda de aparatos. Pero la familia de Claudineia -padres y cinco hermanos y hermanas- está unida esperando buenas noticias en Paraíba, en el noreste de Brasil.
“Los familiares están aquí todos juntos rezando”, cuenta el hermano de Claudineia Leonardo dos Santos. “Debe tener fe en Dios de que Arthur va a reaccionar bien a los tratamientos y va avolver a caminar”.
“Fue un choque muy grande”, dice. “Pero se va a recuperar, quiero ver al bebito crecer fuerte para andar y correr aquí junto a la familia”.
Después de lo que sucedió, Leonardo tiene la esperanza de que su hermana deje Río y vuelva a la pequeña ciudad donde vive su familia, Lucena, en Paraíba. Aquí la vida es tranquila, “humilde” y todo el mundo se conoce, explica.
“Aquí tiene aire libre, espacio, tengo fe en Dios de que se va a convencer de salir de Río”, señala Leonardo.
Claudineia había dejado Paraíba hace algunos años y llegó a Río “para buscar un futuro mejor”, cuenta el hermano.
Los disparos del viernes en la favela donde vive se produjeron al parecer durante un enfrentamiento entre traficantes y policías. La Policía Civil investiga el caso, y considera la hipótesis de que la bala que hirió a la madre y a su hijo fue disparada por criminales.
Crisis de seguridad
El aumento del número de personas muertas y heridas por balas perdidas ha sido una “consecuencia natural” del incremento en el número de homicidios y enfrentamientos entre criminales y agentes de policía en comunidades de Río, según el sociólogo Ignacio Cano, profesor e investigador del Laboratorio de Análisis Violencia de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
En los primeros cinco meses de 2017, hubo 2.942 homicidios, en comparación con los 2.528 en el mismo período de 2016, según datos del Instituto de Seguridad Pública de Río.
De acuerdo con el periódico Folha de S. Paulo, hasta mediados de mayo de este año, 66 personas habían muerto o sido heridas por una bala perdida en la región metropolitana de Río.
A principios de junio, 30 días antes de que Claudineia quedara herida, Michele dos Santos Salas, que estaba en el sexto mes de gestación, fue alcanzada en el tórax por una bala, en el municipio de Nova Iguaçu, en el estado de Río de Janeiro.
Su hija no sobrevivió al parto prematuro.
El mismo día que ocurrió lo de Claudineia, un tiroteo en la favela Mangueira acabó con la vida de Marlene Maria da Conceição, de 76 años, y de su hija, Ana Cristina da Conceição, de 42 años.
“Dolor de pobres”
De acuerdo con la ONG Rio de Paz, desde enero de 2016, 14 niños murieron a causa del impacto de una bala perdida en Río.
En 2017, la muerte de María Eduarda Alves da Conceição, de 13 años, baleada dentro de una escuela en plena clase de Educación Física conmocionó Río.
Antonio Carlos Costa, fundador de Río de Paz, considera “chocante” la “indiferencia” de la sociedad, y cree que un crimen semejante llevaría al pueblo a la calle en países europeos o en Estados Unidos.
“Estas muertes no movilizan a la clase media porque la mayoría de veces ocurren en favelas”, dice. “Es un dolor de pobres, una desgracia sufrida por pobres”.
Claudineia ya está estable, respira y se alimenta normalmente. Presenta una fractura en el hueso ilíaco, pero no necesitará cirugía. La bala quedó alojada en su cuerpo.
El padre de Arthur, Klebson da Silva, de 27 años, ya pudo visitar y conocer a su hijo en el Centro de Tratamiento Intensivo.
Al salir del hospital les dijo a unos periodistas que se había llenado de esperanza al ver a Arthur, un niño “victorioso” desde el nacimiento, y que solo traerá alegría.