El hijo es Farai Mbereko, que inició la relación incestuosa con su madre cuando tenía 20 años.
“Déjenme disfrutar el resultado de mi sudor”, abogó Mbereko, que justifica que con esfuerzo pudo sacar adelante a su hijo y ahora se resiste a que “otra mujer tenga derecho a él”.
Los líderes de la aldea adversan la solicitud y creen que puede traerle mala suerte a la comunidad, por lo que han resuelto que la pareja entre madre e hijo tenga fin o abandonen la aldea.