Su jornada laboral empieza alrededor de las 17 horas, justo cuando la mayoría de personas salen del trabajo. En una de las ventanas de la puerta de abordaje se puede leer una estampa que dice: mi pequeña Esmeralda. El interior del bus está decorado con algunos conejos de peluche. Elizabeth inserta la llave en el starter, la hace girar, presiona el acelerador, y comienza el “viaje” para ganar dinero.
Recuerda que aprendió a conducir cuando tenía 16 años. Fue su hermano mayor quien le enseñó a hacerlo, justo en una unidad de transporte como la que conduce ahora. Desde ese día Elizabeth supo que quería ser piloto. A sus 21 años nació su hija, pero cuando la pequeña cumplió un mes su esposo murió.
“¡Parroquia, Parroquia!”, grita el ayudante que acompaña a Elizabeth durante el recorrido desde la colonia Alameda, zona 18, hacia el Mercado La Parroquia, zona 6. Este habitual viaje lo ha realizado por 17 años. Su amor por servir a los pasajeros y dar un buen servicio es una de las características que describen a esta mujer trabajadora.
A pesar de la muerte de su marido, Elizabeth continuó con la pequeña empresa que habían empezado con su esposo. “Con él compramos dos buses”, relató. Por lo que decidió continuar con el negocio y manejar uno de ellos.
En Guatemala los pilotos de bus son asesinados por sicarios que se conducen en motos, quienes sin mediar palabra halan el gatillo y opacan la vida de los conductores. La violencia que aqueja a este país no es motivo para que Elizabeth abandone esta profesión, ella se encomienda a Dios para que la proteja y cuide durante el recorrido.
El portal televisivo Guatevisión documentó un día de trabajo de esta mujer, las imágenes demostraron la pasión y servicio que tiene esta guatemalteca hacia los pasajeros.